Jose Azalde

Las tres grietas de Donald Trump

Las razones del triunfo del recién elegido presidente norteamericano

Las tres grietas de Donald Trump
Jose Azalde
08 de noviembre del 2024

"¡Les recuerdo que el extremismo en defensa de la libertad no es un vicio! ¡Y permítanme recordarles también que la moderación en la búsqueda de la justicia no es una virtud!" (Barry Goldwater)

 

1. Influencers, Hollywood y premios Nobel versus la mayoría silenciosa

 

 

Trump apeló al americano blanco trabajador promedio, a la denominada mayoría silenciosa. Tensionó a este sector frente a la élite de pedigrí demócrata. Esta es, sin dudas, la primera grieta que Trump supo canalizar positivamente a su favor. Pero es importante preguntarnos, ¿no es Trump parte de la élite? Sí, en un sentido amplio, como acaudalado hombre de negocios, Trump pertenece a la élite económica global. Pero no forma parte de las élites culturales, académicas ni burocráticas estadounidenses. Trump (en ese sentido, tiene gran similitud con otro polémico personaje que hizo de la polarización su forma de hacer política: Richard Nixon) antagoniza con las élites, el establishment demócrata encabezado por los Obama, los Clinton, etc. Centra la discusión —que es otra forma de imponer la agenda mediática— en la preocupación real de los votantes: la economía. Y la economía se encuentra imbricada con otras problemáticas que se relacionan con el rol del Estado en un mundo en guerra (participación frente a la multiplicación de los conflictos) y en el frente interno (aumento del costo de vida, seguridad y migración). En ese sentido, Trump pudo identificar al enemigo en términos schmittianos.

2. Migrantes: del desencanto demócrata a la reconfiguración del concepto

 

 

En esta elección tomó protagonismo la aparición del migrante que se “autopercibe” esencialmente como americano. Ya no son latinos ni migrantes, son “Americans”. La lealtad es con “América”. “Ellos” se vuelven un “nosotros” y Trump entendió eso. Abrió una grieta en el bloque migrante como actor político que votaba tradicionalmente demócrata, como consecuencia del evidente desencanto frente a la incapacidad de las gestiones de Obama y Biden para solucionar realmente el problema migratorio. Un sector importante de ese electorado, que se le resistía inicialmente, terminó votando por él.

3. El trumpismo y el conservadurismo. La otra grieta

 

 

El consenso generado sobre la idea de la “gran sociedad” (continuación de las políticas implementadas en el marco del New Deal en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial) se quiebra. La candidatura de Barry Goldwater (1964) cambió el ideario político del Partido Republicano. Desde ese momento, todos los gobiernos republicanos seguirían, en mayor o menor medida, los principios de Goldwater. El giro conservador o neoconservador ingresó al partido y, aunque Goldwater perdió estrepitosamente la elección, sus ideas fueron la base para una reconfiguración programática. Los rasgos más importantes del nuevo ideario conservador eran la reducción del tamaño del Estado y la defensa de las libertades individuales. Probablemente, haya sido Ronald Reagan quien mejor llevó a la práctica este nuevo ideario.

Trump aparece como un elemento disruptivo en la línea programática republicana: su forma de hacer política se asemeja más a la de Richard Nixon: importancia del factor mediático, discurso anti-élite, propuestas para la mayoría silenciosa, pragmatismo en el liderazgo político, cierto realismo en el frente externo que lo lleva a centrarse en los problemas reales de los estadounidenses sin involucrar directamente al país en conflictos bélicos, recuperación de la denominada “estrategia del sur” para captar votantes descontentos con las políticas progresistas demócratas, discurso fuerte de seguridad interna frente al aumento de la criminalidad, etcétera.

El presidente electo continúa la tradición creada por Goldwater, pero actuando discrecionalmente con cierto pragmatismo (un caso paradigmático es la guerra comercial con China y la implementación de esquemas proteccionistas). La nominación y posterior elección de Trump fue posible por la grieta existente dentro del Partido Republicano: una importante mayoría rechaza el liderazgo de Trump, pero tampoco encuentra un líder emergente que pueda disputarle el poder. Una grieta más de la que Trump supo aprovecharse para ganar esta elección.

Jose Azalde
08 de noviembre del 2024

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