Alan Salinas
Sabina
El cantautor español acaba de cumplir 70 años

Escuché por primera vez a Joaquín Sabina en casa, por mi padre. Pero fue en la universidad que comencé a escucharlo con más frecuencia. Por influencia de los amigos bohemios, de los inconformes de Ciencias Sociales de San Marcos, claro está. Y es que sus letras son muy potentes, llenas de —más que sentidos comunes— alegatos a las vivencias, cuitas y alegrías, entre la profundidad de la noche y los amaneceres del día siguiente.
Y es que remitirse a Sabina es remitirse a sus excesos y composiciones en coplas. El cantautor uruguayo Jorge Drexler sostuvo que el mejor juglar que ha escuchado —hoy por hoy— es Sabina. Y no le falta razón. Tiene las palabras precisas, y en cuartetos, en ese buen decir caballeresco de don Quijote. Su vida es un testamento vital construyéndose.
Políticamente de izquierdas, exiliado en Londres, apasionado por la tauromaquia, de profesión poeta (como suele llamarse), bebedor empedernido, fascinado por Latinoamérica, amante de las madrugadas y (antes de Ximena, su esposa peruana) de las magdalenas. Complejamente humano, es un profano haciendo creer que un cielo en un infierno cabe. Que existe un oficio de vivir. Que lo simple en lo complejo cabe. Que los amores que matan nunca mueren.
“No tiene Facebook, ni Twitter, ni hashtags, [ni celulares], ni la puta que los parió” como dice en “19 días y 500 noches”. Es atrevidamente un enemigo íntimo. Sobre el disco con Fito Páez dijo a Bebe Contemponi en “Por la vereda del rock”:
Yo he hecho planes de hacer disco con mucha gente toda mi vida. Y alguna de esa gente ahora me dice ¿por qué lo estás haciendo con Fito y no conmigo? Yo les digo que la medalla es para él. Yo les digo es que Fito no me llamó y me propuso un disco. Fito me dijo: "Cabrón, te ato a la mesa". Y lo hizo, sencillamente.
Lo complejo que puede ser Sabina atrae, como a este profano aspirante a escritor. No solo atrae, descubres literatura o psicoanálisis entre copas (y coplas). Alguna vez pensé cruzarme con él en algún bar de Barranco, después de un concierto suyo por nuestro país, para la entrega de algunas hojas que tenía escritas por ahí y un brindis. Perdí en ese intento, nunca me lo crucé. Pero después de cada canción escuchada, al pensarla siento que hay una conversa con él, aunque no esté. Deja sus mensajes.
Admirador de Javier Krahe, músico español conocido por la ironía en sus canciones; sobre todo con los del Partido Socialista Obrero Español. Sabina —después de su retiro de los excesos (aunque algunas veces desaparece y vuelve, como dice Ximena)— lo niega todo, como dice su canción, para evitar problemas.
Hace dos días fue su cumpleaños número 70. No gusta de celebraciones en ese día, ni de 14 de febreros. Pero los que sí lo escuchamos hicimos algún brindis por lo vivido, y excedido en algún momento, con sus canciones.
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