La tormenta perfecta que ataca a Arequipa

En solo una semana –del 27 julio 27 al 3 de agosto– el Covid-19 asoló Arequipa y la convirtió en uno de los epicentros de la tragedia nacional (1).

El segundo departamento del Perú ha sido víctima del mal concebido y peor ejecutado proceso de descentralización/regionalización, que trasladó competencias administrativas tan vitales como la salud pública al “gobierno regional”. Desgraciadamente, Arequipa cayó en las ignorantes manos de un populista radical –el cantinflesco Cáceres Lliclla–, elegido por la mayoritaria y caótica inmigración que la asfixia. Es un gobernador que recomienda comer carne de llama y tomar dióxido de cloro para contener el Covid 19, que combate la minería y la empresa privada, y que escribe cartas al “compañero Putin” para que le mande directamente su vacuna. Un “administrador” judicialmente procesado por una grave denuncia del Colegio de Abogados de Arequipa (2).

 La crisis sanitaria, provocada por la catastrófica administración del sistema de salud arequipeño, motivó la tardía intervención del MINSA para poner de lado al irresponsable gobernador y manejar una situación descontrolada en todos los planos imaginables: infraestructura obsoleta, precariedad generalizada de medios asistenciales, médicos y personal auxiliar contagiados o fallecidos. 

Frente a un Estado nacional y un gobierno regional ineficientes, los ciudadanos se han organizado alrededor del movimiento “Arequipeños por Arequipa”, las poderosas empresas del Grupo Gloria, la Cámara de Comercio, el Arzobispado y el Comando Covid-19(3) para responder a tan alarmante situación. Es un empeño meritorio y difícil porque, a diferencia del exitoso caso de Guayaquil –cuyo combate y victoria contra la pandemia fueron liderados por el sobresaliente Alcalde Jaime Nebot– los arequipeños carecen de líderes en el estrato regional o municipal. 

De allí el valor ejemplificador de la reacción de ciudadanos, empresa privada e instituciones organizadas de la sociedad civil, que asumen la responsabilidad de rehabilitar una ciudad atacada por el virus. Un poderoso movimiento cívico al que ahora le toca estudiar y aprovechar los espacios abiertos por la valiente crítica y las propuestas del Defensor del Pueblo, en la carta abierta que dirige al Jefe de un Estado agotado y sin ideas para enfrentar la crisis que nos agobia. Su planteamiento de “colocar como protagonistas a las células básicas de nuestra sociedad” puede ser eficazmente canalizado por los arequipeños movilizados. 

A estas alturas de nuestra frustrante historia, los peruanos deberíamos haber aprendido a esperar muy poco del Estado y a reaccionar por nuestra cuenta para sacar al país adelante y hacer progresar las ciudades en que vivimos. Los departamentos con fuerte conciencia de su identidad –como Piura, Lambayeque, Cusco, Huánuco, Ayacucho, Trujillo, Loreto o Tacna– deberían organizar movimientos ciudadanos similares a “Arequipeños por Arequipa” en defensa de sus intereses colectivos y del bienestar individual de sus habitantes, si no quieren ser indefinidamente postergados por la indiferencia de la burocracia, por la corrupción, por la incapacidad de los políticos torpemente elegidos para gobernarnos y por las falencias de un Estado atrofiado.

1 https://ojo-publico.com/1981/la-pandemia-en-arequipa-las-razones-del-colapso-sanitario
2 https://lpderecho.pe/covid-19-colegio-abogados-denuncia-gobernador-regional-homicidio-simple-otros
3 https://twitter.com/poncevivanco/status/1296136039652904960