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Crítica a un ensayo sobre los escritores jóvenes actuales.
La reciente publicación de dos antologías de narradores peruanos surgidos durante el siglo XXI —Selección peruana 2000-2015 y El fin de algo. Antología del nuevo cuento peruano 2001-2015— ha expuesto a la luz la existencia un buen número de narradores peruanos “jóvenes” (menores de 40 años). Y aunque los responsables de esas antologías (los escritores Ricardo Sumalavia y Víctor Ruiz Velasco, respectivamente) no le han puesto una etiqueta “generacional” a ese grupo de narradores, otros sí lo están haciendo; por ejemplo Fernando Ampuero en su reciente artículo “Generación Post”. Ojo: algunos de estos narradores (especialmente los ligados a importantes medios de comunicación) afirman que la suya es la más brillante generación peruana desde la del cincuenta.
Para empezar, no todo grupo de escritores coetáneos constituye una generación. Para esto último tiene que haber suficientes rasgos en común entre sus obras (técnicas, temas, influencias, etc.), y que además estas representen una ruptura o innovación con respecto a las obras de los escritores de las generaciones precedentes. Por más que nos esforcemos, no podremos encontrar nada de eso en las obras de estos narradores: “cada uno es independiente y escribe a su aire…” reconoce Fernando Ampuero en su artículo, y pocas líneas después agrega: “en cuanto a sus obras, sin novedad en el frente… no dan indicios de ánimo parricida”. En busca de alguna característica específica de estos narradores, Ampuero solo dice que “… se trata de autores que orbitan en Facebook, que prácticamente habitan en las redes… (A través de ellas) los vemos a diario, sabemos qué piensan, qué leen y por dónde se mueven”. No es un gran hallazgo, pues lo mismo podríamos decir de todas las personas menores de 40 años en la actualidad, ya sean escritores, futbolistas, oficinistas o protagonistas del programa “Esto es guerra”.
El verdadero propósito del artículo de Ampuero es decir quién es quién dentro de este numeroso grupo de narradores: quiénes son los mejores y más importantes, quiénes los accesorios y marginales. Y no sorprende que el ranking de novelistas que nos entrega esté encabezada por tres periodistas (colegas de Ampuero), dos que recién han publicado su primera novela (Jeremías Gamboa y Juan Manuel Robles), y uno que tiene un par de “desastres novelescos” en su historial (Renato Cisneros). Tampoco sorprende que en la lista haya casi exclusivamente autores limeños (“La Generación Post es primordialmente limeña”, se afirma). Como se sabe, Ampuero fue uno de los principales defensores de los “criollos” en la famosa polémica entre escritores “criollos” (limeños) y “andinos” (provincianos) que dividió a la literatura peruana hace unos diez años.
“La literatura andina está muy de capa caída. No es, pues, una corriente que se ignora. Es simplemente algo que no asoma…. no hay en el interior autores visibles de relieve”, dice Ampuero en las líneas más injustas y desafortunadas de su artículo. En realidad hay varios autores “no limeños” con obras mucho más amplias, valiosas y reconocidas que los escritores limeños que él tanto elogia. Un ejemplo es la cusqueña Karina Pacheco, que Ampuero menciona “al paso”. Ella es doctora en Antropología y autora de cinco novelas –desde La voluntad del molle (2006) hasta El bosque de tu nombre (2013)– y tres libros de cuentos, y su obra literaria ha merecido premios del Instituto Nacional de Cultura y la Universidad Federico Villarreal.
En resumen, no hay duda de que existe una nueva generación de narradores peruanos; aunque no son tan brillantes ni tan originales como algunos de ellos pretenden. Lo que no existe todavía es un buen ensayo —inteligente, objetivo e imparcial– sobre estos escritores en conjunto.
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