Erick Flores

Las dos caras del marxismo

A 200 años del nacimiento de Karl Marx

Las dos caras del marxismo
Erick Flores
08 de mayo del 2018

 

El pasado sábado 5 de mayo se celebró un aniversario más del natalicio de Karl Marx, el ilustre padre del socialismo científico y figura preponderante entre académicos y políticos de izquierda hasta el día de hoy. La relevancia de este personaje es indiscutible, y las implicancias de sus ideas marcaron un antes y un después en la historia. A través de su opus magnum, Das Kapital, publicado en 1867, le ofrecía al mundo una visión bastante particular de la economía y la política. En dicha obra se describe su aporte más importante, su teoría de la explotación sustentada en la plusvalía que generaba el proletariado y que —gracias a la propiedad privada de los medios de producción— la burguesía se la arrebataba por la fuerza. Se trata de una de las críticas más furibundas contra el modo de producción capitalista.

El legado de Marx en el mundo ha sido —contrario a lo que él hubiera querido— desastroso. En los países en los que se trató de implementar sus ideales, el saldo de muertes supera los cien millones solo en el siglo pasado. En diversos grados, la aplicación de las ideas que Marx y Engels ofrecieron como alternativa al mundo a través del Manifiesto del Partido Comunista, ha sido un rotundo fracaso. Y no solo porque la realidad demostró la absoluta inutilidad práctica de sus propuestas, sino porque ya en su época había sido teóricamente refutado por diversos académicos como Eugen von Böhm-Bawerk, uno de los más ilustres representantes de la escuela austriaca de economía, quien demostró que la teoría de valor objetivo (trabajo) de la que partía Marx para explicar la explotación capitalista, era falsa porque el determinante del valor de las mercancías era subjetivo y se definía a través de las preferencias del consumidor en el mercado.

El pensamiento de Marx ha sido duramente criticado a lo largo de la historia, críticas que luego la realidad demostraba sólidas e implacables frente al ideario del filósofo alemán. Sin embargo, ni siquiera la evidencia empírica ha podido sepultar al marxismo y superarlo como propuesta política y económica, ya que hoy vemos que intelectuales y políticos, así como entusiastas jóvenes en varias partes del mundo, abrazan dichos ideales, negando así los años de historia en los que el marxismo ha sido el elemento central de los episodios más sangrientos y miserables de la existencia humana, sólo superado por las pestes y plagas que asolaron el mundo cuando las sociedades comenzaban a abrirse paso en la tierra. Al parecer, la lógica y el conocimiento histórico son elementos escasos en este mundo moderno, porque el marxismo hoy todavía se resiste a morir.

En este contexto, el marxismo hoy en día se puede resumir en la célebre frase de Don José Osvaldo de Meira Penna, que decía que “los marxistas inteligentes son bribones, los marxistas honestos son brutos, y las personas honestas e inteligentes nunca son marxistas”. El mundo de hoy es testigo de la existencia de dos tipos de marxistas: por un lado están los que, predicando el credo de la igualdad, viven como Rockefeller; y por el otro están los que, creyendo en la igualdad, viven en la pobreza de la revolución. Después de todo, si algún detalle no debemos olvidar sobre Marx es la extraña relación que existía entre la vida de este señor y sus ideas. Viviendo de las rentas de la empresa de Engels y habiéndose casado con Jenny von Westphalen, la baronesa de Westfalia, dedicó su vida a tratar de destruir el conjunto de ideas que le permitía tener sirvienta, servir su mesa y arroparse por las noches bajo un techo. Quizá esa haya sido la gran enseñanza que Marx —sin ser su intención, claro está— le ha dejado a sus seguidores más inteligentes: la capacidad de vivir una vida y predicar otra. El corazón con el proletariado, pero la billetera con la burguesía.

 

Erick Flores
08 de mayo del 2018

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