El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
En el 2019 concluyeron algunas de las más populares sagas del cine y la televisión, aunque con desiguales resultados: desde la exitosa Avengers: Endgame, que se convirtió en la película más taquillera de la historia, hasta Game of Thrones, serie de televisión con una más que decepcionante temporada final. Hace unos día se estrenó Star Wars: El ascenso de Skywalker escrita y dirigida por J.J. Abrams (Nueva York, 1966), el último episodio de la tercera trilogía de esta saga espacial que se iniciara en 1977. Y aunque el número de espectadores en su primer fin de semana no estuvo mal, las reacciones de los espectadores y de la crítica han sido más bien negativas, señalando numerosos errores, tanto en en la trama de la película (cambios injustificados, problemas no resueltos) como en los personajes y en la propia continuidad de la trilogía.
Como se recuerda, esta tercera trilogía se inició con El despertar de la Fuerza (2015), también dirigida por Abrams: una propuesta de volver a contar la historia original, pero con personajes más acordes con nuestra época: Rei (interpretada por la británica Daisy Ridley) sería la depositaria de la Fuerza (como lo fue Luke Skywalker), que se enfrentaría al malvado Kylo Ren (el actor Adam Driver, en un personaje que pretendía ser un Darth Vader joven). Completaba el trío protagónico Finn, un piloto rebelde (el también británico John Boyega) quien con Chewbacca tendría a su cargo la conducción de la nave Halcón Milenario (no es necesario decir que él ocupa el lugar de Han Solo). Y si bien esa película cumplía bastante bien su propósito, en la continuación –Los últimos Jedi (2017), dirigida por Rian Johnson–, algunas cosas comenzaron a salirse de rumbo: el tema del linaje tenía menos importancia, Kylo rompía con el “lado oscuro”, Finn perdía protagonismo, etc.
En esta tercera y última entrega de la trilogía, Abrams retoma su propuesta original, aunque eso signifique dar algunas contramarchas con respecto a Los últimos Jedi: vuelve a primer plano el linaje, y se descubre que Rey es nieta del emperador Palpatine (Darth Sidious, rey del Lado Oscuro de la Fuerza), quien además ha revivido misteriosamente y ha vuelto a conformar su poderosa flota espacial (de la Primera Orden). Así, mientras Rey busca a su ancestro para enfrentarlo (solo faltó que Palpatine le dijera “Rey, yo soy tu abuelo…”), Finn y el Halcón Milenario encabezan la flota de la Resistencia que combate a la Primera Orden. Ambos enfrentamientos se producen y, como es de esperarse, finalmente triunfan las fuerzas del bien, en ambos frentes, no sin antes pasar por muchos momentos de trepidante acción. Después de todo, son esos momentos los más esperados por los fans de la saga.
Pero es también el excesivo énfasis en esos momentos (subrayados por la siempre acertada musicalización de John Williams) lo que pierde a la película. La primera media hora es una frenética carrera entre las fuerzas del bien y del mal para encontrar los misteriosos wayfinders, que pueden conducir hasta Palpatine, aunque esa búsqueda esté llena de situaciones ilógicas. Además, lo acelerado de la narración no permite que se desarrollen los personajes, que en la mayoría de los casos no pasan de ser figuras de relleno para las escenas de acción; el caso más evidente es el de Poe Dameron, pero también el propio Finn. Tampoco se desarrollan adecuadamente las situaciones dramáticas. Por ejemplo, en algún momento Chewbacca es dado por muerto, pero pocos minutos después nos enteramos de que en realidad sigue vivo; exactamente lo mismo sucede cuando se “reformatea” la memoria de C3PO, con lo que pierde todos sus recuerdos.
La lista de errores y detalles polémicos de El ascenso de Skywalker puede ser muy grande, y ya la están haciendo muchos críticos y espectadores (aunque nadie ha mencionado esa batalla en el espacio, con caballos y soldados de a pie. ¿Se olvidó Abrams que en el espacio no hay aire ni gravedad?). Solo habría que añadir que está película es, sin lugar a dudas, el punto más bajo de toda la trilogía. Y que esta tercera trilogía de Star Wars, tan dedicada a complacer a los espectadores y seguidores de la saga, nos hace incluso revalorar la polémica segunda trilogía, en la que hubo más creatividad y se tomaron muchos más riesgos artísticos.
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