Arturo Valverde
Tragedia en Los Olivos: la dimensión literaria
No solamente un fenómeno social y psicológico

A raíz del baile que protagonizaron un grupo de jóvenes ante la tumba de una de sus amigas, víctima lamentable de la tragedia ocurrida en una discoteca en el distrito de Los Olivos, algunos columnistas han coincidido en que debería enfocarse este caso desde el punto de vista sociológico. Y me parece bien. Otros coinciden, además, en la necesidad de analizar el hecho desde el aspecto psicológico. También me parece bien. Sin embargo, desde mi humilde oficio, creo que el difundido baile, así como otras manifestaciones culturales, como despedir a balazos a un muerto, podrían ser trasladadas a la dimensión literaria.
Por la mañana y, en algunas ocasiones, hasta las nueve de la noche, por mi calle desfilan un sinnúmero de personajes literarios que reflejan el duro momento que atraviesa nuestro país. Los payasos ambulantes desfilan por la pista, interpretando sus números artísticos, sus trucos y bromas. No tienen carpa ni circo. Viajan en un auto y su público disfruta el espectáculo desde sus ventanas o balcones. Más tarde desfila una banda de mariachis, interpretando canciones populares mexicanas, y en ese tiempo se cruzan con los vendedores de paltas y frutas.
Conocida también es la difícil situación que atraviesan nuestros hermanos venezolanos radicados en el Perú, debido a la crisis ocasionada en su país por la dictadura, que gastó recursos en exportar su modelo en lugar de emplearlos para lograr que su gente viva bien. Pasan también por las calles y se ofrecen para realizar cualquier clase de trabajo, o simplemente piden algún tipo de colaboración económica, un pan o ropa.
Todos estos personajes literarios son parte de nuestro país. Y desde mi perspectiva, así como se analiza su situación desde la sociología, economía, política, también deberían ser tratados desde la dimensión literaria. Que algunos consideren a los ambulantes como un problema –porque generan desorden, ensucian las calles, no pagan impuestos–, y que es mejor arrebatarles sus cochecitos de huevos de codorniz y sus mercancías, no es el objetivo de esta columna. Creo que en ellos hay un esfuerzo diario para llevar un pan a sus hogares. La literatura está también para reflejar e inmortalizar un momento de nuestra sociedad, como un lienzo pero en palabras. Mi saludo a quienes están abocados a ese esfuerzo literario en estos momentos.
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