Victor Robles Sosa
Para hacer tortillas
Una reflexión necesaria sobre campaña electoral candente
En medio de los avatares propios de la campaña, de las denuncias que calientan la competencia, y del hecho feliz e inédito en nuestra historia reciente de avanzar hacia un cuarto gobierno democrático consecutivo, vale la pena hacer un paréntesis para reflexionar sobre los retos políticos que tendrá que afrontar el gobernante que sea elegido el 10 de abril próximo.
Los problemas más graves de hoy son la inseguridad que todos los días le cuesta la vida a personas inocentes, y la desaceleración del crecimiento económico fruto de la caída de la inversión privada y pública, que ha frenado el ritmo de reducción de la pobreza y amenaza con devolver a esa condición a millones que habían logrado emerger y mejorar su calidad de vida. Es la pesada herencia que nos deja el gobierno nacionalista, que en lugar de buscar acuerdos políticos para encarar ambos problemas prefirió sembrar la discordia y el encono.
Pero las reformas que hoy son casi de vida o muerte para avanzar o para estancarnos como país vienen siendo reclamadas desde inicios de los años 2000, sin que ningún gobierno se decidiera a abordarlas. Desde entonces se advirtió que el país no podría desarrollarse sino re-estructura y moderniza sus instituciones.
El próximo Presidente enfrentará entonces el gran desafío de iniciar un proceso de cambios estructurales decisivos para nuestro futuro, y para ello deberá ejercer un liderazgo político nacional efectivo, mantener una férrea voluntad política en hacer los cambios y tener un temple suficiente para enfrentar a los grupos de interés que harán cualquier cosa por mantener el estatus quo actual.
El liderazgo es fundamental para convocar, dialogar y comprometer a las instituciones políticas y sociales con las transformaciones que requiere el país, porque en última instancia de lo que se trata es de construir un acuerdo nacional por el cambio.
Aparentemente, existen las condiciones para que un sector amplio de nuestra clase política y la sociedad avancen hacia un acuerdo político y social en favor de las reformas, pues las principales fuerzas políticas que participan en la campaña electoral han hecho suyas las propuestas de cambio, lo cual significa mucho.
Además, el debate público sobre la crisis de inseguridad ciudadana ha puesto en evidencia que existe un vínculo estrecho entre el hampa y redes de malos policías, fiscales, jueces y funcionarios penitenciarios que cubren de impunidad a los delincuentes a cambio de coimas.
Algo similar ha ocurrido en el debate sobre la desaceleración de la economía: Hoy es mayoritaria la opinión de que el próximo gobierno deberá acabar con la maraña burocrática que lo frena todo en el estado (en 1997 había 730,000 empleados públicos, hoy 1’810,000), lo cual supondría, entre otras medidas, evaluar y depurar al personal y las instituciones que no producen o no funcionan.
El próximo presidente deberá entonces ejercer un liderazgo de mucho temple y coraje. En términos coloquiales, deberá tener en cuenta que cuando uno tiene que para hacer tortillas debe estar dispuesto a romper los huevos.
Por Víctor Robles Sosa (@victorrobles)
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