Antero Flores-Araoz
Somos de extremos
Sobre las reacciones del Estado ante algunas tragedias recientes

En nuestro país, podemos advertir que somos de extremos; o no hacemos nada, lo que es malo, o hacemos en demasía, lo que es pésimo.Si bien estamos calificando en genérico, lo real es que nos queremos referir sobre todo a los accidentes.
Por ejemplo se conoce que cuando hay fuertes lluvias, pueden producirse “huaycos”, que traen deslizamientos de tierras, inundaciones, destrucción y pérdida de bienes y hasta de vidas humanas. Sin embargo, la gente sigue invadiendo cauces de ríos que aparentemente están secos, pero que por las crecidas vuelven a ser peligrosos. Mientras no haya huaycos, no hay medidas de prevención, pero cuando se producen ya es tarde.
En las carreteras, sobre todo con los puentes, pasa algo similar. En lugar de ser previsores y dar mantenimiento oportuno y adecuado a los puentes que están sobre ríos y otras corrientes de agua, no se hace absolutamente nada, pero cuando un puente se cae (algunos dicen desploma), pues a correr se ha dicho, a revisar todos los puentes, pero quizás de la revisión no se pase, ya que lo que se requiere es reforzar los puentes y hacerlo ya, para que no vuelva a suceder ningún accidente. Como dice el refrán, mucho ruido y pocas nueces.
Hubo varios incendios dentro de la llamada Lima cuadrada. Antes no se había hecho lo pertinente para evitar los sucesos, pero luego de lo sucedido a correr se ha dicho, declararon por Decreto Supremo emergencia en la zona, pero quizás de allí no se pase. Cuando el Cuerpo de Bomberos ha advertido sobre las carencias de equipos bomberiles, como carros bomba para combatir los siniestros, escaleras telescópicas y demás instrumental, pero además hacer las inspecciones tempranas para que no se deposite material inflamable en edificaciones que no están preparadas para ello. Si hubiese habido inspecciones a tiempo, quizás se hubiesen clausurado locales para que se les dé el uso conveniente y no el uso peligroso advertido.
En Trujillo, dentro de un importante centro comercial, colapsó el techo del “patio de comidas” con el resultado de algunas personas fallecidas y otras heridas y lesionadas. ¿Cuál fue la respuesta de las autoridades? El cierre del local, al igual que se han cerrado diversos otros establecimientos comerciales para ser inspeccionados.
¿Se pudo evitar la tragedia? Por supuesto que sí, pues para edificar un centro comercial se requiere contar con licencia de construcción y para que ella se otorgue, presentar al respectivo municipio los planos arquitectónicos, estructurales, eléctricos y sanitarios, que deben ser revisados y evaluados. En caso de haber observaciones, ellas tienen que subsanarse y cuando la edificación está concluida, se debe gestionar el certificado de conformidad de obra, todo ello a tenor de lo regulado por el Reglamento Nacional de Construcciones.
Adicionalmente para la apertura de los establecimientos es menester contar con la Licencia de Funcionamiento, que para ser otorgada se requiere previa inspección y verificación del cumplimiento de los requisitos previstos en la Ley Marco de las Licencias de Funcionamiento N° 28976 y su modificatoria la Ley N° 31914.
Si se hubiese cumplido a tiempo con las inspecciones, revisiones y demás acciones preventivas, no habría por qué estar cerrando centros comerciales por doquier, para hacer lo que se debió realizar oportunamente pero no se hizo. Ahora hacerlo a destiempo, originará que muchas personas se queden, sea temporal o definitivamente sin empleo, los proveedores de los centros comerciales sin poder suministrarles las mercancías, los productos perecibles en el centro comercial pues perdidos y, todo ello con resultado económico más que negativo.
Como hemos advertido, vamos de extremos, del no hacer nada, a los excesos, en lugar de hacer lo adecuado y a tiempo estamos corriendo. Hacer lo conveniente y a tiempo, es lo que se debe hacer. No hay necesidad de más regulaciones legales, pues las tenemos hasta en demasía y, en lo que se refiere a las inspecciones de defensa civil, no estén cambiando de criterios cada vez que se producen.
Siempre hay una moraleja, y ella es hacer lo pertinente y no estar cruzados de brazos.
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