Por una reforma integral del sistema de transporte urbano

Si observamos el crecimiento del tráfico en las principales ciudades de América Latina resulta evidente que son cada vez más las horas que nos hace falta para trasladarnos desde nuestras casas a los lugares de trabajo. Pero, además, la calidad del aire se está deteriorando de manera acelerada, como consecuencia del combustible que se requiere para atender nuestras necesidades diarias. Desarrollar un sistema de transporte público articulado, que una los distintos puntos de la ciudad empleando combustible no contaminante, y el desarrollo de la infraestructura necesaria para que este circuito funcione resultan dos tareas claves, urgentes y de largo aliento.

La imposición de la medida de “pico y placa” como alternativa para reducir el tráfico resulta un parche de corto plazo que ya se ha aplicado en otros países, y que ha generado un efecto rebote a mediano plazo, al no venir acompañado de un plan de desarrollo del transporte público seguro e integrador. Nos quejamos del tráfico en Lima, pero en Bogotá y Santiago de Chile, por mencionar algunas ciudades, encontramos calles en las que los autos no se movilizan durante horas y en las que existen disposiciones similares a “pico y placa”.

Sin duda el periodo de gestión de un alcalde resulta corto para la puesta en marcha de obras de infraestructura y sistemas de transporte masivo, que requieren además de inversiones importantes. Y tal como están las cosas hoy, resultarían difíciles de financiarse si no cuentan con todos los blindajes para mitigar los riesgos de corrupción y de inestabilidad jurídica.

No obstante, es posible ir paso a paso, como parece que nos toca. Contar con un plan de desarrollo que integre Lima de punta a punta, incluyendo las zonas emergentes que, si bien cuentan con el Tren Eléctrico, requieren de sistemas complementarios de alimentación que posibiliten un acceso más fluido al Centro de Lima. Y en esta lógica de reordenamiento a mediano plazo, es importante no descuidar la calidad del aire y, por ende, del combustible que usamos. En las zonas emergentes es muy común el uso de la moto taxi como principal medio de transporte, que resulta ampliamente contaminante y sumamente peligroso.

Cambiar este esquema informal de transporte evidentemente es un objetivo de mediano plazo que requiere de un plan de acción y una autoridad en el Ejecutivo que enmarque dentro del Plan de Competitividad a diez años, los hitos y el plan de acción correspondiente. Empezar hoy a hacer este camino resulta fundamental si queremos ser responsables intergeneracionalmente. Es vital proteger la calidad de vida de la población, y eso pasa por el desarrollo de esquemas de transporte seguros y eficientes.