Editorial Cultura

El retorno de Francisco Lombardi

El retorno de Francisco Lombardi
  • 10 de septiembre del 2015

Crítica de la más reciente película del destacado director de cine

Con más de quince películas a lo largo de casi cuarenta años, Francisco Lombardi (Tacna, 1949) es el director más importante de toda la historia cinematográfica peruana. Entre sus obras encontramos adaptaciones de clásicos de la literatura peruana —La ciudad y los perros (1985), Caídos del cielo (1990), basada en cuentos de Julio R. Ribeyro), Pantaleón y las visitadoras (1999)—, historias que grafican el contexto socio político peruano de la época —La boca del lobo (1988), Ojos que no ven (2002)— e intensos dramas personales, como Sin compasión (1994) y Ella (2010). En esta última línea está la nueva y recién estrenada película de Lombardi: Dos besos (Troika).

La historia, escrita por Augusto Cabada (colaborador de Lombardi en muchas películas), es la del peculiar trío amoroso formado por Paola (una exitosa productora de televisión, interpretada por Wendy Vásquez), su esposo Max (poeta y profesor universitario, encarnado por Javier Valdés), ambos cuarentones, y la joven aspirante a actriz Nancy (Mayella Lloclla). Max tiene de alumna a Nancy, de quien está enamorado platónicamente, aunque no es correspondido. Al darse cuenta de esa relación, Paola se acerca a Nancy (sin revelarle su identidad) para averiguar qué tan involucrado está su esposo, estableciendo con la joven una amistad que, poco a poco, se transforma en romance. Finalmente Max se entera accidentalmente de los amoríos de Paola y Nancy, y desencadena el trágico final de la historia.

El tema de la película es la infidelidad dentro de la relación de pareja (precisamente la película se inicia con una entrevista televisiva, en el programa de Paola, a una experta en el tema de la infidelidad), y todo el complejo y doloroso conjunto de sentimientos y emociones que acarrea, tanto en el traidor como en el traicionado. En ese sentido, uno de los principales aciertos de Lombardi es emplear las tres partes en que está dividida la película para enfocarse sucesivamente en el universo interior de cada uno de sus personajes, pero manteniendo la unidad y fluidez del relato. Para lograrlo apela a su reconocido dominio de los aspectos formales, especialmente la dirección de los actores. No se trata de que cada personaje cuente su “versión” (a la manera de Rashomon), sino que cada una de las partes de la historia parece filtrada por la “subjetividad” de uno de los personajes: las dudas y angustias iniciales de Paola, el orgullo herido de Max (cuyo punto clave es la discusión en la mesa familiar) y la gran crisis de Nancy.

En una historia tan llena de cambios de perspectiva y de giros de la trama, resultan inevitables algunos pasajes en los que la narración “chirría” un poco; como el tránsito de Paola del odio al amor por Nancy, que la “inocente” Nancy parezca estar jugando con los sentimientos Max, y especialmente en el sorpresivo final, un típico ejemplo del deus ex machina teatral: un elemento ajeno a la trama resuelve la situación, “sacando” definitivamente a la joven actriz de la vida de Paola y Max. Dos besos resulta un drama eficaz y una película que no dudamos en recomendar. No es de lo mejor de la obra de Lombardi, pero tampoco la desmerece.

 
  • 10 de septiembre del 2015

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