Darío Enríquez

Transformación digital, cambio cultural y desarrollo humano

Idas y venidas de un nuevo mundo que llega para quedarse

Transformación digital, cambio cultural y desarrollo humano
Darío Enríquez
07 de septiembre del 2021


Desde una formación en ciencia y tecnología (sobre todo TIC), solemos encontrar "soluciones" aplicables a problemas empresariales y de gestión. Se trata de sistemas en los que, por lo general, el factor humano casi no es tomado en cuenta sino como un elemento más a optimizar, en busca de mayor productividad, eficiencia y eficacia. En buena hora. Sin embargo, incluso en medios empresariales, lo que podríamos denominar "visión tubular" tecnológica muchas veces no llega a obtener los resultados deseados por dejar de lado la complejidad propia de lo humano.

En general, toda innovación tecnológica se inserta en un contexto cultural que es impactado y puede sufrir grandes cambios por ello. Toda acción humana innovadora debe abonar a favor del desarrollo humano tanto de individuos como de colectividades. En tanto proceso en un ambiente de libertad –sobre todo espontáneo y fructífero–, el proceso de transformación digital requiere un acompañamiento por parte de las fuerzas vivas de una sociedad para considerar nuevas cotas de desarrollo humano, mediando un cambio cultural con la misma orientación.

Con el propósito de facilitar el abordaje del tema que nos convoca hoy, es indispensable establecer un marco conceptual mínimo de “cultura”. Para ello, creemos que las propuestas de Bronislaw Malinowski son claras y precisas. Su definición central de que “la cultura es un todo funcional que está al servicio de las necesidades humanas” es la base de ese marco conceptual. En Una teoría científica de la cultura, Malinowski encuadra el concepto de necesidad dentro de un sistema de condiciones en el que se verifica interacciones entre el organismo humano, su cultura y el ambiente físico en el que se desenvuelve, en busca de asegurar la supervivencia del grupo y del organismo.

De este modo, identifica siete necesidades biológicas imprescindibles para sobrevivir, cada una de ellas atendida en una sociedad mediante elementos o respuestas culturales: metabolismo, reproducción, bienestar corporal, seguridad, movimiento, crecimiento y salud. Así, necesidad y respuesta cultural están inevitablemente unidos o debieran estarlo. Encuentro fundamental entre biología y cultura.

Para Malinowski, además de estas siete necesidades (biológicas) básicas, debemos considerar otras cuatro que denomina necesidades “derivadas” y sus correspondientes respuestas culturales. Estas respuestas son formas indirectas de satisfacer las necesidades básicas y son propias de la existencia del ser humano en sociedad: sistema económico, sistema jurídico y moral, sistema educativo y organización política. El nivel de complejidad de la gran trama cultural que trata de atender estas siete necesidades básicas y las cuatro necesidades derivadas, es tan elevado como podamos imaginar.

El reto de la transformación digital no deja alternativa alguna, debe enfrentarse. El imperativo de lograr un nivel de desarrollo tal que satisfaga nuestras necesidades, es finalmente el gran reto a asumir y el gran objetivo de individuos, familias y comunidades que definen una sociedad. El cambio cultural se verifica entonces a partir de las respuestas culturales que seamos capaces de llevar adelante en economía (producción), justicia y moral (derecho y valores), educación (conocimiento y praxis) y política (libertad en democracia).

Estas respuestas culturales no son ni debieran ser pretensiones constructivistas, ni predefinidas, ni trasplantadas de otras realidades y menos impuestas con violencia desde el Estado. Debemos ser muy cautos, validado tanto fines como medios en un ambiente de respeto irrestricto a las libertades individuales, para que ellas luego se reflejen en lo colectivo.

Para quienes desde la ciencia y la ingeniería son (¿somos?) protagonistas de los procesos de transformación digital, es poco evidente que puedan ejercer con solvencia cuando se interviene en fenómenos que van más allá de lo tecnológico e instrumental. Menos aún si desde la historia, la sociología, la antropología, la economía y el derecho no se cumple con el “deber de apoyar sus fundamentos –cuidadosa, consciente y deliberadamente– sobre la roca del método científico”, según resume Malinowski, quien agrega “la fácil petulancia de muchos humanistas en cuanto concierne a la naturaleza científica de sus estudios, no es solo epistemológicamente despreciable, sino en cierto modo inmoral […] el humanismo no dejará nunca de tener sus elementos artísticos, afectivos y morales […] la creencia de que contar y medir definen la distinción entre la ciencia y la tarea inútil ha hecho más daño que bien”

Las idas y venidas de un nuevo mundo, que llega para quedarse, establecen el imperativo moral, social y personal de hacer frente al gran desafío: Transformación digital, cambio cultural y desarrollo humano, en un fructífero ambiente de libertad.

Darío Enríquez
07 de septiembre del 2021

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