Arturo Valverde
La superstición en Maupassant
A partir de su cuento “¡Coco, coco, coco fresco!”
La superstición es otro de los temas que despertó bastante interés en Guy de Maupassant, como es el caso del cuento “¡Coco, coco, coco fresco!”, publicado en las páginas de la revista La Mosaïque, en el año 1878.
Si bien los Cuentos Completos publicados bajo el sello de Páginas de Espuma, clasifica a este y otros en los cuentos sobre herencias, el tema que se desarrolla con más fuerza a lo largo de la historia, que gira alrededor del testamento escrito por un hombre que siente su vida vinculada con la presencia de un vendedor de coco, es la superstición.
A saber, “el vendedor de coco es un tipo pintoresco de las calles de París, ya en decadencia a finales de siglo, descrito por periodistas y novelistas como Balzac o Gautier; iban armados de una campanilla, un cubilete de estaño y un depósito de hojalata donde llevaban la mezcla de agua y malvavisco, calificada por un cronista de la época como el chamán del pobre” (Cuentos Completos, Páginas de Espuma, 2011).
Esa creencia extraña, opuesta en todo extremo a la razón, a la que llamamos superstición, marca el ritmo del cuento, y le otorga la acostumbrada intensidad que Maupassant imprime como un sello personal al abordar esta clase de relatos.
Maupassant reflexiona al respecto en este cuento y escribe: “Me explico: no creo en la influencia oculta de las cosas o los seres, pero sí creo en el azar bien ordenado. Es cierto que el azar ha hecho que tenga lugar acontecimientos importantes mientras uno cometas visitaban nuestro cielo; que otros ocurrían en los años bisiestos; que ciertas desgracias notables han ocurrido en viernes, o bien han coincidido con el número trece; que la vista de ciertas personas ha coincidido con la repetición de ciertos hechos, etc. De ahí nacen las supersticiones. Se forman de una observación incompleta, superficial, que ve la causa en la coincidencia y no buscan nada más”.
Ese es el nervio central de la vida de Ollivier, la superstición, como describe en su testamento, y es finalmente el motivo del cuento que impulsa a su sobrino a entregarle trescientos francos al primer vendedor de coco que encuentra a su paso, en cumplimiento de la última voluntad de su fenecido tío.
Las últimas palabras del vendedor de coco, bendecido con la fuerte suma que parece caerle del cielo, y todo por las creencias del tío, reafirma el tema central del cuento: “Muchas gracias, jovencito, esto le traerá suerte”.
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