Pensar la política desde diversas vertientes

Recientemente tuvo lugar un evento destinado a motivar una reflexión serena respecto a la política, los medios, la responsabilidad ciudadana y algunas consideraciones de coyuntura. Con la labor de moderador de Alfonso Baella, fue posible conocer el pensamiento y los aportes de expertos nacionales e internacionales como Alvino-Mario Fantini, Vanessa Kaiser, Francisco Tudela, Rodrigo Ballester, Miklos Lukacs y Fernán Altuve Febres-Lores.

Cada uno desde su perspectiva y experiencia fue desgranando ideas asociadas a la ética, el pensamiento conservador y lo que significa, la importancia de los valores nacionales, la urgencia de reformas en el Estado, el papel de los medios de comunicación en un mundo cada vez más digitalizado y la urgente participación de la ciudadanía, sobre todo de los jóvenes y de quienes están ahora en la generación que debe tomar el mando.

Es evidente que nuestra realidad social y política es muy sui generis. Pero es en ese universo un tanto confuso y cambiante en el que debemos observar, aprender y conocer cómo se debe actuar para conservar el país y no caer en ninguna tentación, ni totalitaria, ni de hegemonía de ideologías, ni de agendas que se nos pretende marcar desde miles de kilómetros de distancia.

Se plantearon algunas inquietudes que están en el pensamiento de todos los ciudadanos; por ejemplo, la necesidad de saber qué es lo que hay detrás de cada persona que aspira hoy, en el Perú, a asumir la presidencia de la República. Ello llevó a cuestionar no solo actitudes, personalismos, no pocas incapacidades, sino la inexistencia de una voluntad, expresa y visible, de postergar apetitos individuales en aras de una gobernabilidad posible. Recordemos que, a la fecha, son ya 30 grupos los que, a la fecha establecida por ley, presentaron su solicitud de ser reconocidos y autorizados a participar en el próximo proceso electoral.

Si bien es cierto que la campaña electoral propiamente dicha no ha empezado, sí hay individuos que van haciendo una labor a nivel de hormiga y ya empiezan a buscar atraer la atención y la confianza. Frente a esa realidad, es necesario comprender que no se trata solo de plasmar verbalmente ideologías, sino de ser capaces de entender la realidad de millones de peruanos a los que no les importa tanto el relato teórico de la política y las ideas, cuanto la esperanza de escuchar que su situación puede cambiar y que sería posible pasar del discurso electorero a la implementación de medidas que mitiguen el hambre, la escasez, la angustia por un trabajo severamente informal y porque el dinero no alcanza a cubrir ni la primera quincena del mes.

En el Perú vivimos una situación de frustración acumulada que llevará a muchos a emitir un voto de rabia y no con lógica, agravado ello por la tiranía de las ideologías que van avasallando con toda la estructura tradicional y conservadora, haciendo uso de los medios de comunicación digitales en los que las ideas pasan a segundo plano ante la violencia y contundencia del lenguaje y las imágenes. Quizá nos falta una especie de decálogo común, que pueda poner al Perú por delante de toda idea, al peruano como meta suprema y permitir descartar a aquellos que buscan el botín y no el servicio porque no se trata solo de un enfrentamiento a nivel de discurso, se trata de preservar a la Nación de los enemigos que la acechan.

No es posible aceptar, por ejemplo, a quienes no ponen al Perú como prioridad absoluta. Y ello implica conocer su historia, su riqueza, sentir orgullo por ello, saber que nuestros valores regionales, tradicionales no pueden ser dejados de lado y que es indispensable mantener y sostener el sentido de identidad nacional y de soberanía. Es indispensable apostar por una educación que haga de los educandos personas libres y dignas, capaces de tener un pensamiento crítico, de conocer, honrar y valorar su historia y poder insertarse en el mercado laboral; garantizar el valor de la vida y la familia; promover la institucionalidad y el respeto a la ley; hacer de la verdad una virtud y de la honestidad una práctica de altísimo valor pues no se trata de señalar la existencia de la corrupción, sino de acabar con esa lacra con valentía personal, conducta intachable y sanción radical.

Será bueno escuchar a alguna persona con lucidez y coraje suficientes para proponer, casi con radicalidad y convicción la necesaria modernización del aparato estatal, para achicar el inmenso universo de burócratas anquilosados e innecesarios y eliminar instancias, oficinas y hasta ministerios que hoy por hoy son cortapisa para el buen gobierno, la fluidez administrativa y son carga en exceso pesada. Ello permitiría abordar con frontalidad la ineficiente realidad de la regionalización que como teoría de inclusión y acercamiento es del todo válida, pero que en la práctica y tal como la vemos en la actualidad, debe ser replanteada con criterios de eficiencia, equidad, modernidad y realismo.

Son muchos los problemas por resolver, muchas las necesidades por atender y son más las expectativas de millones de ciudadanos que con urgencia reclaman una vida mejor. Si todos partieran por amar y defender al Perú, la Nación, al ciudadano, la tradición e identidad y proponer una conducción hacia el futuro inmediato con capacidad y honestidad, el camino estaría bastante allanado.