Mauricio Mulder

¿Y después de la cuarentena qué?

Establecer las pautas de la convivencia futura

¿Y después de la cuarentena qué?
Mauricio Mulder
19 de abril del 2020


Parece ineluctable que el día 26 de este mes se levanta la cuarentena cerrada en el país y vayamos reconduciendo nuestras actividades en forma gradual y progresiva. Habrá, sin duda, un inevitable rebrote en alza de los contagios, puesto que aumentará el contacto humano, pero se espera que ese pico pueda ser controlado en pocas semanas, siempre y cuando el Gobierno provea los equipos adecuados para la detección y cura de la enfermedad. Si no se corrige la pésima infraestructura de salud ni se corta la corrupción, –los respiradores que no funcionan y los test bambas, como el que aplicaron al congresista Ushñahua– todo lo logrado en la cuarentena puede regresar a fojas cero.

Pero las cosas ya no serán como antes. El virus se controlará. Como tantos otros, seguirá matando y mutando, pero se marginalizará. Pero la recuperación económica y sus consecuencias políticas y sociales serán una gran incógnita. Es probable que se acentúen los propósitos intervencionistas en la economía, como sería aconsejable en un inicio, pero no permanentemente. Es posible que el intervencionismo se extienda a otras capas, como las libertades fundamentales o las relaciones de trabajo o societarias. Y como consecuencia de ello, es también muy posible que el discurso político propugne más Estado, más control y más vigilancia de la vida social.

Una variable que se va a mantener, y que va a crecer enormemente, es la que hoy constituye el telón de fondo de la sociedad humana: el universo digital. Lo que está enseñando esta etapa de cuarentena es que la revolución digital, la gran tendencia del siglo XXI, vino para quedarse.

Se está demostrando que ya no será necesario trasladarse de un lado a otro para tener una reunión. Tampoco será necesario salir a la calle a comprar lo que sea. Ni será necesario consultar periódicos para obtener una noticia, pues esta llega en tiempo real a los celulares. Se puede hacer consultas especializadas de todos los temas imaginables, y podrá incluso graduarse en una escuela o una universidad, si lo desea. Si el Estado aprovecha esa circunstancia y se adhiere a la tendencia de establecer el derecho humano de acceso a la red, esta –bien conducida– igualará a ricos y pobres, y eliminará las intermediaciones que siempre han encarecido las relaciones comerciales.

Y como todo, será ambivalente. La red trae lo bueno y lo malo. Podrá haber mucha conectividad, pero eso llevará a los gobiernos a espiar más fácilmente lo que hacen los ciudadanos. Ya hoy mismo, aquí en el Perú, una herramienta como el GPS de los celulares está siendo usada por un funcionario comunista del Minsa para saber donde te encuentras en este momento. Eso es algo que, desafortunadamente, viene con la innovación. El día que se inventa una plataforma para asegurar la privacidad de tus datos, ese mismo día se inventa la forma de penetrarlo.

Es momento entonces para que los gobiernos y los organismos internacionales establezcan las pautas de la convivencia futura, con claro énfasis en la preservación de la democracia y los derechos fundamentales de las personas, así como el acceso libre e ilimitado a la red. Los estados y cada una de sus dependencias deben ser propaladores gratuitos de internet, y la red dorsal debe llegar al último rincón del país, lo que a su vez supone la cobertura total de la energía eléctrica aún pendiente.

Es momento de recuperar el multilateralismo como herramienta de solución, que es lo que hoy hace tanta falta.

Mauricio Mulder
19 de abril del 2020

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