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Sobre los éxitos de una película argentina
El argentino Pablo Trapero (Buenos Aires, 1971) es uno de los más destacados directores de cine latinoamericanos de la actualidad. Surgido del movimiento de “nuevo cine” argentino de los años noventa, Trapero ha escrito, producido y dirigido nueve películas, –entre ellas Mundo grúa (1999), Carancho (2010) y El elefante blanco (2012)– todas muy bien recibidas por la crítica. La más reciente es El clan (2015), actualmente en los cines limeños, la sórdida e inquietante historia real de una familia de secuestradores. Aclamada en diversos festivales internacionales, El clan ha sido considerada en todas las listas de las mejores películas en español del 2015, y representa a Argentina en la próxima entrega del Oscar.
El relato nos remite a inicios de los años ochenta, justo en la transición argentina de la dictadura militar a la democracia. En ese contexto Arquímedes Puccio (muy bien interpretado por el conocido actor Guillermo Francella), un oscuro colaborador de la dictadura (al parecer, formó parte de algún grupo paramilitar), decide continuar con los secuestros, pero ya como un “negocio familiar”. Así escoge a un amigo de su propio hijo Alejandro (exitoso jugador de rugby, un deporte de élite en Argentina), lo secuestra y lo mantiene prisionero en la casa familiar (donde viven Arquímedes, su esposa y sus cinco hijos) hasta que los padres del secuestrado paguen un muy alto rescate. Y aunque ese pago se realiza, el secuestrado termina asesinado. El proceso se repite varias veces, hasta que finalmente Arquímedes y su familia son capturados por la policía.
Estamos entonces en el terreno del thriller y de las películas sobre asesinos en serie. Uno de los grandes aciertos de El clan es la caracterización de ese psicópata: un hombre rígido (casi no gesticula) y que ante sus amigos y vecinos se presenta como un padre de familia serio y responsable. Los vemos enseñándole matemáticas a su hija menor o preparando la cena familiar. Francella lo interpreta apelando a recursos que no le habíamos visto en su faceta de comediante, demostrando una sorprendente versatilidad como actor. El contrapunto es Alejandro (el actor Peter Lanzani), el único de los hijos que participa activamente en los secuestros (la madre y los demás solo aceptan la situación como algo natural), aunque es consciente de los crímenes que está cometiendo. Lo vemos angustiado y cuestionándose todo el tiempo; hasta que finalmente se “enfrenta” con su padre.
Trapero nos cuenta esta historia de la manera más realista posible, con una minuciosa y lograda reconstrucción de época y privilegiando las secuencias largas, que remiten de alguna manera a las películas de Scorsese. Como aquella en la que Arquímedes baja desde la cocina hasta el sótano llevando la comida del prisionero (inspirada seguramente en Buenos muchachos). Pero la película presenta también algunos problemas, como el uso de la música (las ruidosas canciones parecen comentarios irónicos a lo que estamos viendo, pero no se llegan a entender del todo), de los flashforwards (pequeñas secuencias que adelantan el final de la historia) y hasta el escaso desarrollo de algunos personajes secundarios. No obstante el interés de la historia (y su directa relación con un momento histórico específico), la fuerza de los protagonistas y el oficio de Trapero hacen de El clan una película recomendable.
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