Raúl Mendoza Cánepa

Primavera poética

Primavera poética
Raúl Mendoza Cánepa
26 de septiembre del 2016

Sobre el encuentro internacional de poetas que se está realizando en Lima

En Huánuco se dio la partida para este festival que rinde tributo a la poesía. Se trata del IV Festival Internacional Primavera Poética, que esta semana sigue su trayecto en Lima. La cita literaria reúne a poetas nacionales y extranjeros. Organizado por el poeta Harold Alva y la editorial Summa, rinde homenaje a diversos vates; en esta oportunidad, al ecuatoriano Iván Oñate; a los colombianos Jotamario Arbeláez y Rafael Patillo; al argentino Leopoldo Teuco; y a los peruanos Jorge Nájar, Samuel Cárdich y Ricardo Falla. Se menciona también al chileno José María Memet, presidente de la organización de Chile Poesía.

Aunque a quien escribe esta nota le toca recitar su obra, la sustancia de este artículo no es el autor (lo menos importante), sino la poesía per se, como género. Vale esta fiesta poética para darle pie a uno de los temas que suele ser soslayado por la crítica y vapuleado por la indiferencia del lector. Los poetas están condenados a la autoedición, a regalar sus libros, a esperar el interés de las librerías y las bibliotecas, a ser ninguneados por la crítica, por los medios y hasta por los propios escritores, en un escenario en el que la narrativa gana terreno. ¿Y la poesía? Dado que me ha tocado leer y escuchar a muy buenos poetas peruanos aseguro, a contracorriente de los balances anuales de los diarios y las revistas, que la poesía tiene mucho que decir. Nombres hay, y este festival presenta a un buen número, en un ejercicio de justicia poética.

La poesía suele ser valorada —por algunos— más que por lo que expresa, por lo que rompe. El poeta está llamado siempre a quebrar, es juzgado por sus influjos y sus tradiciones (como lastres), está determinado por la masa crítica a ser original. Tal llamado, que es también una tenaza sobre la creación, carece de validez. El poeta solo se debe a sí mismo y a su imaginación, a sus sentimientos e impresiones, por lo que ha de mantenerse distante del parecer de los demás.

En Cartas a un joven poeta (libro publicado en 1929), Rainer Maria Rilke se dirige a un joven poeta, llamado Franz Xaver Kappus, al que quiere transmitir su seguridad y llamarlo a la introspección, a volverse sobre sí mismo. Lo más importante: Rilke le aconseja que no se deje abrumar por la necesidad de aprobación, que trabaje en la poesía por la poesía misma, por el placer que le provee escribir. “Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes se lo ha preguntado a otros. Los compara con otros poemas, se inquieta cuando ciertas editoriales rechazan sus intentos. Le pido que deje todo esto. Investigue el fundamento de lo que usted llama escribir; compruebe si está enraizado en lo más profundo de su corazón; confiésese a sí mismo si se moriría irremisiblemente en el caso de que se le impidiera escribir”. De eso se trata, precisamente, hacer poesía.

Rilke nos invita a esperar sin crispación. “Ser artista es no calcular, no contar, sino madurar como el árbol que no apura su savia, que permanece quieto y confiado bajo las tormentas de la primavera”. Octavio Paz decía que la poesía es la mejor manera de vivir el presente. Rilke lo dijo antes, cuando se refería al goce puro de escribir sin apremios de aprendizajes ni de técnicas, sin la esperanza del reconocimiento.

A mediados de la década del veinte, Rilke tenía la salud quebrada, pero se sostenía en el mismo magisterio. Al anudar un ramo de rosas se pinchó con una espina. La herida derivó en una septicemia. Entre rosas habría de morir el poeta: “Extremadamente indecibles son las obras de arte, existencias llenas de misterio cuya vida, en contraste con la nuestra, tan efímera, perdura”.

La poesía es un homenaje a la vida. La narrativa un tributo a la memoria disfrazada de rompecabezas o acaso de ficción. La primera nos advierte que siempre existe una palabra que define con suprema exaltación lo más sencillo y pequeño. Nos lo suelen recordar festivales como este y como todos aquellos que congreguen a quienes tienen una voz auténtica voz poética.

Raúl Mendoza Cánepa

 
Raúl Mendoza Cánepa
26 de septiembre del 2016

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