Raúl Mendoza Cánepa

Maslow y la política

No hay productividad personal sin educación ni salud

Maslow y la política
Raúl Mendoza Cánepa
30 de junio del 2024


La pirámide de Maslow es un modelo de las necesidades humanas. No pueden satisfacerse las necesidades de estima o recreo sin salud o alimento. La supervivencia es la prioridad, lo es en la vida y debe serlo en la agenda política de un país pobre. Tras las necesidades de supervivencia, Maslow ubicaba en su pirámide a la seguridad. Libertad y seguridad, desde Isaiah Berlín, comprometen lo mismo: nadie es libre con la fiscalización arbitraria del gobierno o con una pistola extorsiva en la sien, pero tampoco lo es sin acceso a hospitales y medicinas o al alimento y el agua. 

En la economía social de mercado se refiere la importancia de la inversión y el papel subsidiario del Estado en una visión esquemática que no contempla el capital humano. Ahora que todos se definen socialcristianos sin haber leído las encíclicas y solo para parecer de “centro”, se ignora lo que es la economía popular de mercado (que no es el artilugio semántico de Cerrón) sino un principio social de razonabilidad liberal. 

Tal es asumir, de alguna manera, la jerarquía que hay entre lo indispensable y lo superfluo en política. Saber que la inversión privada de cualquier tamaño y el capital humano deben retroalimentarse. Lo supo Japón, Corea, Singapur y Hong Kong. El capital humano lo explicó Gary Becker como la capacidad productiva del individuo. 

Para muchos es complicado entender una agenda política cuya prioridad es la supervivencia y, con ella, la mejora de la condición para competir y trabajar. Ocurre que “cuando se cubre lo necesario, es recién que se puede cubrir lo demás”. Lo he denominado “la ley del teatro lleno”. Cubres las claves de la supervivencia y el presupuesto familiar se ensancha por márgenes crecientes sucesivos. 

Cuando se reduce la pobreza monetaria por inversión y empleo, crece finalmente la libertad de elegir, porque un individuo con cinco mil soles elige bastante más en el mercado que aquel que dispone de cien. Friedman comenzó por el principio; cuando la elección individual, realmente, está al final. La libertad económica, desde luego que es la capacidad de los individuos de decidir libremente qué producir, cómo hacerlo y para quién. El problema es la libertad de consumir. El consumo restringe a los que tienen la barrera natural de la falta de ingresos. Berlín, por su parte, nos refiere una libertad teórica, primaria, aunque imperiosa. 

El capitalismo tiene por objeto confiarle a la inversión privada crecer; de correlato, crear empleos, consumo, demanda y más inversión y tributos... Solo hay inversión si no hay trabas o peligros derivados de la inestabilidad política y si, en simultáneo el Estado cubre eficiente y suficiente la educación y la salud, porque la atención privada en este punto es excluyente. “¿O una semana de internamiento en una clínica debe conminarte a vender tu casa? Lo otro es esperar cita en un hospital hasta la fecha en que te moriste”. 

No hay productividad personal sin educación ni salud. No hay desarrollo sin capital humano y solo el desarrollo conduce a una libertad plena de elección en el mercado. “Crece la libertad, hay más ingreso. Crece el ingreso, hay más libertad”. Es la doble dinámica del liberalismo. Libertad negativa (Berlín) evidentemente sí; pero también libertad material de elegir, que es tan concreta y real como la satisfacción de cualquier deseo. Ocurre cuando hay un mercado libre de trabas, donde se prospera y donde la pobreza monetaria (por inversión y empleo), llega a su fin.

Raúl Mendoza Cánepa
30 de junio del 2024

NOTICIAS RELACIONADAS >

Hipocondría

Columnas

Hipocondría

“Me llamo Eliseo Blanco. Soplo con fuerza sobre la vela, que aho...

24 de junio
Los podridos

Columnas

Los podridos

“Podrido” según la RAE es “putrefacto, descom...

17 de junio
La persecución infinita

Columnas

La persecución infinita

El Congreso aprobó en primera votación el dictamen del P...

10 de junio

COMENTARIOS