J. Eduardo Ponce Vivanco

Sincerando la “integración sudamericana”

Priman las divergencias de las visiones político-económicas antagónicas

Sincerando la “integración sudamericana”
J. Eduardo Ponce Vivanco
27 de abril del 2018

 

Es dura la carta que comunica la saludable decisión de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú de “no participar en las distintas instancias de UNASUR a partir de la fecha hasta tanto no contemos, en el curso de las próximas semanas, con resultados concretos que garanticen el funcionamiento adecuado de la organización”. Con franqueza inusual en la región, los cancilleres firmantes aluden al caos e indisciplina que afectan a la organización después de 16 meses sin elegir Secretario General. Una reacción tan honesta merece un análisis fundado en las posiciones políticas y la visión de los países que componen la institución.

Para ser eficaces u operativas en el concierto internacional (y útiles para los pueblos de cada país) las organizaciones intergubernamentales deben reflejar intereses que, por lo menos, no sean divergentes. No es lo que observamos en Sudamérica, donde priman las divergencias derivadas de visiones político-económicas y posicionamientos internacionales tan antagónicos como los que separan al ALBA de la Alianza del Pacífico y el MERCOSUR. ¿Qué ocurrirá con el socialismo del Siglo XXI si cae el chavismo que lo sostiene (con la decidida asistencia de Cuba), o si Evo Morales es derrotado en las elecciones? ¿Cuando se concretarían estos inciertos desenlaces? Con este trasfondo, ¿es viable una organización que solo decide por un consenso (unanimidad) imprevisible en UNASUR? ¿Se justifica utilizar el dinero de los contribuyentes en una organización que solo puede ser escenario de enfrentamientos paralizantes?

Los cancilleres de UNASUR se reúnen en mayo, y a ellos toca dar respuestas sensatas y realistas a estas preguntas y a la situación que ha determinado el alejamiento temporal de la mitad de los miembros de una organización auspiciada (obsesivamente) por Chávez y Lula en función de sus objetivos de dominación subregional.

En una afortunada coincidencia, el brillante ex ministro peruano Luis Carranza, presidente de una entidad tan reconocida como la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) ha lanzado importantes propuestas, adelantadas en el artículo “Corredores Inteligentes para la integración de América Latina”*. Con el apoyo del BID y el Fonplata, la CAF ha presentado los estudios de dos sofisticados corredores logísticos al norte y sur del subcontinente para potenciar la competitividad del comercio entre Perú, Colombia, Brasil y la Cuenca del Pacífico; y otro que apunta al mismo objetivo entre el MERCOSUR y el Asia-Pacífico, a través de una interconexión óptima entre las regiones argentina de Cuyo y Central de Chile.

El trabajo de la CAF ha sido materia de la conferencia “Infraestructura para el desarrollo de América Latina”, que ha terminado ayer en Buenos Aires (aparentemente sin participación peruana). Carranza sostiene que “la agenda de infraestructura de integración regional debe pasar del ‘paradigma unidimensional’ centrado en la integración física, hacia un ‘paradigma multidimensional’ de integración física y funcional. Este enfoque funcional debe englobar intervenciones sistémicas —infraestructura, servicios, gobernanza— sobre corredores logísticos de integración que articulen diversos ámbitos de desarrollo, como clústeres productivos, ejes de interconexión, pasos fronterizos, áreas metropolitanas o puertos”.

Las instituciones financieras más importantes que apoyan el desarrollo de los países sudamericanos han reactualizado los planes y acuerdos originales de la I Reunión de Presidentes de América del Sur, celebrada en Brasilia por invitación del presidente Fernando Henrique Cardoso. Su encarcelado sucesor, Lula da Silva, instrumentó en forma perversa las iniciativas consagradas el 1 de setiembre de 2001 para ponerlas al servicio de su ambición geopolítica y la codicia de las constructoras brasileñas de Lava Jato, que se hicieron de los contratos de las IIRSA. Paralelamente, el proyecto ideológico de las izquierdas promovió una organización útil; por ejemplo, para cohonestar reelecciones indefinidas mediante “acompañamientos electorales” que disimularan la ausencia de observadores internacionales calificados, como en Venezuela.

Kirchner, Chávez y Lula, principales animadores de UNASUR, le inocularon el germen de su probable extinción.


* https://elpais.com/elpais/2018/04/19/opinion/1524157363_502258.html

J. Eduardo Ponce Vivanco
27 de abril del 2018

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