J. Eduardo Ponce Vivanco

Reconciliación de la política con el Perú y el ciudadano

A propósito del nuevo gabinete ministerial

Reconciliación de la política con el Perú y el ciudadano
J. Eduardo Ponce Vivanco
12 de enero del 2018

 

La muy esperada juramentación del “Gabinete de la Reconciliación” arrancó con el inesperado bautizo de Cayetana Aljovín en el puesto que precisamente dejaba. Su don de gentes hizo que la jocosa confusión del Presidente se diluyera en el aplauso que ella misma arrancó con el suyo. Fue el aperitivo de la ceremonia en que fue ungida como Canciller, remplazando a un diplomático de formación y trayectoria tan destacadas como el embajador Ricardo Luna. Valla muy alta y responsabilidad enorme en la conducción de la política exterior, en un mundo atormentado por incertidumbres y amenazas a la paz. Un severo desafío para el Consejo de Seguridad de las NN. UU., garante del mecanismo de “seguridad colectiva” de la organización mundial que ha elegido al Perú como uno de sus miembros no permanentes. Para evidenciar la importancia de esta distinción, Luna viajó a Nueva York para asumir el cargo en nombre del país.

Sin un conocimiento cabal de los hechos no se puede emitir juicios válidos sobre los motivos de un cambio ministerial que, antes que a nadie, debe haber sorprendido a la nueva ministra. Su experiencia y preparación (ver su perfil completo en Altavoz.pe), así como la confianza que merece del jefe de Estado y la Premier, la califican para importantes posiciones en el gabinete ministerial. Será un difícil reto para ella y un desafío institucional para Torre Tagle, que deberá darle su apoyo profesional para que cumpla con la misión que le han encomendado. Si el propósito es priorizar el campo económico y comercial (cuya gestión internacional fue progresivamente concentrada en el Mincetur, en desmedro de antiguas competencias de RR. EE.), la salida de un profesional tan solvente como Eduardo Ferreyros podrá ser compensada desde la Cancillería, en vista que el ministro reemplazante es un especialista en turismo.

Este cambio dará oportunidad para demostrar que nuestra diplomacia profesional está plenamente capacitada para actuar en la promoción de inversiones y la negociación económica y comercial en concierto con los expertos del Mincetur. El apoyo de la Premier (destacada profesional en ese campo) y de la Canciller Aljovín pueden permitir que el objetivo del Gobierno se instrumente a través de la red de embajadas, consulados y oficinas comerciales del Perú a lo ancho mundo.

Como en el resto de sectores, estas posibilidades no se concretarán si el Gobierno no afina y mejora su gestión política frente a la oposición en el Congreso y fuera de este. Los rencores y la polarización post elecciones 2016 nos llevaron al extremo de la frustrada vacancia presidencial, que se ha vinculado al contestado indulto al ex presidente Fujimori. El intento de convertir su perdón en eje de la reconciliación nacional ha fracasado hasta ahora. Así lo demuestran el reciente comunicado de Fuerza Popular y la renovada agresividad de sus voceros. Es lamentable que se haya bloqueado la incidencia que la libertad de Alberto Fujimori podría haber tenido para desatar el nudo gordiano del entrampamiento político que nos maniata. Para legitimar su actitud paralizante, Fuerza Popular sostiene que el voto le ha dado un mandato de control y fiscalización impenitentes. La injustificada situación de ingobernabilidad que esa posición implica exige un esclarecimiento riguroso: la elección de la mayoría de FP en primera vuelta —que Keiko Fujimori ganó— supone que la voluntad del fujimorismo fue asegurar que su gestión de gobierno estuviera indiscutiblemente respaldada en el Congreso. Quiere decir, entonces, que la voluntad del elector fue precisamente la contraria de la que se invoca en el pronunciamiento partidario.

Es penoso que ese posicionamiento haya bloqueado los efectos sanadores potenciales del perdón al ex mandatario, que fue indultado para salir del entrampamiento político nacional que se habría agravado severamente con la vacancia presidencial. Es lamentable también que esa controversial decisión de PPK no sea aprovechada para superar la destructiva relación entre los herederos del movimiento partidario que tiene como origen los éxitos de la gestión de Fujimori; éxitos que, a juicio de la mayoría, no han sido superados por sus errores y delitos.

Cada vez más desafecto y decepcionado de la vida pública, el ciudadano se siente traicionado por ese mundillo político que se devora a sí mismo. Prisioneros de sus antagonismos sin cuartel, los parlamentarios se reclaman como representantes de quienes no los han elegido para provocar el vergonzoso pandemonium que se escenifica diariamente en el Congreso y se magnifica en los medios de comunicación y las redes sociales, ámbitos privilegiados de este deprimente espectáculo que ha corrompido el sentido primordial de la política como quehacer inspirado por el bien común.

 

J. Eduardo Ponce Vivanco
12 de enero del 2018

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