Un gabinete centro liberal

El presidente Martín Vizcarra siempre nos sorprende. Justo cuando algunos sectores lo acusaban de consolidar un Gobierno procomunista –y, desde la otra orilla, otros lo tildaban de tener un Gabinete pro Confiep–, ha tomado la decisión de romper el equilibrio de una composición ministerial ecléctica, que trababa o hacía lenta la reactivación económica y la inversión privada. La presencia de Pedro Cateriano y otros diez ministros, en carteras claves para una sostenida reactivación del aparato productivo, muestran la decisión de que sea la inversión privada el eje central de un calentamiento de nuestro aparato productivo.

Con la presencia de Pedro Cateriano, liderando el Consejo de Ministros, el presidente Vizcarra trata, además, de retomar de manera sostenida un diálogo con las bancadas del Congreso y todos los partidos políticos, creando las condiciones para una transición ordenada y con todas las garantías para un impecable proceso electoral. El ex premier del Gobierno de Ollanta Humala tiene la experiencia, la autonomía y la muñeca política para mejorar la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo.

En realidad, es la primera vez que Vizcarra toma la decisión de contar con un premier con mayor fuste y que brilla con luz propia. Anteriormente –en los casos de César Villanueva, Salvador del Solar y el propio Vicente Zevallos– estos premieres no tenían la experiencia, el talante ni la autonomía suficiente para marcar un rumbo definido. Cateriano es un político liberal, con la suficiente formación, experiencia y trayectoria como para actuar, además, como un eficiente consejero del presidente, en momentos críticos de un proceso de largos ocho meses en los que la pandemia, la difícil cohabitación con el parlamento y los efectos de la recesión económica requerirán a alguien que le dé equilibrio al Gobierno. Y que ayude a evitar bandazos, para llegar al 28 de julio del 2021 con un Gobierno lo suficientemente estable; y dejar un país más o menos ordenado y en crecimiento al nuevo mandatario, que elegiremos el próximo año.       

La presencia de Pilar Mazzetti en el Ministerio de Salud garantiza la continuidad de los aciertos de Víctor Zamora, corregir sus errores y limitaciones y, sobre todo, sentar las bases de un cambio estructural en nuestro precario sistema de salud.  Del mismo modo, mantener a Martín Benavides en Educación y a María Antonieta Alva en el MEF, es una acertada decisión. Y es que el país ya no está para cambiar ministros a cada rato en estas carteras claves, sobre todo en circunstancias en que ha quedado en evidencia, para todo el país, que se requiere modernizar sostenidamente los sectores de salud, educación y seguridad ciudadana. Dicho de otra manera, mientras Vizcarra opta por un viraje marcadamente liberal en el terreno de la economía, también es cierto que muestra no estar dispuesto, por ejemplo, a ceder a las tentaciones mercantilistas, cuando se pretende socavar a la Sunedu. 

Pedro Cateriano podría tomar la audaz decisión de convencer al primer mandatario lanzando una propuesta revolucionaria en la economía para expandir el régimen de economía de mercado en amplios sectores medios y populares. Se trata de la propuesta emblemática de resolver en gran medida, la traba de cerca de 54 proyectos mineros que implican la inversión de US$ 58,000 millones. El cambio radical que gatillaría este relanzamiento en la inversión minera consiste en modificar la legislación actual, haciendo posible que las comunidades aledañas a los proyectos mineros se conviertan en copropietarios, con acciones en la bolsa de valores, en los proyectos de inversión, incorporándolos a la economía de mercado como nuevos empresarios y fuente de una potente vertiente de capitalismo popular. Esta reforma central implicaría, incluso, una modificación del artículo 66 de la Constitución y de la propia Ley General de Sociedades.

Curiosamente, es una propuesta no bien vista por sectores mercantilistas de derecha y por sectores radicales de izquierda. Ello se debe al hecho de que esta reforma modificaría sustancialmente las relaciones entre el Estado y la inversión privada, la relación del gran capital con las comunidades y entre todos ellos, con el desafío de cuidar el medio ambiente, la agricultura, la ganadería y el agua. Bastaría solamente que el presidente de la República someta esta propuesta al debate nacional, como parte de un ambicioso proyecto de relanzamiento de la economía y un nuevo enfoque de la inversión minera, para elevar la calidad del debate en la opinión pública, los especialistas y las comunidades, así como las autoridades regionales y locales. 

Es cierto que, en las carteras de Trabajo, Produce, Mincetur, Energía y Minas, Transportes y Comunicaciones, también se nota la influencia de Pedro Cateriano. Pero habrá que ver si esos nuevos ministros tienen el expertise necesario para reactivar la economía, mejorando la productividad, fomentando mayores niveles de formalización, así como la exportación y las mypes, aspectos fundamentales para generar empleo masivo de calidad. Cualquiera que haya transitado por el sector público sabe que no solo basta con cambiar ministros, para sacar las conclusiones de aquello que se pretende promover. Eso depende también de la designación de viceministros con amplia experiencia y capacidad ejecutiva, así como de los propios directores, los jefes de las OPD y asesores. Por ahora, lo que queda en evidencia, es el intento de contar con ministros más convencidos de que la inversión privada es el eje de la reactivación productiva. 

Todo indica que la ministra de Economía, María Antonieta Alva, tendrá mejor empatía en cuanto a políticas públicas se refiere, con un premier de claras convicciones liberales y nuevos ministros en otras carteras con ideas similares sobre el rumbo que debe tomar nuestra economía.