Iván Arenas
¿Michiquillay en el espejo de Conga?
Una concesión que llega demasiado tarde

El Gobierno pepekausa anunció que el proyecto minero Michiquillay se licitó por un valor de US$ 2,000 millones. A pesar de la buena nueva, la noticia se presenta en medio del caos político y con un Ejecutivo falto de iniciativa que —todo lo indica— se ha resignado a no gobernar. Si a ello le sumamos que desde Cajamarca el ex gobernador Gregorio Santos le ha colocado la cruz a Michiquillay, entonces de alguna manera las cosas se ponen, como se dice, color de hormiga ¿SE convertirá Michiquillay en un segundo Conga? Veamos.
Antes una pequeña digresión. Ningún peruano de buena voluntad podría negar que la minería moderna es un motor de crecimiento económico y antipobreza para el país. Basta ver el impacto en la reducción de pobreza y en la creación de círculos virtuosos económicos de las unidades mineras alrededor del Corredor Minero del Sur (entre Cusco, Apurímac y Arequipa) para entender que la minería moderna se parece más a una bendición que maldición.
Sin embargo, la buena nueva de la concesión del proyecto minero Michiquillay llega algo tarde por diversas razones. Durante dos años la crisis política generada por la polarización antifujimorismo-fujimorismo, alentada por aprendices de Maquiavelo, ha debilitado la capacidad política del presidente y al Gobierno en suma. En la ciencia política se suele calificar a estos momentos como “crisis de legitimidad”. El Gobierno pepekausa —con escasa legitimidad y baja aprobación— apenas tiene espacio de maniobra para echar a andar la maquinaria del Estado en defensa de un proyecto minero que podría ser vital para la mellada economía cajamarquina.
De alguna manera, el Gobierno se olvidó de fijar sus objetivos claves. Así como se olvidó de formalizar al Perú, se olvidó de que la minería moderna es una de las columnas vertebrales de la economía nacional. En lugar de ello, se enfrascó en una guerra sin cuartel con la fuerza naranja, cegado por el ánimo de veto antifujimorista. Pero eso no es todo, este Gobierno ha seguido a pie juntillas las recetas “formalizadoras” del gobierno nacionalista, y el resultado es que 400,000 mineros informales han quedado excluidos del mundo formal. ¡Tremendas contradicciones del gobierno de lujo!
Con un Gobierno con apenas margen de maniobra, el otro frente que se le abre al proyecto Michiquillay es el movimiento social en Cajamarca. Goyo Santos ha anunciado que el proyecto “nace muerto”. En este marco de análisis es imposible no colocar las elecciones regionales del próximo octubre. ¿Por qué? Porque todo indica que Santos y su equipo desarrollarán el mismo argumento hacia Conga (“Agua sí, oro no”) en la campaña electoral. El objetivo es separar las aguas.
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