Cesar Gutierrez
Oportunidad para Perú ante problemas regionales
Agenda mediática debe priorizar temas económicos y sociales
La coyuntura política de la región latinoamericana está centrada en los conflictos sociales que han minado la estabilidad de varios gobiernos. La idea que está primando es un retorno a la década de los ochenta, dejando de lado las políticas adoptadas en los noventa, que se basaban en el Consenso de Washington. El Perú no es ajeno a esta corriente, aunque sus militantes aún son minorías; el capitalismo popular del emprendedurismo se ha convertido en un amortiguador de la línea de pensamiento de moda.
Los inversionistas interesados en la región siempre miraron a México, Brasil y Chile como prioridades; luego Argentina, en los noventa. Posteriormente privilegiaron Colombia y Perú en los 2000. Ese era el orden. Ecuador, gobernado por Rafael Correa, no estuvo proscrito para la inversión, pero se le trató con cautela: su gestión tenía cierto sesgo favorable al “socialismo del siglo XXI” que preconizaba Hugo Chávez, pero no seguía sus mandatos a pie juntillas, porque existía un sello personal del guayaquileño. Venezuela no fue destino de los capitales por la prédica chavista, mientras que en Bolivia existía una convivencia entre gobierno y empresarios, aunque estos últimos estaban en vigilante expectativa.
En los últimos 10 años México se deterioró con los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. No hubo las enmiendas económicas y sociales que la ciudadanía esperaba, dando pie a un triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que está significando un retorno al estatismo de los setenta y ochenta. Ejemplo elocuente es la obsecuencia de construir la Refinería de Dos Bocas en su natal Tabasco, con una inversión del orden de US$ 8,000 millones, con cargo al Estado mexicano.
Brasil está en las antípodas de México, bajo el gobierno de Jair Bolsonaro, hombre de derecha radical. Negacionista a los acuerdos internacionales sobre el cambio climático, que le va generar más de un problema para el financiamiento de grandes proyectos, pues para la banca privada hoy el ambientalismo es un tema que está dentro de las exigencias para sus colocaciones. A ello se suma una izquierda que aún mantiene una importante cuota de movilización social que puede desestabilizar su gobierno.
Argentina, con la dupla Fernández-Fernández, es el gobierno que más hace recordar a los ochenta. Tipos de cambio diferenciados, insostenible endeudamiento externo, exigencia de condicionales para pagar deuda, congelamiento de tarifas de servicios públicos, tasas impositivas para el viajero al exterior y a las exportaciones.
Chile, con un Sebastián Piñera cuyo mandato pende de un hilo. Y la fuerza de la calle lo está llevando a hacer reformas propias de épocas pasadas. Colombia, con Iván Duque, sin pericia para el manejo de un acuerdo de paz heredado, que por más que el “uribismo” lo fustigase permitía ingresar a una etapa de distensión política y social. Ahora se ve acosado por una calle que le exige reformas impensables para la derecha colombiana; mientras que la izquierda gana terreno, empezando por la alcaldía de Bogotá, donde la alcaldesa electa Claudia López, activista del ambientalismo y miembro de la comunidad LGTBIQ, ya es una referente.
En Ecuador, Lenin Moreno, no ha podido hacer siquiera un sinceramiento del precio de los combustibles, y también su posición en el poder es endeble.
En este contexto, Perú es una oportunidad. Se tiene que poner en agenda la discusión de temas económicos y sociales, y convertirnos en un foco de atención de los inversionistas. La judicialización de la política y su rebote mediático sesgado e incesante tiene que ser cambiado. Esa es la tarea que tenemos por delante.
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