Diego de la Torre

María Isabel León y el rol de la Confiep

Una labor muchas veces incomprendida y estereotipada

María Isabel León y el rol de la Confiep
Diego de la Torre
08 de marzo del 2021


La Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep) se creó en 1984 con el objetivo de estructurar y aglutinar los principales gremios empresariales bajo un organismo cúpula. Las funciones de la Confiep son promover y defender la libertad de empresa, la propiedad privada y un clima favorable a la inversión formal, para que esta se inserte armoniosamente en el tejido legal, social y medioambiental.

De la Confiep puede decirse lo mismo que de las Naciones Unidas y de las mujeres: si no existieran, habría que inventarlas. Esta institución ha tenido una importante y positiva voz en eventos como el intento de estatización de la Banca en 1987, el retorno a la democracia en 1993 –con el CCD (Congreso Constituyente Democrático)– y en el 2000 con la crisis democrática. Asimismo, acompañó la exitosa reinserción del Perú en la economía global en los años noventa y la primera década de este siglo, la firma de los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, Europa, China y las mayores economías del mundo.

Más recientemente, estuvo atenta a cualquier exabrupto neovelasquista o comunista, así como señalando y condenando la dantesca maraña regulatoria, muchas veces con agenda ideológica, más que con sustento objetivo y científico, sobre temas ambientales y laborales. También ha combatido con firmeza el secuestro de temas como los derechos humanos, el empoderamiento de la mujer y una economía baja en carbono por parte del neomarxismo, disfrazado de izquierda vegetariana y que se agazapa en algunas áreas de instituciones supranacionales y oenegés, e incluso increíblemente dentro de la propia empresa privada.

El activo rol de la Confiep con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el PNUD y, en los últimos dieciséis años, el Pacto Global de las Naciones Unidas ha sido crucial para consolidar la presencia y la voz de la comunidad empresarial en temas como los derechos humanos, el cuidado del medio ambiente, los derechos laborales y la lucha contra la corrupción. Esto último es de vital importancia porque, como dijo el exsecretario general de las Naciones Unidas Ban Ki Moon: “Si los políticos son los arquitectos de un mundo mejor, los empresarios son los ingenieros y los albañiles que lo construyen”.

En los temas de derechos humanos y medio ambiente, la red peruana del Pacto Global de Naciones Unidas, cuya Secretaría Técnica tiene Confiep desde el 2005, ha logrado que se introduzca a la informalidad en el debate, dado que las recetas que venían de Nueva York no contemplaban las particularidades de nuestra realidad.

Quiero reivindicar la labor sacrificada y ad honorem de los presidentes de la Confiep, muchas veces incomprendida y estereotipada durante estos últimos treinta y seis años. Todos ellos han dado generosamente su tiempo, su resistencia, sus conexiones y, muchas veces, sus recursos personales para el buen funcionamiento de la institución y los ideales que defiende. No es coincidencia que el gran éxito del Perú durante estas últimas décadas casi coincida con la fundación y la actividad de la Confiep.

Toda institución compuesta por seres humanos tiene imperfecciones, pero hechas las sumas y las restas, la presencia de la Confiep ha sido muy positiva para la sociedad peruana. Cabe recordar la cuota de sangre y sufrimiento que pequeños, medianos y grandes empresarios dieron por el Perú frente a la insanía comunista-terrorista, así como el trabajo madrugador de todos los días para aumentar el PBI, el volumen de los impuestos y las innumerables inversiones sociales realizadas de manera silenciosa pero efectiva. También se han tomado acciones concretas para combatir la corrupción a todo nivel. Se han promovido e implantado medidas muy robustas para que los gremios fortalezcan sus códigos de ética y los procesos de desvinculamiento gremial de empresas y personas que incurren en actividades ilícitas.

Por último, pero no por ello menos importante, quería destacar el gran liderazgo de la última presidente de la Confiep, la Sra. María Isabel León, quien ha desplegado un intenso, valiente e inteligente trabajo en plena crisis del Covid 19. Además, ha mostrado un indeclinable compromiso con las personas más vulnerables en esta pandemia. Muchas gracias, María Isabel, por perseverar en la ayuda, a pesar de los desplantes de algunos políticos y las anteojeras ideológicas de otros, que siempre verán al empresario con sospecha y, sobre todo, con envidia. Ya decía Séneca: “Nunca serás feliz si te molesta que otros sean más felices que tú”. En el Perú, los políticos enjaulados en ideologías trasnochadas siembran envidia (invere = mirada maligna). Como el sapo que lanzó su baba a la luciérnaga, y ésta en su agonía le pregunta “¿Por qué me escupiste?”, el sapo le responde “porque brillas”.

Nuevamente muchas gracias, María Isabel, por tu liderazgo, por tu valentía. Pero sobre todo, por tu integridad y por tu dedicación al ideal de un Perú de primer mundo con oportunidades para todos.

Diego de la Torre
08 de marzo del 2021

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