Tino Santander
Un Gobierno sinuoso y corrupto
Un presidente contingente que llegó al poder por la mediocridad de la clase política
En la ciudad imperial la inmensa mayoría piensa que Vizcarra es un personaje oscuro, sinuoso y corrupto. Un político contingente que llegó al poder por la mediocridad de la clase política incapaz de lograr consensos para gobernar un país fracturado en todo orden de cosas; Los cusqueños creen que Vizcarra representa la solapada corrupción del Club de la Construcción y las deshonestas adendas de Chinchero. Estas son evidencias tan grandes como la fortaleza de Sacsayhuamán.
Sin embargo, no bastan las certezas de corrupción, es necesario que la justicia actúe imparcialmente, pero eso es como pedirle peras al olmo. El exgobernador de Cusco, Edwin Licuona está preso por festinar trámites en un solo día para pagar la descolmatación de un río; el gobierno regional cusqueño no logró concretar la fechoría por las denuncias y alertas de la prensa cusqueña. En cambio, otro es el trato de fiscales y jueces a Vizcarra y a Trujillo, autores del mismo ilícito que Licuona; ellos en un solo día entregaron más de cuarenta y dos millones de soles a varias empresas entre ellas la del exministro de Agricultura José Manuel Hernández, amigo íntimo de Vizcarra, y no pasa nada.
Vizcarra está atrapado por una cúpula que cree que el Estado es un botín y que puede hacer lo que le da la gana, incluso quedarse en el poder con cualquier excusa, pues el miedo a la cárcel y a los procesos penales que vendrán son una justificación que para el moqueguano termine quedándose en el poder con los argumentos de Alberto Fujimori, Evo Morales y Nicolás Maduro. Vizcarra está cada vez más aislado y va dando palos de ciego, tratando de mantener una superficial popularidad; buscando enemigos o cazando fantasmas, mientras que el país está a la deriva. La inseguridad ciudadana, la falta de medicinas y de equipos en los hospitales; además el crecimiento alarmante de la desnutrición y la anemia infantil, la falta de empleo y sobre todo la percepción popular de que para los trabajadores informales solo existe la represión y que para los banqueros –, como Dionisio Romero– que compran partidos que defiendan sus intereses en el parlamento, solo hay complacencia está originando una ira popular en la inmensa mayoría. Una ira que todavía no estalla.
El Corredor Minero del Sur está abandonado por el Estado. Solo algunas instituciones estatales solucionan pequeños conflictos con las prepotentes empresas mineras; sin embargo, la contaminación ambiental, la informalidad, la inseguridad y, el crimen organizado actúan a través de redes que van desde las organizaciones sociales a las mismas empresas, manteniendo en la pobreza a millones de campesinos que ven que la riqueza sale de sus tierras y ellos solo reciben mendrugos. Estos peruanos creen que la nacionalización de los recursos naturales es el camino a la prosperidad, como lo hizo Evo Morales en Bolivia. El ministro de Energía y Minas, Liu Yonsen, militante de Acción Popular y miembro del equipo de Alfredo Barnechea se olvidó de sus posiciones con respecto a la minería y a la renegociación del contrato de Camisea. Ahora él y Jean Paul Benavente, gobernador regional del Cusco tienen confusas posiciones que defienden soterradamente la prepotencia de las empresas mineras y del Consorcio Camisea.
En Lima parece que el espíritu colonial impide ver que las condiciones económicas, sociales y políticas que desataron la subversión senderista y del MRTA están vigentes, como lúcidamente lo señalara el escritor Alonso Cueto. No ven que en los pueblos del Perú se está organizando un mesianismo violento al que se incorporarán, con la pasión del neófito, millones de peruanos reclamando libertad y justicia social.
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