Hugo Neira

La primera juventud de Hipólito Unanue

Sus primeros años los pasó en Arica y Arequipa

La primera juventud de Hipólito Unanue
Hugo Neira
21 de julio del 2025


Alrededor de 1755, el universo colonial en donde se habría de realizar la mayor parte del derrotero vital de Hipólito Unanue (1755-1833) era afectado por cambios importantes cuyo foco de alteración era entonces la metrópoli española. Cambios que correspondían a su vez a mutaciones en la historia del mundo occidental. Dentro del estilo de su tiempo, se diría que la conjunción de astros, a su nacimiento, no era favorable aún a la libertad, pero sí a la cultura. A la intensa actividad cultural dirigida que fue norma del Despotismo Ilustrado. También las conjunciones celestes le eran favorables a los nuevos hábitos mentales de experimentación y curiosidad por la naturaleza. Es decir, el signo del tiempo era propicio para el surgimiento de la ciencia del siglo XVIII en este lado del mundo. 

En rápida síntesis, se podría decir que la situación de España era la siguiente: al morir Fernando VI sin descendencia, el trono era ocupado por Carlos III. Este asumirá el poder en 1759, siendo recibido con entusiasmo por las variadas castas y clases españolas, por el mismo pueblo al que Goya, en esos años, dará perfiles permanentes. Muchas de las determinaciones del nuevo soberano español habrán de influir en la vida política del criollo Unanue. Carlos III llamará a Cortes. Como su primer Ministro, nombrará a un italiano, Esquilache, hiriendo con este acto la susceptibilidad española. Aliará a España y Francia por medio de pactos de familia y provocará guerras continuas con Inglaterra hasta 1783. Estos vínculos y enemistades políticas destinados a forzar sobre el ordenado tablero de ajedrez de reyes y dinastías europeas la lucha contra la hegemonía de Inglaterra, determinarán a su vez, en las lejanas colonias de Ultramar, conductas particulares que definen los rasgos de este final del siglo XVIII en América.

Cuando Unanue nació, el país acababa de ser visitado por los marinos D. Jorge Juan y Antonio de Ulloa. La relación histórica a la América Meridional que escribieron a su regreso, en 1748, como en las famosas Noticias Secretas, editadas en Londres en 1826, certifican la disolución administrativa y moral del Imperio Español en las Indias. Para poder elevar su informe privado a la corona recorrieron íntegro Quito, la costa del Perú y la de Chile. El idioma que usaron fue claro, rotundo, pues no estaba el informe destinado a ser conocido públicamente. En él se detalla el estado lamentable de la población indígena: exponen detenidamente los abusos de los corregidores, los excesos para con los indios en mitas y obrajes; el despojo de sus tierras; la liviandad de los curas doctrineros. "Los indios están, —dice—, en una situación más cruel que los esclavos". La administración colonial admitía graves defectos y la depravación de las costumbres estaba extendida en el clero. En 1750, se sublevaban los indios cerca de Lima. 

Hay malestar en la sociedad colonial. Los Jesuitas han sido expulsados del país. Las minas no se trabajan con asiduidad debido a la carencia de brazos. Y, pese a que el mar había sido amenazado por una escuadra inglesa de cuatro navíos, la paz de Aquisgrán de 1748, pacificó las playas. Inglaterra logró su empeñoso afán por tomar posesión de alguna región de América, y las islas Malvinas fueron ocupadas. Sin embargo, en el Mar del Sur se trabajaba en paz. De Panamá al Callao, y de éste al Cabo de Hornos, al abrigo del Poder Virreinal, muchas caletas y puertos menores llevaban a cabo una vida recoleta y vivaz. Entre ellos, el Puerto de Arica. Arica era, a mediados del siglo XVIII, un activo núcleo urbano cuya vida dependía del comercio y del cabotaje.

En aquella ciudad marítima, pobre y laboriosa, nació el 13 de agosto de 1755, Hipólito Unanue. Su padre, Miguel Antonio de Unanue y Montalivet, vizcaíno, y la madre, doña Manuela Pavón, ariqueña, de aristocrático linaje. El padre, según Carlos Larrabure y Correa, era natural de Motrico de Guipúzcoa. Antes de venir al Perú había comerciado en Cartagena y Panamá, donde parece haberse casado con la panameña Josefa Bernal. Al llegar a Arica era viudo y se casó, por segunda vez, en 1754, con la Pavón. De este matrimonio solo hubo dos hijos, Hipólito y Josefa. Parece haber tenido ancestro de hijosdalgo. El nombre de Hipólito quiere decir "destruido por caballos." Y se podría hallar una secreta correspondencia a los futuros caballos de la independencia que alterarían el espíritu erasmista de aquel niño. Cuando nace Unanue su familia solo poseía, como medio único de vida, un buque de cabotaje que se incendió coincidiendo con su nacimiento.  Este buque, según Luis Alayza, hacía frecuentes viajes a las costas del Pacífico partiendo de Cádiz, por la vía de Cabo de Hornos hasta El Callao. Así, los primeros años de Unanue transcurren en Arica bajo la influencia del medio marino, las sugerencias de la vida activa y pintoresca de los muelles, y la severa lección familiar. 

En la familia Pavón, un tío materno habría de decidir su destino futuro: Pedro Pavón, sacerdote entonces en Lima quien, desde el doce de noviembre de 1765, comenzó a regentar la Cátedra de Anatomía. O sea, cuando Unanue tenía 10 años de edad. En esos años recibía lecciones de primeras letras del clérigo Osorio, tacneño y pariente suyo. La ciudad sería sin embargo la primera lección para Unanue, como para todo niño. El ambiente de la villa era de trabajo. Había una intensa "dedicación de todos los individuos a todos sus destinos y profesiones".  No se conocía la vagancia. "Vivían todos ocupados, trabajando los jóvenes con la esperanza, los viejos con el premio", dice un testigo de la época. 

Por el puerto veía cruzar el variado bazar indiano venido de lejanos y desconocidos valles y cordilleras de Chile, Guayaquil, Panamá, Oruro, Charcas y Potosí. Era fama por esos años que las tercianas que azotaban a la población tenían como origen a los sargazos del mar o el guano de las islas. Este sería, acaso, su primer contacto con el dolor humano, o, probablemente, la cercanía al Hospital San Juan de Dios de Arica, donde sólo se atendían indios.  Pero su familia se proponía dedicarlo a la vida religiosa. De ella, sólo podemos discernir vagamente el plan general de una familia de clase media, de reducidos recursos, y con un claro pasado de linaje tras de sí. Niño despierto y ávido, habría de llamar pronto la atención. Así, en la visita diocesana practicada por el obispo de Arequipa "prendado éste de su tierno ingenio y de la belleza infantil de su figura, resolvió llevarlo consigo y educarlo a su lado en el Seminario de San Jerónimo de Arequipa".  

Habría influido en la elección no sólo las dotes naturales del niño sino también el prestigio del sólido hogar del padre vizcaíno y la madre criolla y aristócrata. Don Jacinto Chacón y Aguado, que es como se llama este protector del pequeño Hipólito, lo lleva pues a Arequipa. Desconocemos la fecha. Por curiosa coincidencia, este obispo vino de Cartagena a servir en Arequipa en 1755, el mismo año en que nacía Unanue. Cuando Hipólito solo cuenta un año, se realiza la quema de Panamá. En 1759, a los tres años, se observa en este hemisferio el paso del cometa Newton. Un símbolo de los tiempos que le tocaría en suerte vivir. Ese año, en agosto, moría Fernando VI. Pasan los años. En 1768, se separa Arica de Tarapacá. En Lima se estrena la plaza firme de toros, con dinero de quien con el correr del tiempo llegaría a ser otro protector suyo, Don Hipólito Landaburu. En 1770, se erigirá el Convictorio de San Carlos, donde estudiarán sus futuros amigos y compañeros de generación. 

En Arequipa, según Vicuña Mackenna y Mariano Felipe Paz Soldán, se hospeda en el Seminario Conciliar de San Jerónimo. Unanue cursa en esos años Gramática Latina, Filosofía y Artes. Una nota cronológica sobre Unanue en 1830, exhumada por J. B. Lastres, afirma que había estudiado en el Cuzco, Humanidades y Principios de Jurisprudencia, lo que no es exacto con respecto al viaje al Cuzco. En cambio, sí, a la orientación de los cursos, pues con ellos podía Unanue optar por cualquiera de los derechos de la época, el civil o el canónigo. Tuvo como maestros entre otros a Diego Salguero Cabrera y Manuel Abad Yllana. La educación de esos años le brinda el acceso al latín. El dominio de esta lengua, le permitiría, ya en Lima, formar e incrementar su esmerada cultura clásica. Más o menos en 1777, decide viajar a la capital, tal vez con la firme intención de abrazar la carrera eclesiástica. En los Reyes habrá de conocer a su tío Don Pedro Pavón, quien decidirá, mediante su influencia personal, la vocación del joven Unanue. A los 22 años, en 1777, abandona Arequipa para viajar a Lima.

 

Texto extraído de mi libro, Hipólito Unanue y el nacimiento de la patria, escrito y premiado en 1961, publicado en 1967 por la Agencia Comercial Unanue SA, pp. 15-24.

Hugo Neira
21 de julio del 2025

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