Carlos Hakansson
Los representantes de la ilegalidad
Minería informal, tala ilegal de bosques, zonas liberadas para el narcotráfico

Un ejemplo más sobre cómo la representación política ajena al Estado formal viene avanzando delante de nosotros. La aprobación de la reforma a la ley forestal (N° 31973) estimulará todavía más la deforestación de la Amazonía. La decisión de suspender la exigencia de la zonificación forestal como requisito obligado para el otorgamiento de títulos habilitantes es un despropósito en favor de la informalidad y en desmedro del país. La minería ilegal tampoco se queda atrás, complicando las operaciones de las empresas formales, paralizando sus inversiones mediante engaño a los pobladores, azuzando marchas, bloqueos de carreteras y daño a la propiedad privada.
El Estado dentro de otro Estado, como ea el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, más conocido como el Vraem, es otra realidad nefasta donde opera el narcotráfico bajo el cuidado de remanentes del terrorismo. Los intereses de grupos parlamentarios para promover una zona liberada están a la vista. El proyecto filoterrorista para llegar al poder también es una realidad congresal, sumada a la posibilidad de que sus excarcelados “arrepentidos” puedan postular a cargos públicos, sin contar que desde hace varios años se integraron como profesores en las escuelas públicas.
En resumen, minería informal, tala ilegal de bosques, zonas liberadas para el narcotráfico y filoterroristas con representación parlamentaria es la realidad de un país cuyos ciudadanos viven al día y la política es un reality show televisivo después del trabajo diario. Lo peor es que resulta irónico el avance de estos grupos a través de las instituciones democráticas que deben operar como sinónimo de institucionalidad, formalidad, gobernabilidad y límite al ejercicio del poder.
Si a todo lo anterior sumamos una legislación electoral que también promueve la improvisación de partidos políticos que son plataformas de campaña para luego disolverse dentro del hemiciclo y desaparecer; así como elecciones presidenciales con más de veinte candidatos que fragmentan al voto en tantas partes que el balotaje se produce entre dos postulantes con exigua representación, la cual se agrava si añadimos la polarización del país que se manifiesta la última semana antes de la fecha de votación.
La economía informal también es una mayoría que no paga impuestos, está mentalmente asimilada en el país, tiene pretendientes en el espectro político y la academia, pero carece de un partido que represente sus intereses y necesidades en el hemiciclo. En conclusión, somos un país donde los representantes de la informalidad e ilegalidad son la mayoría dentro un Estado débil, costero, sin imperio del Derecho y con una agenda que no atiende lo urgente y menos lo importante.
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