Darío Enríquez

¿Qué hacer contra la amenaza estatista?

Es una amenaza real, no son abigeos

¿Qué hacer contra la amenaza estatista?
Darío Enríquez
11 de junio del 2019

 

En 1980, cuando acontecieron los primeros ataques terroristas de la jauría comunista Sendero Luminoso (SL), las autoridades gubernamentales quisieron minimizar los hechos diciendo que se trataba solo de “abigeos”, y que eran incidentes sin mayor importancia. Se dejó crecer el fenómeno sin tomar las medidas pertinentes. Con el paso del tiempo, al tratar de enfrentarlo ya había crecido demasiado, y se sumó la insania del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), configurando la espiral de violencia, sangre y miseria que todos sufrimos. Los ríos de sangre corrieron, llevando a nuestro país al borde del colapso.   

Hoy, en 2019, enfrentamos una nueva ofensiva del mismo signo ideológico, pero que aprendió la dureza de su derrota política y militar en los noventa. Por un lado, subsisten algunos focos terroristas, reducidos a amanuenses del narcotráfico en la zona conocida como el VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro). Por otro lado, muchos de los remanentes de las hordas asesinas de SL y MRTA están saliendo de la cárcel. Estos delincuentes terroristas, reciclados y mimetizados en la sociedad, se unen a mucha gente que quizás no se atrevió a tomar el fusil pero que sigue enarbolando el genocida grito de “Patria o Muerte” (¿La muerte de quién? Pues de quien piense diferente).

Esta nueva base ideológico-social de izquierdas se agazapa en medio de la frondosa burocracia estatal, acaso como empleados de confianza, pasando desapercibidos en medio de honestos y leales funcionarios de carrera; otros, en centenares y tal vez miles de puestos como profesores y auxiliares de educación en colegios estatales. Hay quienes se encuentran muy cerca del poder, algunos de ellos en el Parlamento como congresistas, asesores o simples trolls mediáticos asalariados desde las redes sociales. En el extremo, uno de los actuales ministros se ha revelado como uno de ellos.

Con las diversas experiencias del mismo tipo en nuestra América Latina, en especial con la generosa billetera verde de la tiranía chavista, han aprendido a usar las facilidades de un sistema bobo como el de nuestra democracia débil y precaria, para montarse en ella buscando su destrucción. Si a esas izquierdas le sumamos el fascismo etnocacerista encabezado por Antauro Humala, que pronto saldrá de prisión, vemos que la situación se complica mucho más.

Este amasijo de izquierdas y fascistas violentos tiene un denominador común: el estatismo salvaje. El actual ministro de Justicia, hablando impunemente en nombre de todos ellos, ha pedido que el Estado retome su rol como empresario. Increíble. Están pidiendo la adopción del modelo que ha sido la desgracia del hermano país de Venezuela. Debemos despertar y ser conscientes del grave riesgo que estamos enfrentando en este momento. No son abigeos.

La dramática reducción del crecimiento económico, la enorme caída de la inversión privada (tanto extranjera como nacional), el desempleo (que avanza lenta pero sostenidamente) y el sobreendeudamiento de las familias, todo ello nos dice que perdimos la oportunidad de retomar la ruta hacia el desarrollo en 2016. La creciente inseguridad ciudadana solo amplifica los efectos del deterioro de nuestro relativo y novísimo bienestar. La izquierda aprovecha hoy para denostar el exitoso modelo de libre mercado y relanzar su trasnochado estatismo. Los ingenuos aplauden.

No quieren darse por enterados. La corrupción es inherente al estatismo. El libre mercado no lleva necesariamente a la corrupción, salvo que participe el Estado apoyando con ventajas ilegítimas a los mercantilistas de siempre. Este apoyo se brinda desde un sistema judicial corrupto y corruptor, hasta un Ejecutivo que pone el Estado al servicio de intereses particulares y subalternos, pasando por un Congreso controlado para ser funcional al poder o demolido mediáticamente para neutralizar su labor fiscalizadora.

Desde que, en 1998, el gobierno de Alberto Fujimori viró hacia el “generoso” keynesianismo (como parte de su fallido plan reeleccionista), se detuvo el progreso. Con lo que se había avanzado hasta entonces se ha venido "parando la olla" del Perú hasta hoy. Requerimos con urgencia una segunda ola de reformas. Ningún gobierno posterior fue capaz de cambiar el rumbo de colisión.

Hemos sido dominados por el socialmercantilismo producto de la colusión entre empresarios corruptos y políticos sin escrúpulos. Todo ello concebido, ejecutado y sostenido por la organización criminal transnacional creada por el socialista Lula da Silva, el Foro de Sao Paulo y los empresarios corruptos de Odebrecht y cía. En el Perú son representados por su socio máximo GyM y el conglomerado de “Los Malditos de la Construcción”, además del gran aparato mediático del que los principales de GyM son propietarios y que difícilmente puedan alegar “distancia”: Diarios El Comercio, El Trome, La República y otros, América Televisión, Canal N, etc. Una red de influencias adicional, torciendo la voluntad de académicos de prestigio y estudios de abogados reputados, junto a la nefasta publicidad estatal que somete con facilidad también a otros medios, completan el cuadro de la megacorrupción y la impunidad en el Perú.

Debemos recuperar la senda del desarrollo, defendiendo y profundizando el exitoso modelo de libre mercado. Ese es sin duda nuestro desafío como ciudadanos libres. Sin descartar la parte social, pues el rol subsidiario del Estado es fundamental para llegar allí donde el mercado no llega, debemos dar un sonoro “no” a las pretensiones extremistas. Nosotros, que vivimos la grave crisis que desató el modelo estatista en el Perú. Los miembros de nuestra generación, quienes soportamos sobre nuestros hombros los dificilísimos años noventa.

Más allá de cuáles hayan sido nuestras opciones electorales (se escoge entre lo que hay), debemos tener un solo frente contra el estatismo salvaje. No cometamos como ciudadanos el mismo error que cometieron los políticos. Pensamos que los partidos PPK y Fuerza Popular eran promercado. Grave error: PPK era proempresas mercantilistas corruptas, y Fuerza Popular nunca supo que quería. Al final, un caos total que abre el camino para las Izquierdas y el fascismo etnocacerista de Antauro Humala. Cuidado.

 

Darío Enríquez
11 de junio del 2019

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