Los destructores

El Perú es un país que ciertamente carece de líderes constructivos en los niveles en los que se puede lograr un impacto sobre gran parte de la población. Qué duda cabe que hay casos ejemplares de personas que hacen empresa y son muy reconocidos por sus logros en ese campo, y también hay líderes dedicados a ayudar a los más necesitados desde la órbita social; pero ninguno de ellos actúa a nivel político, ejerciendo como autoridad ejecutiva, congresal o judicial.

El 90% de los que se mueven en estos campos son personas sin preparación para gobernar, sin conocimientos para transmitir, sin experiencias que compartir y sin ideas para aplicar. Es por eso que en el Perú quienes ejercen de políticos, en cualquier poder del Estado, se dedican a echarle la culpa a los otros por su inoperancia, su falta de criterio y ciertamente su ignorancia. Desconocen cómo se forman, funcionan y evolucionan las instituciones que deben servir al ciudadano; son para ellos (ese 90%), meros trabajos donde ganarse un sueldo, pero sin servir a quien los eligió. Y en el caso de los que actúan en el Poder Judicial, sin diligencia para otorgar fallos rápidos y oportunos (como todos sabemos, justicia tardía no es justicia).

Al cargo de presidente llegan improvisados sin ningún plan, y siempre con varios esqueletos dentro del closet. Quizás por eso mismo se ven acicateados a hacerlo, por un mínimo de cinco años de impunidad, y si tienen suerte (y logran aliados tan indecentes como ellos), varios años más que esos cinco. Es claramente un gran incentivo para estos delincuentes.

Al Congreso, producto de un sistema de elección y de selección malo y poco representativo, llegan también un pelotón de improvisados que literalmente no saben leer ni escribir. Me refiero aquí a aquellos que pasaron por la universidad, pero la universidad no pasó por ellos, y que sabiendo que es muy probable que no sean reelegidos poco les importa hacer carrera en uno de los oficios que debería ser de los más productivos para la sociedad: el político.

Todo eso ahora en el Perú será peor por una de las perlas reformistas, que ignorantes presentaron y que ignorantes aprobaron. Para ellos la estadística no sirve para nada (se reelige a menos del 20%), es mejor plantear reformas con el hígado y con el griterío de la calle, tan volátiles como son las masas. Para eso justamente los antiguos crearon los sistemas de gobierno, para que la turba indomable no tuviera que reunirse en calles y plazas para colgar a alguien. Por eso se delegó el poder.

En este momento, en el Perú quien tiene el poder no sabe ni lo quiere ejercer. Ahí está el norte destruido, ahí está Ica y el terremoto, ahí está la sed de los arenales, ahí está la trata de blancas de la selva, ahí está la destrucción de nuestro ambiente por el cianuro de los informales, ahí está el caos de las grandes ciudades, ahí están las carreteras bloqueadas, ahí están los comunistas que apoyan terroristas. En nuestro Perú, ni las autoridades que administran el dinero (el Ejecutivo), ni las que lo fiscalizan (el Legislativo) son elegidas ni renovadas de manera moderna, eficiente y con los recaudos que un país ya casi bicentenario debería tener en su sistema político.

Ahora casi todos quieren irse, o al menos hacen el gesto para la tribuna. Son unos irresponsables, y son tan incapaces y brutos (en este caso en las dos acepciones de “bruto”: 1. El que hace uso excesivo de la fuerza… y se comporta de manera de maleducada. 2. Que no tiene inteligencia ni conocimientos. Son tan así que se quieren ir matando; pero de conversar nada. Eso es para otra especie, que en nuestra fauna política aún no existe.