Hugo Neira

Steiner, multisabio. ¿A la vuelta de la esquina?

Desde la ciencia y la técnica hasta los clásicos

Steiner, multisabio. ¿A la vuelta de la esquina?
Hugo Neira
16 de febrero del 2020


Se nos ha ido George Steiner. Era uno de esos pensadores de ideas que me interesan vivamente. Y en especial, porque era de los inclasificables. Esos que no sabemos si son filósofos, políticos o literatos. Steiner se despachaba con una gran familiaridad tanto en el universo shakespeariano como con los mensajes bíblicos de la Capilla Sixtina. E igual en los mundos infinitos de Thomas Mann, Nabokov y el argentino Jorge Luis Borges. Y de paso, con el científico Aldous Huxley y los maestros de la ciencia ficción, entonces en plena expansión: Asimov y Clarke. Después me enteré que vivía en Cambridge rodeado de grandes científicos, laureados con el Premio Nobel. ¿De la ciencia y la técnica a los clásicos? Digo todo esto para que se entienda mi asombro. 

Pero ¿quién diablos es este hombre que igual se paseaba por el racionalismo de las ciencias y las literaturas? ¿Y daba conferencias en diversas lenguas? Entonces, me eché a buscar una reseña biográfica, una de esas serias que se hacen en Europa. Así, nacido en 1929 en París, en 1940, sigue a su familia a Nueva York. Se entiende, eran judíos. Ya dominaba el francés y en América se inicia en el inglés, al punto que ingresa en la Universidad de Chicago en 1949, donde obtiene dos diplomas, Letras y Matemáticas. Normal, ¿no es cierto? Modestamente, obtiene una maestría en Harvard, una de verdad, no como cierto presidente peruano que nos dijo que había sido 'profesor' por una de esas conferencias que suelen invitar las universidades norteamericanas a actores y deportistas. Volviendo a Steiner, la tesis la hace en Oxford, en 1955. Después de eso, no lo sueltan. Miembro del Instituto de Estudios Avanzados (o sea, Ciencias Físicas) y Decano en la Facultad de Letras. Olvidaba decir que su gran tema era la literatura comparada. 

¿Qué le parece, al amable lector? El camino del saber fue tanto de ciencia como de literatura. Lo digo, y me viene también como un anillo al dedo esa tontería que nos habita desde hace 30 años: que las ciencias necesitan, para progresar, la desaparición de la literatura, la gramática, la historia, la lógica, todo eso que teníamos en las Grandes Unidades Escolares, estudios por asignaturas y no por áreas. La educación no tiende a especializarse, sino a la multiplicidad de saberes en la misma cabeza. Eso por cierto, en Europa y países emergentes, en Asia. No por aquí. A la cola en cada encuesta PISA.

Steiner no es tan desconocido como con prejuicio se puede creer. Un ejemplo: cuando era Director de la Biblioteca Nacional del Perú, seguí publicando la revista que fundó Sinesio López, Libros & Artes. E incluso el diagramador, Luis Valera, continuó con su trabajo. Y por azar, llevé de casualidad uno de los libros de ensayo de George Steiner. Valera, viendo mi interés por ese escritor, me trajo una de las obras más importantes de las muchas de Steiner, Nostalgia del Absoluto. Ediciones (españolas) Ciruela, tengo el libro ante mis ojos. Valera era de esa izquierda culta de los sesenta y setenta. Trabajamos juntos e hicimos bellos libros. Gracias, Luis.

Las ideas de Steiner dieron la vuelta al mundo. Voy a comentar, brevemente, La cultura contra el hombre (1973). Steiner contradice a Freud. Considera que «es un mito que la razón domina los terrores de la historia». Steiner, y en una época menos violenta que la nuestra, consideraba que las «formas de aburrimiento» llaman a la destrucción brutal. Y eso era «una constante de la historia». En otros términos, «la barbarie era la hija de la cultura». Por supuesto, siendo judío, pensaba en la Shoah (la matanza masiva de los judíos de la Alemania nazi). Pero hubo otras, las de Camboya de Pol Pot, el Sendero Luminoso de ese país asiático. Los polpotianos mataron más gente que Sendero porque gobernaron. Hoy sigue la violencia en el Medio Oriente, y estallidos políticos por doquier. ¿Qué es lo que veía Steiner? Que en diversos países y culturas, en el socialismo mesiánico o en la intolerancia en el capitalismo, predomina la supresión del «inoportuno». Cada sociedad tiene los suyos. ¿Dónde está el error? En el deseo de absoluto. «He aquí por que se reúne un odio profundo en el subconsciente colectivo». Todo eso sale a flote con las hogueras en Santiago de Chile, el rechazo a los emigrantes en media Europa, los feminicidios. O cuando «380,000 llamadas falsas saturan las centrales de emergencia de los bomberos» (El Comercio, 15 de febrero). Parece nada y es todo. El crepúsculo del deber (Lipovetsky). La posmoralidad. 

Para Steiner vivimos también en un mundo de la poscultura. «Un mundo de letrados que no participan en los sistemas de comunicación». Internet, redes, la 'concentración mediática', en nuestro caso. Y algo peor. La desacralización de lo escrito. El desprecio al orden verbal. La banalización de la antigua autoridad del que sabe, «culture hors du mot», dice en francés, acaso su lenguaje maternal. La cultura sin lenguaje.

Steiner ve una paradoja. La ironía del éxito de la cultura occidental es que tras la revolución industrial, el darwinismo y la tecnología moderna, se ha producido, sin desearlo, el colapso de la teología sistemática, las Iglesias, «y hay en la existencia intelectual y moral de Occidente, un inmenso vacío». Así, «el malestar social», el uso de las drogas para evitar el mundo real y buscar los paraísos artificiales. Y además aparecen credos sustitutivos, mitologías. En suma, no hay una explicación total. Lo ortodoxo ya está muerto. ¿Me entiende el lector por qué me ha interesado siempre? No tiene las respuestas, pero sí las preguntas. Insisto, inclasificable, como en su tiempo lo fueron Platón, Hobbes, Rousseau, Darwin, Freud. 

En nuestro tiempo, ¿funciona acaso el sistema de clases que pensó Marx? ¿Los proletarios se van preparando para reemplazar a la burguesía? El capitalismo sin competidor, hundida por sí misma la URSS, ¿satisface a las sociedades más adelantadas? Nada de eso, produce brechas y desigualdad. La actual situación no tiene antecedentes, un mundo de incertidumbre. ¿Qué optimismo se puede tener si la racionalidad, en unos como en otros, disminuye? En fin, Steiner: «Nosotros, en Occidente, somos un animal construido para plantear preguntas y tratar de lograr las respuestas. Podemos intentar tratar con mayor cuidado el medio ambiente. Podemos intentar evitar el despilfarro brutal, la crueldad necia con los animales y para los seres humanos menos privilegiados». Ideales dice, desde el Renacimiento y la Ilustración. No estará con nosotros en los años venideros la cabeza lúcida de Steiner, un hereje, enemigo de todas las cobardías intelectuales que evitan la realidad. El caso es ¿cómo vamos a enfrentar los cambios climáticos y la crisis socioecológica ? ¿Qué modo de producción cuando se achique la superficie cultivable? 

Después de todo —no lo dice Steiner, sino el que escribe— la crisis ecológica revela las limitaciones del sistema actual. No es Marx ni un nuevo 1929 lo que frenará el capitalismo actual, sino la madre naturaleza. Habrá futuro, dice Steiner, pero no está claro si es para el hombre. Solo somos huéspedes de la Tierra. No los amos. Y extinción de centenares de especies, ya la ha habido. Sigamos discutiendo sobre nuestros problemas dignos de Liliput. Sin mirar ese universo vastísimo e incomprensible de nuestra era.

Hugo Neira
16 de febrero del 2020

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