Hugo Neira

Olimpismo y politiquería

Olimpismo y politiquería
Hugo Neira
15 de agosto del 2016

Una filosofía de vida, utilizada políticamente

No han terminado los Juegos Olímpicos en Brasil y, como cualquier hijo de vecino, no puedo resistir a seguir la variada competencia entre atletas venidos de todos los puntos cardinales del planeta. Es el XXXI evento, y se presume que estarían interviniendo unos 11,000 atletas de 206 comités olímpicos nacionales, que compiten en 306 eventos y en 28 deportes, incluyendo algunos nuevos, como el rugby 7, que se sumó a los programas olímpicos en el 2009. La humanidad representada sigue creciendo, esta vez se suman Kosovo y Sudán del Sur. En cuanto a las atletas femeninas, en 1992 y en Barcelona, 35 países participaban con equipos masculinos. En el 2010, solo tres países no llevaron atletas femeninos. Países islámicos: Brunéi, Arabia Saudita y Qatar. Con esa excepción, la paridad de sexo progresa en el deporte.

Me sorprende, sin embargo, un artículo de Andrés Oppenheimer en el diario El Comercio (10/08). Lleva el título de “Río de Janeiro, ¿un desastre olímpico?”. Sostiene que “las malas noticias económicas y políticas han empañado las Olimpiadas de Río de Janeiro”. Me asombra esta actitud. Debo decir que este hombre de los medios no es un cualquiera. Le conozco un libro estupendo, México: en la frontera del caos, de 1996. Oppenheimer, coganador del premio Pulitzer y del premio Ortega y Gasset. En ese libro entrevista al expresidente Carlos Salinas y, a la vez, al subcomandante Marcos, líder de la guerrilla zapatista. Esa objetividad, parece, la ha perdido.

Contrariamente a lo que dice, estas olimpiadas no transcurren solo en Río. Cierto, múltiples competiciones se están llevando a cabo en 33 recintos deportivos de cuatro barrios de Río de Janeiro. A saber, Maracaná, Barra da Tijuca, Deodoro y Copacabana. Pero también ocurre en cinco estadios ubicados en las ciudades de Sao Paulo, Belo Horizonte, Salvador de Bahía, Brasilia y Manaos. Por la otra, todo lo que le interesa, so pretexto de JO, es demoler a Lula. Y su conclusión “mi opinión: las Olimpiadas de Río de Janeiro fueron el producto de las ansias de grandeza del ex presidente brasileño Lula”. Hombre, ¡qué descubrimiento!

Siempre ha ocurrido. Los JO se han utilizado como propaganda. La Alemania nazi en Berlín en 1936. Se recuerda el fastidio de Hitler cuando un atleta negro, Jesse Owens, ganó cuatro medallas de oro. Y hubo problemas cuando en 1980 y en 1984 unos 65 países bloquearon los JO en Moscú, tras la invasión de los rusos en Afganistán. Los bloqueos por razones políticas han sido frecuentes.

Y en nuestros días, en la era del triunfo del dinero, parece un buen argumento los gastos elevados. ¿Río de Janeiro y Lula? A Montreal le tomó unos treinta años pagar la deuda de los Juegos de 1976. Hay una polémica en la que sería extenso ingresar, si los efectos son positivos o negativos para los países sede. A los JO los han venido a salvar, de alguna manera, los derechos televisivos. Y para el 2018 y 2024, ya están vendidos por unos 1,300 millones de euros. Entonces, impacto deleznable en las economías, sumado a dopaje, racismo y disputas, ¿debemos anular los Juegos Olímpicos? No lo creo, nadie lo cree. Es un signo. Cuando hay JO no hay guerras. Y no desaparecieron durante la guerra fría. Los hubo en Helsinki, Australia, Roma, Tokio, Múnich, México, Montreal, Moscú, Los Ángeles, Seúl y Atlanta.

Este culto al sport puede dejar a los economistas escépticos sobre sus beneficios. Pero el deporte juega un rol enorme en nuestra civilización. Estos no son los enfrentamientos sangrientos de Roma. Esos juegos inspiran a otros, los de invierno, los de la juventud. ¿Y qué son, en definitiva? Más allá de los negocios, la política, el profesionalismo de los atletas o la belleza del espectáculo, tienen una razón de ser: se llama el olimpismo. Una filosofía de la vida (ver Estatutos). Se trata de combinar las cualidades del cuerpo, la voluntad y el valor del esfuerzo personal. Así, batir un récord o ganar una medalla, por cierto que cuenta. Pero el espíritu del olimpismo es fair play + amistad. Para eso lo fundó Pierre De Coubertin a finales del XIX. La ética del juego en competición reemplaza, en cierta manera, a la rivalidad que solo se resuelve con la guerra.

Importan las emociones. ¿Han visto con qué afecto se abrazan los que han competido en una pileta o en unas pruebas de trampolín? La violencia domesticada. Una de las grandes hazañas del actual homo sapiens (Norbert Elias). Pienso en el triunfo de Del Potro ante Nadal, no por eso menos grande. El adiós de Phelps con sus 23 medallas de oro. Y adiós, ahora me voy a ver la final de 100 metros planos, varones. Un clásico, siempre intenso, emocionante.

 

Hugo Neira

 
Hugo Neira
15 de agosto del 2016

NOTICIAS RELACIONADAS >

Tiempo y destiempo. ¿El pasado tiene porvenir? (II)

Columnas

Tiempo y destiempo. ¿El pasado tiene porvenir? (II)

Observemos el paisaje intelectual y científico del fin de siglo...

11 de noviembre
Tiempo y destiempo. ¿El pasado tiene porvenir? (I)

Columnas

Tiempo y destiempo. ¿El pasado tiene porvenir? (I)

El futuro como continuidad puede extender y dilatar nuestros actuales ...

28 de octubre
Lo peor del criollismo

Columnas

Lo peor del criollismo

Cuando el bueno de don Hipólito Unanue escribía para el ...

14 de octubre