Alicia Barco
Una mujer que expresa es una mujer que sana
¿Por qué callar cuando puedes sanar?
Estuve en la presentación del libro “Ser Mujer, ser semilla”, de la autora Marie Isabel Musselmann, y realmente fue una experiencia transformadora. Además de ser un aporte a la humanidad, ¿Por qué callar cuando puedes sanar? es la puerta que cerraron y es la misma la de regreso a nuestra esencia. La recuperación de la voz ha permitido a las mujeres tomar el control de sus vidas y luchar por sus derechos.
Lamentablemente las mujeres han sido históricamente silenciadas y sometidas a muchos atropellos a lo largo de siglos. Es un tema complejo y relevante. Pero al silenciar a las mujeres, lo que se ha querido es negar su capacidad de tomar decisiones, expresar opiniones y participar activamente en la sociedad. Esto ha limitado su autonomía y empoderamiento. El silencio, lo único que ha logrado, es contribuir a la desvalorización social de las mujeres, quienes han sido consideradas como inferiores a los hombres, en muchos aspectos de la vida.
Mi caso
Vengo de una familia de cuatro hermanos hombres mayores que yo. Soy la única mujer hija, nací –cuando mi padre tenía 47 años y madre casi 42. Mi voz a lo largo de mi infancia o juventud nunca tuvo representatividad. ¿Por qué? Porque tenía hermanos hombres mayores y a los mayores “no se les toca”-. Pero la Universidad me preparó para liderar y mi familia fue la única que no estaba lista para aceptarlo. ¿Qué ocurrió? Las inevitables diferencias de pensamiento ante diferentes hechos familiares. Entonces, ¿tenía que callar? ¡Imposible! Yo, que soy comunicadora, imposible callarme.
La importancia de recuperar la voz
Al restringir las oportunidades de incorporar la voz de las mujeres en ámbitos como la educación, la política y el trabajo, se ha menospreciado su inteligencia, creatividad y habilidades. El silencio femenino del siglo XX ha contribuido a perpetuar estereotipos limitantes sobre las mujeres. Presentándolas como seres débiles, pasivos y dedicados exclusivamente al hogar.
Definitivamente la falta de voz de las mujeres ha facilitado diferentes formas de violencia, desde la doméstica hasta la sexual, el despojo de sus derechos, por ejemplo, y la cultura hacia ocultar para no poder expresar sus necesidades y deseos. Esto ha creado miedos, culpas y mayores dificultades para desarrollar su identidad y alcanzar su pleno potencial. “Calladita, te ves más bonita” – rezaba el refrán que mi madre también lo pregonaba. Dicho sea de paso, nunca lo entendí.
El silencio impuesto y sus consecuencias
El silencio de una cultura de mujeres sumisas, ha contribuido a que sean consideradas como inferiores a los hombres en muchos aspectos de la vida. La sociedad debe aprender a reconocer su valor y a utilizarla como herramienta de sanación y empoderamiento. La falta de voz ha impedido que las mujeres disfruten de los mismos derechos y oportunidades que los hombres. Al silenciar a la mitad de la población, se ha limitado el desarrollo de la sociedad en su conjunto, ya que se han desaprovechado los talentos y las perspectivas de millones de mujeres.
El poder transformador de la palabra
Durante siglos, a las mujeres se nos ha enseñado a callar, a conformarnos y a priorizar las necesidades de los demás. Esta imposición del silencio ha generado un profundo dolor emocional en muchas de nosotras. Sin embargo, hoy en día, cada vez más mujeres están descubriendo el poder sanador de la expresión. Por eso hoy escribo, por ti, por nosotras. ¡Por las mujeres!
Al poner en palabras nuestros miedos, nuestras alegrías, nuestras frustraciones y nuestras esperanzas, liberamos una energía que nos ha mantenido atadas. La escritura, la pintura, la música, la danza... cualquier forma de expresión artística puede convertirse en una herramienta terapéutica invaluable.
Rompiendo barreras
Expresarnos no siempre es fácil. El miedo al juicio, la vergüenza y las expectativas sociales pueden ser obstáculos formidables. Sin embargo, es importante recordar que nuestra voz es única y valiosa. Al compartir nuestras historias, inspiramos a otras mujeres a hacer lo mismo.
Un camino hacia la sanación colectiva
Cuando las mujeres nos expresamos, no solo sanamos nuestras propias heridas, sino que también contribuimos a la sanación colectiva. Al romper el silencio, creamos un espacio seguro donde podemos compartir nuestras experiencias y aprender unas de otras. La expresión femenina es un acto revolucionario. Es una forma de desafiar los roles de género tradicionales y de construir un mundo más justo y equitativo. El silencio impuesto a las mujeres a lo largo de la historia ha sido no solo un error. Sino un sesgo de entendimiento profundo de cuánta sabiduría puede surgir de una mujer que está conectada con su esencia y no con su apariencia en este existir. He ahí la gran diferencia. Vive más desde el Ser.
COMENTARIOS