Guillermo Vidalón

Más minería formal, mejor calidad de vida

Tacna, Moquegua y Arequipa lo prueban claramente

Más minería formal, mejor calidad de vida
Guillermo Vidalón
03 de mayo del 2023


Los países desarrollados se caracterizan por ocupar los primeros lugares en los Índices de Desarrollo Humano, que miden la riqueza de las naciones, así como su “capacidad reproductiva” (es decir, su crecimiento potencial). Además, también destacan en otros indicadores, como la calidad de la educación –que se expresa en el rendimiento académico promedio de sus estudiantes–, la calidad de su infraestructura pública y su capacidad de interconexión con todos sus centros poblados, sus sistemas de salud y seguridad ciudadana.

Las sinergias que producen este conjunto de variables permiten generar sociedades estables, en las que la cohesión de sus ciudadanos y el sentimiento de pertenencia otorga alta valoración a sus tradiciones, producto del logro alcanzado. Esto dificulta que en el plano político emerjan propuestas carentes de sustento u obtengan acogida ideas distanciadas de la realidad. Asimismo, las sociedades desarrolladas estimulan la creatividad y la innovación, los que las distinguen de los denominados países en desarrollo. 

La pregunta que surge es: ¿Será el Perú capaz de alcanzar el desarrollo? Y la respuesta siempre será afirmativa, pero depende también de la conjunción de otros elementos para quebrar el círculo vicioso por el que discurre el país en los últimos años. En primer lugar, contar con un liderazgo firme y consciente de su responsabilidad de hacia dónde desea conducir los destinos de la colectividad nacional, más allá de la diversidad socio-cultural que enriquece pero que a su vez dificulta alcanzar consensos.

Sin embargo, hay resultados que permiten avizorar un futuro mejor para el conjunto. Si analizamos en perspectiva los datos que arroja la Evaluación Censal de Estudiantes 2022 del Ministerio de Educación, una vez más ratifican que las regiones con presencia minera sostenida y creciente durante los últimos 40 años o más (Tacna, Moquegua y Arequipa) han generado ingresos directos e indirectos para las poblaciones. Esto les ha permitido a las familias proporcionarles una alimentación adecuada a sus hijso, proveerles de un mejor cuidado de su salud, optar por las mejores instituciones educativas de sus regiones –sean estas públicas o privadas–, incrementar la esperanza de vida promedio (lo que contradice las afirmaciones de quienes se niegan a aceptar que el costo beneficio de la actividad minera es positivo), disponer de mejores servicios básicos al interior de sus viviendas (agua, luz, conectividad y telefonía). Estas regiones destacan también en los índices de competitividad porque cuentan con una infraestructura vial, de comunicaciones, terrestre o ferroviaria, que permite interconectar las zonas urbanas con las rurales. Brindan así mayor facilidades, fomentando el intercambio comercial y el fortalecimiento del relacionamiento social para conocerse y reconocerse mejor como ciudadanos de una misma nación.

En el párrafo anterior resaltaba el cuidado de la salud de los hijos como una preocupación de los padres, lo cual es cierto y es también un tema de disposición de recursos e información adecuada. Sobre el particular, la semana pasada, el Instituto Nacional de Estadística e Informática dio a conocer los resultados de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes), cuyos datos con relación a la anemia indican que afectó al 42.5% de los niños menores de tres años de edad, registro mayor al 38.8% observado en el 2021. Y, las regiones con menor registro de anemia infantil fueron: Moquegua 28.5%, Tacna 31.3% e Ica 32.7%, y como un indicador que facilita la comparación tenemos a Lima Metropolitana 33.9%. Con estos resultados, ¿se puede negar que existe una correlación positiva entre la consolidación del desarrollo minero y la mejora de la salud y la calidad de vida en general de la población?

Sin la presencia de la actividad minera en Tacna, cuando en los años 50 del siglo XX la empresa Southern Peru inició la construcción de la mina Toquepala -que entró en operación en 1960- quizás sería otro el rostro del departamento más austral del Perú. Algo similar sucedió en Moquegua, cuando en el mismo período llevó a cabo la construcción de la fundición de Ilo y del muelle industrial, mayor inclusive fue el desarrollo de esta región cuando el 1976 entró en operación la mina Cuajone.

En la actualidad, se puede extrapolar estas experiencias exitosas a todo el Perú, otra vez, la respuesta es afirmativa. La ventaja de la actividad minera es que genera recursos por un período prolongado que, si son adecuadamente empleados, podrá financiar el conjunto de variables que han hecho posible que algunos países sean calificados como desarrollados en el presente. Recordemos en la década del 60 del siglo pasado, Singapur era un país inseguro, con un producto bruto per-cápita inferior al del Perú y, sin embargo, con un liderazgo que supo proponer a su sociedad como alcanzar el bien común es que edificó un gran país.

El Perú está en mejores condiciones para lograr desarrollarse, cuenta con riquezas ubicadas que deben ser puestas en valor lo antes posible, porque los beneficiados serán los futuros peruanos, porque nadie desea que sigan siendo los perjudicados de siempre.

Guillermo Vidalón
03 de mayo del 2023

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