Qosqo, hambre y miseria

Cada vez que leo o hablo sobre el Qosqo escucho la voz de José de la Riva Agüero: “Cusco, hay que verte desde lo más alto y desde lejos, emperatriz destronada de infaustos destinos”. Esta profética expresión me duele por su certeza histórica, me recuerda el fracaso, las oportunidades perdidas, la sumisión al centralismo, la corrupción generalizada, los traumas históricos, nuestra confusa psicología, nuestra falsa identidad, el hambre de los campesinos, la miseria de los nativos amazónicos, la marginalidad educativa y, nuestra barbarie política. 

El Qosqo, desde el 2003 hasta la fecha, ha recibido por canon y regalías de Camisea, aproximadamente US$ 6,000 millones de dólares y no sabemos en qué se ha gastado ese dinero, porque no tenemos hospitales, médicos, equipos de seguridad, logística para afrontar la pandemia del Covid-19. Tampoco las trece provincias tienen servicios básicos, y el gas doméstico cuesta más de S/ 50 en La Convención, donde se encuentran los yacimientos de Camisea. La desigualdad y el conformismo son las características de la región.

La minería en Espinar, luego de una larga lucha campesina, creó un convenio marco que tiene un fondo social aproximado de S/ 500 millones. Ese dinero es para infraestructura social y productiva. Sin embargo, frente a la crisis sanitaria y económica, las organizaciones sociales y las autoridades locales han aprobado que a cada ciudadano espinarense le otorguen un bono de S/ 1,000, a pesar de la oposición de algunos ejecutivos de empresas mineras, que no entienden el entorno social y económico con el que conviven. En Chumbivilcas las postas médicas y los servicios básicos son inexistentes, parece que no existen empresas mineras, autoridades locales ni organizaciones sociales que armonicen intereses. 

El turismo vital para los cusqueños está quebrado; miles de artesanos, trabajadores de hoteles, restaurantes, transportes, agricultores, mercados, etc., han perdido sus ingresos. Sin embargo, los bancos amenazan con cobros coactivos y obligan a refinanciar deudas con intereses usureros. Las empresas privadas actúan prepotentemente contra los cusqueños que no saben cómo defenderse. Las autoridades regionales y locales con su silencio sepulcral ante estos hechos son cómplices de esas prepotencias. 

Con el aval vergonzoso de gobernadores, alcaldes, parlamentarios y la indiferencia popular, los recursos del boleto turístico se depositaban en las arcas del centralismo limeño para alimentar la corrupta burocracia. El gobierno nacionalista de Jorge Acurio Titto, Ollanta Humala y Nadine Heredia instalaron la corrupción, la demagogia en el gobierno regional. 

El profesor Ernesto Meza Ticca dirigente de los maestros me dice: “los padres de familias van a los cerros para captar la señal de Internet en sus celulares, porque no tienen en casa. Las clases virtuales no funcionan, los cusqueños nos estamos muriendo de hambre”. El confinamiento pierde fuerza porque los policías tienen miedo a contagiarse por la masiva llegada de los caminantes. Reitero la gente se está muriendo de hambre y necesita trabajar.

El alcalde provincial se ha convertido en un fantasma que deambula por la ciudad sin ninguna autoridad; el gobernador regional no ata ni desata, y está enfrascado en una pelea partidaria por puestos públicos y vulgares denuncias de violencia contra la mujer. La inmensa mayoría repudia la corrupción de Acción Popular. El Qosqo está sin norte, caminando a un infausto destino sin saberlo.