¡Pucha, que frío!

Sobre el “calentamiento global” y la ola de frío en el sur del Perú

El frio siempre fue un gran enemigo del hombre. Recordamos, por ejemplo, que la Pequeña Edad de Hielo que duró cinco siglo a partir de 1300. Es descrita por historiadores como un periodo particularmente nefasto por la humanidad: frío intenso, malas cosechas y un corolario macabro: hambruna y millones de muertos. A contrario, las temporadas más calurosas, que vieron surgir grandes progresos de la humanidad, son consideradas como óptimas: Óptimo Medieval, Óptimo Romano, Óptimo del Holoceno.

Mientras los alarmistas de hoy fastidian con sus apocalípticos delirios sobre un supuesto “calentamiento del planeta”, y tratan de hacernos desperdiciar recursos escasos y valiosos en proyectos como anticuados parques de molinos de viento que, como ya comenté, tienendébil rendimiento, en el sur del país se sufre enfermedades y el ganado se muere por culpa del frío.

En Europa se construyen casas muy eficientes contra el frío: ventanas con doble (hastatriple) capa de vidrio, paredes gruesas a base de ladrillos y cemento (ojo, no critico el adobe que también tiene una propiedad térmica interesante), capa externa de aislante (poliuretano), calefacción central (a gas, petróleo o eléctrico), etc.

Protegerse del frío es posible pero tiene un costo. Costo financiero que no se podrá resolver de otra manera que mejorando la productividad y la diversidad de actividades. De un lado, reduciendo trabas administrativas y de otro lado aprovechando los recursos disponibles. No me cansaré decirlo: en el Perú el desafío no es redistribuir sino producir mayor riqueza (bienes y servicios).

Según los ecostafadores, abrigarse del frío también tiene un costo ambiental por las emisiones de CO2 ligadas a la producción de materiales de construcción (tal como lo enuncié antes) y a la misma producción de calor. Con su plan de reducción de emisiones, dudo que el ministro del Ambiente acepte decir conmigo, razonablemente, que debido a las condiciones climáticas, las emisiones de un puneño, un arequipeño, un ayacuchano, deberían ser el doble de las de un limeño.

Recordamos que el cuento que nos hacen los ecologistas radicales nace de modelos fracasados de simulación del clima (peor aún en zona intertropical). Estas curvas en forma de plato de fideos, presentadas por el profesor John R. Christy a la Cámara de Representantes de los EEUU, merecen una explicación.

La línea roja muestra la evolución “esperada” de la temperatura, haciendo el promedio de 32 modelos informáticos. Las curvas por encima de ella enseñan la evolución de la temperatura si hubiéramos mantenido un nivel de emisiones constante (Business as usual). Son las que nos anuncian algo de 4.8°C de más para el fin del siglo. Las curvas por debajo contemplan mayormente resultados de modelos con tremenda disminución de emisiones (más de 50%), modelos que predicen que, con las justas, nos llegaríamos a fin la del siglo a +2°C.

Bueno, la humanidad emitió más CO2 que lo previsto por los modelos Business as usual, y las temperaturas medias en el mundo real (líneas verde y azul con redondos y cuadrados) son inferiores a todos los modelos. ¡Un fracaso total!

Las noticias, en efecto, no son nada alentadoras. A pesar de nuestros esfuerzos para emitir CO2 (y así contribuir a que el planeta sea más verde), el planeta no se caliente como se ha sugerido. Peor aún, empiezan a salir noticias, incluso en la prensa alarmista francófona, que reportan que el clima estaría bajo el control del sol -¡oh sorpresa!- y que la desaceleración del ciclo del astro podría devolvernos a una pequeña edad de hielo.

Pues bien, son tremendas razones para dejar la estupidez de los ecologistas radicales, analizar los problemas actuales y concentrarnos en resolverlos, es decir ¡hacer lo que la humanidad siempre hizo!

Por Vincent Dumortier

14 – Jul – 2015