Jaime Chincha

Segundones no hablan de seguridad

Segundones no hablan de seguridad
Jaime Chincha
04 de diciembre del 2015

Es urgente incluir al crimen en la agenda electoral.

Los candidatos que secundan a Keiko se están rompiendo la cabeza. ¿Por qué están en el segundo puesto, en un empate técnico que los atormenta? PPK busca más jales como Meche Aráoz y Julia Príncipe, quienes, según la tienda ‘pepekausa’, serán presentadas la siguiente semana; todo bien con más adhesiones, sobre todo si sopesamos el impacto popular que ambas señoras le darán al candidato Kuczynski. Aráoz es inteligente, maestra, tecnócrata y guapa. Príncipe es recta, incorruptible, capaz de enfrentarse a lo más alto del poder; a mí me recuerda a Heather Dunbar, el personaje que encarna a la Procuradora General de los Estados Unidos en la Serie “House of Cards”.

Acuña, por su parte, ahogado con las denuncias de su exesposa y las que lo comprometen con el abuso sexual, sale a proponer la declaratoria en emergencia de la seguridad ciudadana. Suena populachero y en él parece caer en saco roto. Y hay que ser sinceros, el apellido Fujimori al final le ha salido rentable a Keiko. En los sondeos que hoy la colocan arriba, su imagen se asocia a la mano dura y a la expectativa de acabar con el crimen. Todo por el pasivo que arrastra del padre, porque de ella no ha surgido una sola propuesta audaz contra el crimen que nos agobia.

Así no hay, hasta hoy, un solo candidato que se la juegue por una auténtica reforma policial. Ello será gravitante para reducir los índices de delincuencia que este gobierno ha dejado subir a niveles descomunales. No hay, hasta hoy, un solo candidato que haga planteamientos radicales; refundar la policía, degradar públicamente a los efectivos —oficiales y suboficiales— que hayan manchado su hoja de vida por aliarse, por lo bajo, con los delincuentes y los mafiosos. Y esa información se conoce en la inteligencia; no nos hagamos los suecos. No hay un candidato, ni uno solo, que se atreva a proponer que las comisarías deben estar subordinadas a los Alcaldes. La ley señala que los gobiernos locales presiden los comités de seguridad ciudadana; pero a la vez la misma ley dice que los Alcaldes coordinan —no acatan órdenes, que es muy distinto— con los comisarios. ¡Pamplinas! Eso no sirve, no ha servido y ha permitido, más bien, que los jefes policiales asignados a los distritos le hagan caso al Alcalde solo si les cae bien, o si es “buena gente”; porque de lo contrario, boicotean su trabajo y es al final, según esa misma maldita ley, quien resulta responsable de la delincuencia sin tener mando sobre ese policía que solo reporta al dichoso Alto Mando o al Ministerio del Interior.

Lo que han propuesto un par de candidatos —Toledo y García, para ser más claros— es que los militares salgan a patrullar las calles a ciertas horas del día. Al principio yo creía que esa fórmula sonaba efectista, pero no. He sido testigo presencial de cómo en ciudades como Cartagena, cuando cae la noche, aparecen militares paseando por el gran malecón de esa bella ciudad colombiana. Pero lo que supe luego, es que ese patrullaje responde a una cadena de mando que es parte de un plan completo contra el crimen. Según me comentó el general Pérez Rocha, a los colombianos les costó 20 mil millones de dólares toda la reforma que ha hecho de su policía la más respetada de la región. Es cierto que un delincuente lo pensará dos veces, antes de cometer alguna barbaridad, si es que observa a un militar armado en cada esquina; pero la propuesta de los dos candidatos citados líneas arriba, es que el Ejército salga y ya. Sin el más mínimo criterio de cómo acabarán con los criminales, sin el más mínimo criterio de los cabecillas que alientan la criminalidad, sin siquiera saber por dónde empezar.

Una propuesta así, en esas condiciones, es de un facilismo tan mediocre como peligroso. La idea sería que sí salgan los militares por un período de emergencia, mientras que en paralelo se va haciendo una reforma en los altos mandos; una reforma moral, sanitaria, urgente y completa. El candidato que consiga plantear un paquete de medidas eficaces, y así de revolucionarias, conseguirá no solo pasar a la segunda vuelta, sino ganar la elección. Así que, en mi modesta óptica, esta elección todavía no ha empezado. Los sondeos que hoy nos muestran a cinco protagonistas, no serán los mismos durante el verano y menos en abril. Lo que hoy parece una tendencia, mañana será historia. Todavía falta escuchar al candidato o candidata que salga a ofrecer soluciones contra las fechorías que los delincuentes cometen, a vista y paciencia de toda la sociedad. Será por eso que, después de Keiko, el candidato más votado es el señor de nombre Nosabe y de apellido Noopina.

Por Jaime Chincha Ravines

Jaime Chincha
04 de diciembre del 2015

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