Alfonso Baella

Transfiriendo un desastre

Transfiriendo un desastre
Alfonso Baella
05 de diciembre del 2014

El 1 de enero Luis Castañeda heredará paquete de obras inconclusas y problemas

En democracia, y a través del voto, los ciudadanos entregamos el poder a nuestros líderes. Elegimos autoridades para que se encarguen de la administración pública sea municipal, regional o nacional. Los elegidos tienen la obligación de cautelar los activos, reducir o administrar los pasivos, y en general gestionar eficientemente todo lo que está bajo su gestión.

En el caso de Lima, luego del inequívoco mensaje del 5 de octubre que dijo abrumadoramente basta, estamos –por estos días- asistiendo a la transferencia de una administración saliente –la de Susana Villarán, todavía alcaldesa de Lima- a la entrante, de Luis Castañeda – alcalde que inaugurará el 1 de Enero del 2015 su tercer período-. Hay, por lo tanto, una transferencia en marcha. Pero ¿qué se está transfiriendo? ¿Qué activos, qué obras, qué presupuestos, qué mejoras, qué se ha hecho en 4 años que merezca una plausible transferencia?

Por lo menos desde el lado de los ciudadanos no se ha visto obras importantes ni terminadas ni comenzadas. Lo que heredó Villarán de la anterior gestión, luego de la etapa de negación, crítica y parálisis en que marcaron sus primeros 24 meses, fue rebautizado para intentar convertirlo en obra propia. Vía Parque Rímac, el Metropolitano, Los Clubes Zonales, los Hospitales de la Solidaridad, etc. fueron herencia, duela a quien le duela. Pero el Metropolitano, sólo como ejemplo, fue pésimamente administrado al punto que hoy peligra su futuro.

Lo que sí está dejando la autoridad que se va es una parálisis. El puente Bella Unión nunca se hizo luego de su colapso. El Túnel hacia San Juan de Lurigancho prácticamente sigue tal y como lo recibió, es decir inconcluso y con un arbitraje perdido por el municipio capitalino por 100 millones de soles. Barlovento es un monumento a la incapacidad para hacer un expediente técnico. Y la Costa Verde, ofrecida de todas las formas como argumento electoral, con un presupuesto 100% desembolsado pero una ejecución del 30% y, también, con fechas de entrega que se han pospuesto sin explicación.  Y por si fuera poco el Municipio de Lima pasó de 2,200 trabajadores a 6,500 y decenas de burocráticas gerencias encubiertas en cuatro años. Además, trabajadores impagos por meses se pasean protestando frente a una administración desentendida.

Esta no es la Lima que recibirá Castañeda; es la Lima en la que tendremos que seguir viviendo todos nosotros. Un caos en todo sentido y a toda hora. La impresión que dejan quienes se van es que llegaron –como se dice- sin saber leer ni escribir y que Lima era importante no porque vivían o vivieron en ella sino porque se aprovechaban y se aprovecharon de ella.

Indigna y ofende, por eso, esa actitud indolente. Ojalá que aprendamos a dejar de ser menos románticos, menos ensayistas, menos experimentales y más racionales al momento de votar. Parece imposible pedir eso pero es necesario. Y ojalá que las nuevas autoridades no pierdan la oportunidad de hacer obra, mirar adelante y darnos esperanza en un futuro decente. Lima lo espera y merece.

Por Alfonso Baella Herrera
(05 - dic - 2014)

Alfonso Baella
05 de diciembre del 2014

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