Raúl Mendoza Cánepa
López Aliaga y el “no a Castillo”
En las próximas elecciones municipales

Las elecciones municipales de octubre no solo son vecinales y enfocarlas desde las obras sería incompleto; son elecciones esencialmente políticas, casi plebiscitarias. Cualquiera que sea elegido hará más o menos un conjunto de obras, buenas o malas, pero en el escenario actual un puente, más serenazgo o rediseño urbano son irrelevantes si en la política macro el Perú camina al abismo.
¿Y cómo puede una elección municipal volverse relativamente plebiscitaria? Porque vistos los contendores para la Alcaldía de Lima, es una confrontación del cuestionado gobierno de Pedro Castillo contra el favorito Rafael López Aliaga. Los más cercanos a López Aliaga en las encuestas (Urresti y Forsyth) representan la aprobación tácita al continuismo del gobierno de Castillo, aun cuando este ya hubiera salido del poder. Sería entonces una manifestación simbólica de que el Perú no quiere comunismo ni caviares que nos metan nuevamente el cuento. En efecto, Urresti por Podemos Perú y Forsyth por Somos Perú postulan por partidos amigos del blindaje al gobierno, por ellos Castillo no fue vacado y por ellos no lo será aun cuando existan varias carpetas fiscales abiertas. Por culpa de ellos y de otros más a la izquierda, la vacancia parece un “imposible” numérico.
Se puede votar por Renovación Popular, Fuerza Popular o Avanza País en los distritos y siempre será un voto contra Castillo, Cerrón y la pesadilla totalitaria castrista. Sin embargo, concentrar los votos democráticos para la Alcaldía de Lima en Rafael López Aliaga y ganar, representaría virtualmente un plebiscito, un triunfo de la oposición real al régimen castillista. Sin Avanza País (De Soto) por una injusta exclusión de Molina y sin Fuerza Popular (Fujimori), un triunfo de López Aliaga en Lima por coalición de votos democráticos sería un “no a Castillo” rotundo. Aún nadie lo ha visto así, cuando se percaten, quizás hasta elaboren un lema con tintes plebiscitarios.
De todos, la opción más anti-Castillo es la de López Aliaga. Dispersar el voto es jugar para el gobierno, para el metete Almagro de la OEA, para los alfiles de la inteligencia castrista, para el controvertido poder decisor del JNE.
El “plebiscito” de octubre –“sí o no a Castillo”– o la elección municipal de octubre, que lo mismo da, se reduce a medir la fuerza o debilidad de un régimen, especialmente en las zonas urbanas más pobres. A más votos para López Aliaga, notable sería el triunfo e irrebatible para la institucionalidad electoral. Manifestaría el rechazo a este régimen, que, de no ser contenido, podría llegar a formar su asamblea constituyente y someternos a un perpetuo régimen totalitario comunista. La elección de octubre será la oportunidad de que la masa le ponga un "estate quieto al gobierno Castillo - Boluarte - Cerrón". El ciudadano es quien tiene la palabra.
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