Darío Enríquez
Respetemos la voluntad popular
Nuevo Congreso es todo un misterio, pero es lo que hay

Aunque no podamos descifrar la nueva composición del Congreso, mil y una voces surgen tratando de alcanzarnos una interpretación plausible. Complicado. En línea con nuestro carácter nacional de siempre, más pesan descripciones irónicas o humorísticas, cuando no la abierta descalificación e insultos contra el rival derrotado o simplemente contra quienes votaron diferente.
“El Perú ya es oficialmente Monos y Monadas”, lanzó el conocido intelectual Raúl Mendoza Cánepa en Redes, desatando todo tipo de comentarios desde la perplejidad de resultados que nadie había previsto. Se ha demostrado que nuestro Perú es imprevisible, irreverente, desordenado, sorpresivo, divertido y festivo hasta con temas muy serios. Todo deviene caricaturizable.
Sin embargo, es muy diferente cuando desde un odio patológico, se califica de “idiotas” a los piuranos por haber dado primera mayoría al partido fujimorista Fuerza Popular (con 3 de 7 congresistas electos en esa circunscripción). Inaceptable. También inaceptable ese discurso maniqueo, victimista y descalificador del congresista electo Alberto de Belaunde, hablando desde su torre de marfil de pretendida (y falsa) superioridad moral, quien dijo en referencia a Frepap (grupo religioso que sorprendió con muy buenos resultados): “La boca de urna nos hizo pensar que la amenaza de los fundamentalismos había sido derrotada electoralmente, pero vemos que no es así”. Una furibunda y justa respuesta puso las cosas en su lugar: “Señor Alberto de Belaunde, le exigimos que se retracte inmediatamente, ¿o acaso no respeta la decisión del pueblo? ¿O el pueblo solo es inteligente cuando vota por su partido? ...”
Así están las cosas. Por su parte, una aritmética retorcida que impide la expresión plena de la voluntad popular hace de las suyas. Personajes como Alberto Beingolea, Renzo Reggiardo y Mauricio Mulder, cuyas votaciones individuales se encuentran en el top 15 de 1,500 candidatos, no serán proclamados electos porque sus partidos no superan una absurda y arbitraria “valla electoral” fijada en 5% del total de votos válidos a nivel nacional. Peor aún, un partido como Juntos por el Perú debería colocar cinco congresistas, según votación alcanzada, pero como tiene 4.89% no supera la valla y sus votantes quedan sin tener una representación legítima en el Congreso. Cosas que suceden y seguirán sucediendo cuando se aplican reglas tiradas de los cabellos, sin base racional, suma interminable de abracadabras aritméticos sacados de una perversa chistera. En eso no hay mayor mejora y más bien la fragmentación del voto amplifica el efecto nocivo de estas disposiciones.
Llama la atención que alguien como Daniel Urresti, acusado de asesinato y violación sexual –aunque absuelto en controversial fallo judicial– haya logrado la más alta votación superando el medio millón de votos ¿Acaso nuestros ciudadanos no están bastante sensibilizados frente a violencia de nuestra sociedad y en particular contra la mujer? Claro que sí, pero la mayoría de ciudadanos también entiende que esta legítima preocupación del día a día es aprovechada indebidamente por una justicia politizada, en la que quienes tienen el poder usan supuestos ilícitos como armas arrojadizas contra sus enemigos políticos. El abuso del poder es identificable y el ciudadano común y corriente lo castiga cuando está a su alcance hacerlo. Parece ser el caso de Urresti.
¿Será este Congreso mejor que el anterior? No hay ningún elemento objetivo que lo asegure, de modo que lo más probable es que el deterioro continúe. Sin embargo, sea cual fuere, debemos aprender a respetar la voluntad popular, porque no hacerlo trae consecuencias por lo general negativas para todos.
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