Neptalí Carpio

LOS ANARCO CIBERNAUTAS

LOS ANARCO CIBERNAUTAS
Neptalí Carpio
13 de mayo del 2016

La irracionalidad e intolerancia en las redes sociales

Dos siglos después del auge del anarquismo, en el marco de la segunda revolución industrial, ha surgido en el infinito ecosistema digital de Internet una nueva versión de anarquismo cibernauta. Este nuevo movimiento es tan visceral, hepático, difuso y sin objetivos claros como el de los obreros y artesanos del siglo XIX, quienes creían que el Estado no debía existir y llamaban a destruir las máquinas de las fábricas, porque creían que eran la causa de la explotación del capitalismo. Carlos Marx les diría entonces con razón, “no destruyáis las maquinas, hay que transformar el Estado opresor y las relaciones sociales de explotación”.

Ahora, en la época de la cuarta revolución industrial, este anarquismo cibernauta es una de las tantas expresiones negativas de la infinita democratización de la conectividad y acceso a la información que implica la extensión de Internet y la revolución digital. Recientemente, Roberto Lerner, en un artículo publicado en Peru21 —titulado “El lado oscuro de las redes”— decía que “En lugar de promover valores democráticos, las redes básicamente refuerzan nuestras convicciones, simpatías y animadversiones. Cuando encontramos a los que tienen opiniones diferentes, los atacamos y condenamos sin matices. El alcance de las redes es global, pero sus habitantes son, mentalmente hablando, profundamente provincianos, parroquiales y monotemáticos”. Hay muchos debates en las redes que, en lugar de generar un debate dialéctico que concluya en conclusiones positivas, terminan en procesos virales interminables de insultos, lugares comunes y juicios muy elementales, lo cual solo conduce a un estado de ánimo colectivo tóxico.

La presente campaña electoral es un caso típico de lo que estamos señalando. Hay una extrema irracionalidad no solo en el sector de los antifujimoristas, tan verbalmente violentos e intolerantes como aquel régimen de los años noventa que dicen rechazar. Los hay también en la orilla de un sector del fujimorismo, apelando a juicios racistas y clasistas frente a sus adversarios. Y también los hay en el sector que apoya a PPK, para quienes Keiko Fujimori es casi como un demonio. Todo ello genera un escenario de extrema intolerancia en las redes sociales, situación que al combinarse con imágenes de humor o arte negro retroalimenta aquella cultura de confrontación que heredamos de siglos atrás.

Es en este contexto que ha surgido la opinión de votar en blanco o viciar el voto en un nada despreciable sector de cibernautas. Sus promotores se basan en juicios muy elementales, que tienen en su base el desprestigio de los partidos políticos, la corrupción, el narcotráfico y los límites del modelo económico. Decir que Keiko Fujimori o PPK son lo mismo, como un irreverente juicio a priori, es renunciar a procesar adecuadamente nuestra cultura política y a analizar el pasado más reciente, la trayectoria de los candidatos y sus planes de gobierno, por lo menos parcialmente.

En todos los países, las elecciones tienen que ver con las condiciones de vida de las personas, que esperan mejorar con sus propios votos. Pero en las redes la mente define su bienestar por una intensa comparación. Ser testigo en tiempo real de miles de vidas ajenas tiene un efecto interesante: intensifica la sensación de que los demás están mejor que uno; o, por lo contrario, se afianza la convicción de que uno es mejor que los demás. Al final, se instala en las personas el convencimiento de que alguien, cuyas intenciones son malas, causa nuestro menor bienestar relativo y nuestro probable futuro malestar. Es ahí donde muchas veces se desatan lo insultos y juicios elementales, sin distinguir lo prioritario, lo principal y lo secundario. Un sector de cibernautas se refugia en una especie de fundamentalismo de sus propias verdades, sin ninguna voluntad de concertación con el otro.

Y como ocurrió en los inicios del capitalismo del siglo XIX, para neutralizar el crecimiento de esta especie de anarquismo cibernauta no cabe la censura ni la acción punitiva, sino la intensa actividad de difusión de ideas innovadoras, de información fresca que obligue a la reflexión. Y también el surgimiento de nuevas generaciones ilustradas y educadas que hagan del ecosistema digital un espacio de civilización humana y de búsqueda de gobernabilidad.  

Neptalí Carpio

 
Neptalí Carpio
13 de mayo del 2016

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