Nancy Arellano

¿Por dónde empezar a ser gobierno?

¿Por dónde empezar a ser gobierno?
Nancy Arellano
10 de agosto del 2016

Gobernar es comunicar y dialogar y marcar el ritmo de la dinámica socioproductiva

La política es quizás la arena movediza por excelencia. Mutable, dinámica y a veces imprevisible, la masa humana se mueve alzando y defenestrando liderazgos; quizás demostrando que no eran liderazgos reales o que bien ya han dejado de serlo. Por ello los políticos tienen hoy, más que nunca, el reto de la comunicación política efectiva. Es decir, persuadir para liderar climas sociales convenientes para introducir los cambios que pretenden instaurar en un país, región o localidad. En todos los casos se trata de un proceso de comunicación entre los pocos, entre uno y la masa, o entre los pocos y los muchos. Como diría Moisés Naím, el poder está fragmentado; o Stephen Krasner, sobre la hipocresía de la noción de soberanía. Y es que las relaciones de poder se vuelven a veces fugaces, por lo que concentrar la mayor cantidad de redes de comunicación, más allá de las redes sociales —pero también en ellas—, permite políticamente influir en el desarrollo de las actividades socioproductivas, así como las identitarias y económicas. Estas que, al final del camino, son el poder en el siglo XXI.

El líder no lo sabe todo, pero sabe lo conveniente para la masa que lidera. Al menos esa debe ser la percepción de quienes lo siguen. Por ello es clave comprender la importancia de una política comunicativa, como policy, (política pública como resultado) en consonancia con las politics (el proceso o escenario fragmentario y dinámico del poder), en polity (política como estructura), como señala Salazar Vargas. Los resultados (policies) no serán los deseados si no se tiene una comprensión onmiabarcante de la política, con tres acepciones: estructura, escenario o proceso y resultado. Estas están transversalmente influidas por el proceso comunicativo que es, finalmente, el más humano de los procesos, porque marca la interrelación emotivo-cognitiva. De ahí la disputa sobre empatía versus simpatía, en quienes malentienden un proceso cognitivo/emotivo interrelacional como la empatía, y lo confunden con un proceso eminentemente emotivo (acción/reacción), que es la simpatía o carisma como acelerador del proceso de liderazgo efectivo.

Las tres acepciones de la política pavimentan el camino hacia un liderazgo efectivo si y sólo si el proceso comunicativo logra activar en una suerte de entramado neuronal la comunicación microsegmentada que valide empáticamente el cambio social que se desea prescribir, al punto de hacerlo descriptivo por aspiracional. Hablamos entonces de "bidireccionalidad e igualdad" de los interlocutores en la política como escenario o proceso, si no queremos caer en la polarización asimétrica y paralizante.

Nadie podrá negar que "convencer" al ciudadano de que "algo es bueno" e integrarlo a la adopción de una conducta favorable al clima cívico es mejor y más conveniente que forzarlo a "acatar" una norma que no siente apropiada o coherente. El riesgo que se corre pasa por poner en jaque a la gobernabilidad —en tanto que armonía— y a la gobernanza —en tanto que clima de coordinación de los factores de poder en la política como estructura, proceso y resultado—. Esta visión parte de la asunción de la democracia como sistema preferible, y también de los logros de masificación educativa e informativa que el siglo XXI ha traído consigo.

En este sentido, la noción de los líderes virtuosos que dan órdenes a los ciudadanos en eterna minoría de edad mental ha quedado desfasada porque el ciudadano actual —sin ánimos de caer en estandarizaciones impertinentes— mide la razonabilidad de la conducta política basándose en un conocimiento, escala de valores y emociones. Tres elementos que se conjugan en un escenario fragmentario y de sobreestímulos por la profusión de distractores y fuentes de información. Es por ello que hoy, más que nunca, la política requiere de una estrategia comunicacional que responda a la mutabilidad, dinamismo y perentoriedad, y que compita con las demás fuentes de información y desinformación.

Gobernar es ejercer el poder. Y hoy día, más allá de la política como estructura —que es la de los políticos electos— la política como escenario y como resultado tienen que coordinarse no solo con los actores políticos, sino también con los sociales. Es en este punto que gobernar hoy día es comunicar y dialogar,con los factores de micropoderes y macropoderes que marcan el ritmo de la dinámica socioproductiva. Empezar a ser gobierno implica liderar esa dinámica, moderar la conversación en función de las aspiraciones en la consecución de una gobernanza multinivel y en términos de escenario, para que sea testigo de los resultados políticos de la política estructural. Empezar a ser gobierno pasa por un plan central de la comunicación política.


 

Nancy Arellano

@nancyarellano

 
Nancy Arellano
10 de agosto del 2016

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