Manuel Gago

Vizcarra huye otra vez

En Canadá triunfó su desapego y frivolidad

Vizcarra huye otra vez
Manuel Gago
04 de agosto del 2019

 

El ex ministro de Cultura y de Defensa de Pedro Pablo Kuczynski, Jorge Nieto, ha señalado que Martín Vizcarra, antes de ser presidente de la República, pidió la embajada de Canadá. ¿Tiene esto alguna relevancia? Para nosotros sí. 

Después del quinquenio humalista, las autoridades elegidas en el Congreso y en el Ejecutivo debían hacer todos sus esfuerzos para volver a colocar al país en la senda correcta: del crecimiento económico de 6% anual en promedio. Para esta tarea, el país necesitaba de sus mejores cuadros. Había que corregir todos los errores cometidos, que conducían al país hacia el fracaso. La población había entendido esto y votó en la primera vuelta de las elecciones generales del 2016 por las propuestas distintas al marxismo y a la izquierda peruana. Según los resultados del Organismo Nacional de Procesos Electorales (ONPE), más del 75% del país eligió autoridades democráticas, contrarias al chavismo. 

Hoy, debemos preguntarnos ¿cuáles son las obras que Vizcarra le ofrece al país? O, en todo caso, ¿qué significa Vizcarra para el avance social y económico de los peruanos? ¿Cómo el presidente contribuye al bienestar de la población? La respuesta es triste: Vizcarra no puede con el país. El mandatario oculta sus carencias dándole cuerda a las masas enardecidas en contra del Congreso. Lo hace por popularidad, para sobrevivir políticamente. Con el apoyo de un sector grande de los medios de comunicación, le ha hecho creer al país que el Congreso obstruye su labor. Ya lo ha dicho el periodista Beto Ortiz: “Nunca he visto a tantos periodistas ayayeros comiendo de sus manos”. 

Vizcarra es el Ejecutivo. Según la Constitución, el presidente de la República es el responsable —entre otras cosas— de la economía, la seguridad y el orden interno del país, de la política exterior, de respetar y hacer respetar las normas y la Constitución; es decir, de administrar el desarrollo o el fracaso del país. Por el contrario, las funciones del Congreso son legislar, fiscalizar y representar a los electores. La felicidad de la mayor parte de peruanos depende del Ejecutivo. Vizcarra es el responsable del fracaso de la reconstrucción del norte, de la inseguridad ciudadana, de la informalidad, del desempleo, de la pobreza, del incremento de la anemia, de los resultados magros de la educación, de los gastos excesivos de la burocracia, de la publicidad estatal en ciertos medios de comunicación, de la compra inútil de mandiles rosados y de muchísimo más. Las tareas han resultado demasiado grandes para un presidente de tan poca talla en el cargo. 

Martín Vizcarra pidió ser embajador en Canadá después de haber renunciado al Ministerio de Transporte y Comunicaciones (antes de ser censurado por el Congreso por la adenda suscrita del aeropuerto de Chinchero, en Cusco). En el sector Transportes se descubrió la poca fibra del todavía mandatario. No hay otra explicación para entender por qué Vizcarra abandonó el país dejando solo a PPK cuando se necesitaba de la competencia de los más calificados. Irse a Canadá fue el triunfo de la frivolidad y el desapego. Vizcarra decidió él mismo congelarse como político. Siendo embajador, sus posibilidades eran nulas para demostrar sus habilidades para dirigir el país. Se fue a hibernar nada menos que a Canadá, sin lugar a equivocarnos, una de las embajadas preferidas por el servicio diplomático peruano. 

Vizcarra insiste con lanzarnos al vacío a todos los peruanos. En la balanza de sus posibilidades, su popularidad pesa más que los riesgos del país. Si en verdad quiere al país, ¿por qué huye por segunda vez de sus responsabilidades?

 

Manuel Gago
04 de agosto del 2019

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