Dante Bobadilla

Paremos la demagogia

Paremos la demagogia
Dante Bobadilla
03 de diciembre del 2015

El Perú necesita más obras y menos ideas baratas

El Perú es básicamente un país sin ideas. Ya comprobamos que no nos falta plata sino ideas. Por mucho tiempo nos hicieron creer que éramos pobrecitos porque nos explotaban y se llevaban nuestras riquezas. Este mito lo montó la izquierda para justificar su revolución de odio revanchista que solo empeoró las cosas. El desastre izquierdista fue rectificado en los 90, y el nuevo siglo nos dio la oportunidad de llenarnos de plata con los altos precios de los minerales. ¿Qué hicimos entonces? Nada.

Los genios de izquierda culparon a las empresas mineras de la pobreza. Su raciocinio decía que tras 25 años de minería, seguía la pobreza; ergo, era culpa de las empresas mineras. Entonces había que expulsarlas y paralizar la minería. Esto comprueba que no solo nos falta ideas sino que, entre las pocas que hay, muchas son estúpidas. A la izquierda no se le puede pedir más. Hoy están incluso en contra del desarrollo. La izquierda tilda como “desarrollistas” a quienes pedimos inversión, y critica lo que llama con desprecio “la cultura del cemento y el ladrillo”. Con estos genios en casa ¿para qué necesitamos enemigos externos?

El subdesarrollo no es por falta de dinero sino de ideas. Ahora tenemos dinero y no sabemos qué hacer. Hay gente que cree que incrementando el dinero para la investigación en las universidades, estas se convertirán en grandes centros de investigación. Nada más iluso. El dinero está allí y no hay quién lo use porque somos un país sin metas de desarrollo ni ambiciones. ¿Investigar qué cosa? ¿Para qué? ¿Cuál es la idea central que debe orientar los esfuerzos de investigación en cada campo? No hay. Carecemos de clase política y, por tanto, no tenemos quién nos guíe. La ceguera es total.

La política a nivel nacional está dominada por bribones, saltimbanquis, trepadores e improvisados, cuando no por delincuentes natos. Armar una combi electoral es el método más fácil para hacerse del poder y de las arcas fiscales. A la gente se le entretiene con promesas baratas que giran en torno a tres elementos: a) regalar dinero con diferentes nombres, b) crear leyes para todos los gustos, c) inventar organismos públicos para que se ocupen de un problema; no quiere decir que lo solucionarán sino que “se gestionará” el tema.

Pese a que vivimos en un clamoroso déficit de infraestructura, carecemos de prioridades y seguimos a la zaga de nuestros vecinos. Hemos sido incapaces de hacer de la carretera Panamericana una verdadera autopista de dos carriles por vía en toda su extensión. Los buses siguen chocando por adelantar y los muertos siguen  apilándose. Tenemos más muertos por accidentes de tránsito en las carreteras que por el terrorismo. Pero ay, las carreteras siguen postergadas. Dependemos de la carretera Central como única vía de penetración a la sierra central, una vía angosta y saturada que cobra vidas cada año. ¿Qué hizo Alan García como respuesta a la ola de accidentes de tránsito? Creó la SUTRAN y elevó las multas. Es decir, el acto reflejo de toda nuestra clase política: aumentar la burocracia y cambiar las leyes.

Descentralizar el país en los hechos requiere carreteras, puertos, hidroeléctricas, redes de electrificación y comunicación antes que leyes. No necesitamos leyes. Solo las carreteras harían más por descentralizar el país que fabulosas leyes de regionalización. Así que en estas elecciones hay que detener la demagogia política. No queremos escuchar promesas sobre más ministerios, nuevas leyes draconianas y mejores programas sociales. Ya basta de ideas baratas que no conducen a ninguna parte. Lo que más cólera da es que vienen con el mismo discurso hablando de cambio. ¿A alguien se le ocurrirá algo nuevo?  La cosa es muy simple: queremos más obras y menos ideología social.

Por: Dante Bobadilla

 
Dante Bobadilla
03 de diciembre del 2015

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