Editorial Cultura

Cuando el comunismo ataca a la hispanidad

Reflexiones alrededor del encuentro de dos mundos

Cuando el comunismo ataca a la hispanidad
  • 11 de octubre del 2021

Hoy se celebra un aniversario más del descubrimiento de América, una fecha que es una de las más trajinadas de nuestra historia. Ha adquirido todos los nombres y ha convocado todas las adhesiones y rechazos. En este portal solo señalaremos que la fecha nos motiva a una profunda reflexión sobre la hispanidad; es decir, una de las sustancias que define nuestro ser nacional, nuestro ser regional e iberoamericano.

Detrás de las dificultades para celebrar lo que somos está la Leyenda Negra que se ha forjado contra España, contra la Conquista y los varios siglos de virreinato que fraguaron el curso de la peruanidad. Una leyenda que nació como una estrategia imperial de los países protestantes, que luego se extendió con el racionalismo metafísico de la Ilustración francesa y que, de una u otra manera, resucitó varias veces en Occidente. Una leyenda que hoy es cultivada con esmero por las diversas corrientes marxistas y comunistas, y se ha convertido en la estrategia ideal para cuestionar la ubicación del Perú y de América Latina dentro de la gran hermandad iberoamericana y de la pertenencia a Occidente. 

En otras palabras, la leyenda negra antiespañola es la manera de enfrentar al Perú con la gran herencia occidental.

La Leyenda Negra contra España, en resumidas cuentas, nos señala que la Conquista y los siglos de Virreinato aplastaron al mundo indígena. ¿Cómo es posible que hayamos aceptado esa burda mentira si más del 80% de los ejércitos realistas estaban compuestos por indígenas? El mundo indígena peruano siempre se opuso a la independencia porque la república jacobina y afrancesada de los libertadores les parecía un producto extraño. No se equivocaron. 

Simón Bolívar abolió las noblezas indígenas porque la república debía construirse “sin privilegios” y en base al criterio “racional” de un ciudadano y un voto. ¿Cuál fue el resultado? El mundo indígena se quedó desprotegido y los criollos victoriosos, dueños de la nueva república, arrasaron con las tierras comunales que antes protegían los kurakas, el derecho de indias y la monarquía española. La república entonces fue la peor enemiga del mundo indígena. No hay lugar a dudas.

Los republicanos, los jacobinos y los afrancesados nunca entendieron al mundo indígena, como sí lo hicieron los funcionarios de la monarquía española. El quechua, por ejemplo, se difundió como “lengua franca” entre las poblaciones prehispánicas por la decisión de los sacerdotes de evangelizar el alma indígena. 

Los ayllus prehispánicos fueron reorganizados por el virrey Toledo a imagen y semejanza de las comunidades campesinas de Castilla. Los vestidos del mundo indígena, ya sea la pollera femenina o el chaleco de los danzantes de tijeras o, incluso, los colores vistosos de los Andes, son copias fieles de las tradiciones de Castilla. El mundo indígena, tal como lo conocemos –lo decía el propio José María Arguedas– no se puede entender sin la herencia hispana. 

Es decir, el mundo indígena es esencialmente una de las corrientes más poderosas del mestizaje en la región. En el Perú, el mestizaje se convirtió en una fragua de bullente peruanidad en el siglo pasado, con las migraciones del campo a la ciudad en los años cincuenta y la emergencia de los mercados populares en los noventa. Los Andes se trasladaron a la costa, y hoy Lima y las principales ciudades son las mayores ciudades andinas de nuestra historia. 

Y en estas ciudades todo es mercado, capitalismo popular y mestizaje. Y, de alguna manera, estas fraguas de peruanidad han confirmado el lenguaje español, las tradiciones religiosas católicas y los principales elementos de la hispanidad. De alguna manera también confirman que el Perú es una parte morena de Occidente.

Contra todos estos hechos, macizos e incuestionables, hoy resucita la Leyenda Negra contra España, pero de la mano tenebrosa y totalitaria del comunismo más ortodoxo.  Hombres con sombreros europeos, con nombres castellanos, y gestos de jerarcas soviéticos pretenden señalar que el quechua no es mestizo, sino que le pertenece a las entelequias que llaman “pueblos originarios”, con el objeto de destruir a Occidente y sus mejores tradiciones que consagran la libertad y la propiedad.

Por todas estas consideraciones, en este 12 de octubre, hoy más que nunca gritamos a todo pulmón: ¡Viva la hispanidad! ¡Vivan nuestros padres andino y español! Y que el español y el quechua se sigan cultivando como homenaje a una herencia hispana sin la cual es imposible hablar de Perú.

  • 11 de octubre del 2021

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