Pedro Corzo
Solidaridad con los cubanos libres
Líderes iberoamericanos se pronuncian

Inspirados, tal vez, en el fuerte pronunciamiento de Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) contra el régimen totalitario cubano, más de 200 líderes iberoamericanos le han pedido al organismo regional que active un mecanismo que logre un cambio político en Cuba. El texto del documento pide al secretario general, encabezar “una iniciativa regional, con el fin de apoyar al sufrido pueblo de Cuba y de lograr que se produzca un cambio en esa nación hermana, a fin de que pueda recuperar la democracia, las libertades y que, finalmente, sea de nuevo incorporada a la OEA como miembro pleno”.
Este legítimo reclamo ha sido firmado por políticos, senadores y diputados, además de funcionarios activos y retirados, dirigentes políticos, defensores de derechos humanos, intelectuales, escritores, editores, prelados, artistas, periodistas, académicos y voceros de diferentes oenegés. Un respaldo a la afirmación de Almagro de que “es imprescindible que la dictadura cubana caiga”.
Otra parte del texto afirma que “durante décadas, la tiranía cubana se ha excusado de cumplir los mandatos del sistema interamericano, argumentando que no pertenece a la OEA. Sin embargo, la Organización de Estados Americanos es mucho más que una estructura diplomática que se rige por ciertos acuerdos y resoluciones. La OEA encarna un conjunto de valores y principios universales que deben ser cumplidos por todas las naciones del mundo, pertenezcan o no a esa organización multilateral”.
Una verdad rotunda, paralela a la tragedia que padece el pueblo cubano, es que el régimen isleño es el principal promotor de la desestabilización en el continente. El odio y desprecio de la marca política que llamamos Castro a la democracia es devastador; en consecuencia, mientras el castrismo exista, la amenaza es cierta.
Esta petición está suscrita por personalidades como la senadora colombiana María Fernanda Cabal, aspirante a la presidencia de su país, una líder profundamente comprometida en la lucha contra los movimientos inspirados en el populismo marxista y el castrochavismo, capaces de asociarse con el crimen organizado para conquistar el poder e instaurar en nuestros países gobiernos que exterminen libertades y derechos. La senadora Cabal es una firme opositora a las agrupaciones narcoterroristas y ha auspiciado, en el Congreso de su país, una serie de foros sobre el peligro a la libertad que encierra el comunismo. Líderes políticos del talante de la senadora Cabal y del diputado tico Drago Dolanescu, resultan fundamentales para impulsar una lucha a fondo por la democracia en el continente americano.
Por su parte, el pueblo cubano, asfixiado durante 62 años por un régimen totalitario, nunca ha dejado de exigir el fin de la tiranía y demandar la solidaridad hemisférica para su lucha. Los cubanos han reivindicado desde el paredón de fusilamiento, desde el fondo del mar, desde las cárceles y el exilio, y también en las calles, sus derechos y libertades.
Desgraciadamente sus reclamos han sido apagados con una brutal y despiadada represión que no puede dejar de asociarse a la voluntad de muchos de no escuchar y ver lo que acontece en la Isla. Entre eso que ni quieren ver están numerosos mandatarios latinoamericanos, atemorizados ante la capacidad desestabilizadora que la clientela política del castrismo tiene en sus respectivos países.
Es justo decir, las veces que sean necesarias, que un amplio sector del pueblo cubano nunca ha dejado de reclamar sus derechos, solo que esas demandas han sido sádicamente silenciadas. Un silencio que ha roto de una vez y para siempre una juventud harta de sufrir, comprometida a proclamar que la patria tiene que ser libre y ellos también.
El clamor de los sin derechos fue tan fuerte y masivo que tuvo que ser escuchado. El país en pleno se levantó pacíficamente, consciente de que le asiste el derecho a la rebelión contra una dictadura que lo oprime. El sonido de las cadenas de la esclavitud a punto de quebrarse llegó a todas partes y a todas las personas, incluidos esos que prefieren no ver ni escuchar la angustia de los otros.
La nación cubana ha estado sometida a un régimen de oprobios que no tiene precedentes en el hemisferio, además de que el discurso falsamente justiciero y libertario de Fidel Castro embaucó a no pocos dirigentes democráticos y sociales latinoamericanos y estadounidenses. Todavía hoy no faltan quienes culpan a otros de las carencias espirituales y materiales que padece el pueblo de la Isla.
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