Milko Ibañez

Odebrecht y Atahualpa: un remake 500 años después

Cambian los protagonistas, pero el saqueo es el mismo

Odebrecht y Atahualpa: un remake 500 años después
Milko Ibañez
11 de marzo del 2019

 

“Un cuarto lleno de oro y dos de plata hasta la altura de donde llegue mi mano”. Esa fue la oferta del Inca a Francisco Pizarro para que no lo matase y lo liberara. Aceptada la oferta, el oro y la plata empezaron a llegar desde todas las esquinas del imperio para llenar el famoso Cuarto del Rescate. Los cronistas cuentan que la habitación se vaciaba a la misma velocidad que se llenaba; en resumen, un engaño para apoderarse a gran velocidad de una porción de las riquezas del Tahuantinsuyo. El conquistador había consumado su timo, y Atahualpa moriría aun así hubiese llenado Machu Picchu de oro y plata.

Casi 500 años después cambian los protagonistas, pero el saqueo es el mismo. ¿Qué buscaba Atahualpa con ese pacto con el conquistador? Pues algo muy simple, salvar el pellejo, el suyo por supuesto, al final terminó ahorcado aún con el pago en efectivo de esa cuota inicial. Algo muy similar está pasando con el “Acuerdo Odebrecht,” el conquistador saqueador, en este caso Marcelo, ha ofrecido que dirá toda la verdad, (permítanme reírme). Y para que esto sea así, debemos dejarlo trabajar tranquilo y pagarle puntualmente los próximos 20 años en el Perú; pues así, y solo así, hablarán para que nosotros podamos saber a quien coimearon para lograr sus objetivos de ganar las licitaciones. Pero del verdadero saqueo, el que día a día aumentaba el precio de las obras, nada de nada. Es decir, lo mismo que hizo Francisco Pizarro con el Inca: un engaño, un timo, una estafa que terminó en la muerte del Inca, el saqueo del imperio y las heridas de la conquista.

Hoy y aquí en el 2019, el conquistador y saqueador (casi 500 años después) conoce nuestra historia de divisiones, engaños y traiciones mejor que nosotros mismos. Es claro que se aprovecha del tremendo clima de división que vive el Perú, tal como hizo Pizarro hace casi cinco siglos, con lo que le alcanza y le sobra para consumar su saqueo, y de paso colgar a varios enemigos que se podrían atrever a exigirle otro tipo de resarcimiento, que el de pagarle con las utilidades de sobrevaloradas obras.

Varias centurias después, y como dice el refrán, nos vuelven a “hacer cholitos”, con todo lo que esa frase despectiva, ignorante, degradante y sumisa significa para algunos peruanos que aún tienen dignidad. Los mercas, los burócratas sin vocación y los políticos de ocasión, nunca tuvieron esa dignidad, y para ellos no espero que los juzgue la historia, sino los tribunales (cuando recuperen su independencia).

 

Milko Ibañez
11 de marzo del 2019

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