Neptalí Carpio

Pedro Castillo y el factor Patria Roja

El surgimiento de una fuerza radical y de alta raigambre provinciana

Pedro Castillo y el factor Patria Roja
Neptalí Carpio
22 de abril del 2021


Una de las causas del fenómeno Pedro Castillo es el tipo de relación que los diversos gobiernos, durante los últimos 30 años, tuvieron con el SUTEP. Los distintos gobernantes terminaron por cohabitar con un sindicato que en los años sesenta y setenta del siglo pasado representó justas demandas del magisterio nacional; pero que, poco a poco, terminó por convertirse en el soporte de la mediocridad en la educación, del fortalecimiento de una aristocracia sindical y del aburguesamiento de una facción de izquierda, llamada Patria Roja, en la Derrama Magisterial. Una facción que se denomina “marxista leninista” y en su momento tuvo como lema fundamental “el poder nace del fusil”. 

Pedro Castillo fue líder de una coalición de diversos grupos radicales en el magisterio. Desde junio de 2017, a través de una huelga nacional, Castillo hizo lo que el Estado debió hacer como punto de partida: enfrentar frontalmente el comportamiento esquizofrénico de Patria Roja, que fagocita al Estado desde hace 60 años, viviendo de la Derrama Magisterial y en la conducción de partido único del Sutep. Patria Roja tiene un discurso radical de izquierda, que recientemente ha sido uno de los soportes en el partido Juntos Perú, de Verónika Mendoza. Obviamente Castillo lideró el hartazgo de miles de maestros frente a una conducción burocrática de la aristocracia sindical en el SUTEP, para perfilar una corriente nacional de una izquierda provinciana, alternativa a la otra que en su momento representaron Alberto Moreno, Rolando Breña, Javier Diez Canseco, Manuel Dammert, Edmundo Murrugarra y otros, ahora replegados y residentes en los distritos mesocráticos de Lima. Y vaya que su estrategia le ha dado resultados. 

Del mismo modo que diversos sectores subestimaron la presencia de Pedro Castillo en la actual contienda electoral, eso también ocurrió cuando Pedro Castillo encabezó una huelga nacional. Muchos imaginaron que no pasaría de un intento regional, pero terminó por convertirse en una protesta nacional, alcanzando la interlocución con el Gobierno y el parlamento. Castillo, no solo recogió diversas demandas de los sectores más jóvenes o marginales del magisterio, también canalizó el desgaste de la facción Patria Roja. En diversos momentos de los últimos años, los gobiernos –incluyendo el propio gobierno de Alberto Fujimori– optaron por una cohabitación con Patria Roja, y fueron condescendientes para mantener la obsoleta institucionalidad de la Derrama Magisterial, con diversas prebendas o concesiones a ese grupo radical, principal sostén de la mediocridad y la obstrucción a una mejora de la educación y un sistema meritocrático. Los diversos gobiernos nunca tomaron la decisión de democratizar y supervisar la elección de la administración de la Derrama Magisterial, que fue creada el año 1965. No existe en el Perú ninguna institución, cuyo directorio y equipo gerencial hayan sido dirigidos por tanto tiempo por una solo tendencia ideológica, con el expreso consentimiento del Estado y de los diversos gobiernos de turno. 

Es curioso, pero quienes temen un triunfo de Pedro Castillo en la segunda vuelta electoral no son solo los sectores liberales y de derecha del país; también lo teme Patria Roja, porque correrían el riesgo de una reforma de la Derrama Magisterial que los sacaría del directorio, con los efectos que tendría en la propia conducción del magisterio nacional. Es obvio que a estas alturas Patria Roja ya no es la fuerza mayoritaria en el magisterio nacional; como tampoco lo es en la Federación de Estudiantes del Perú (FEP), un gremio histórico que prácticamente ha desaparecido por la conducción dogmática y burocrática de ese gremio universitario. 

La Derrama Magisterial fue creada por Decreto Supremo N°078 en 1965. Su estatuto fue aprobado en 1988, durante el gobierno de Alan García, mediante el Decreto Supremo N°021-88-ED. Esa norma la define como una entidad que tiene persona jurídica de derecho privado con autonomía administrativa, económica y financiera. La Derrama Magisterial es un sistema que se solventa a través del aporte unitario mensual de cada asociado, equivalente al 0.5% de la Unidad Impositiva Tributaria (U.I.T.) El número de asociados de la Derrama Magisterial, es de aproximadamente 300,000. El presupuesto de la Derrama Magisterial bordea los S/ 600 millones en inmuebles; y de sus utilidades, el 90% provienen de los intereses por créditos.

Tres hechos, demuestran el modo en que el Estado claudicó frente a los intereses de Patria Roja, tolerando su perpetuación en el poder de la Derrama Magisterial, según el propio estatuto aprobado por el primer gobierno Alan García: a) La instancia superior máxima de decisión de la Derrama Magisterial es la Asamblea de Delegados que dirige el SUTEP y que, como es obvio, siempre es manipulada por Patria Roja para tener mayoría en el directorio y elegir los gerentes de la entidad. b) Mediante Decreto Supremo N°160-95-EF se precisó que el control y supervisión de la SBS con respecto a la Derrama Magisterial se efectuaría únicamente sobre aquellos aspectos propios de los fondos de cesantía y jubilación. Es decir, en términos prácticos se prohibió que la SBS ejerza la función principal que realiza sobre otras entidades, y que consiste en cautelar la solidez económica y financiera de cualquier entidad que gestiona y promueve políticas crediticias. Se creó así una isla exenta de supervisión donde los funcionarios de Patria Roja hacen lo que quieren. c) Los delegados que formaban parte de la asamblea de delegados solo podrían ser los afiliados al SUTEP. Es decir, un andamiaje institucional propicio para la perpetuidad de una aristocracia sindical, con el claro consentimiento de los gobiernos de Belaunde, García, Fujimori, Toledo, Humala, etc. 

Desde el Estado o la sociedad no surgieron fuerzas democráticas que democratizaran la conducción del gremio de maestros, uno de los más grandes del Perú; tampoco se dieron nuevas reglas de juego ni instrumentos modernos de gestión a la Derrama Magisterial, en favor de los maestros. Se dejó un vacío para el surgimiento de una fuerza radical, de alta raigambre provinciana. Y ahí tenemos los resultados. No cabe duda de que miles de maestros en todo el país han sido los principales promotores de la candidatura de Pedro Castillo, como expresión de una fractura social. 

Ese grave error del Estado –de las fuerzas liberales, centristas, fujimoristas, apristas, socialcristianas, socialistas democráticas y de otros sectores– no se puede ocultar ahora solo recurriendo al manido discurso anticomunista, del fantasma del chavismo y el de Evo Morales. Se tiene que partir por reconocer que, de manera directa o indirecta, fue el Estado el que creó las condiciones para el surgimiento de un fenómeno que ahora los tiene muy asustados. Mientras los burócratas “marxistas leninistas” de Patria Roja y el SUTEP se frotan las manos en las cómodas oficinas de la Derrama Magisterial o en el Jr. Camaná.

Neptalí Carpio
22 de abril del 2021

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