La solución a los problemas ciudadanos

Ya pasó el referéndum. Obviamente, la población votó a favor de la propuesta en los términos señalados por Vizcarra. No tanto porque haya una sujeción absoluta a la voluntad del presidente actual, como por el hecho de que Vizcarra representa, conscientemente o no, a aquello que la gente aspira. Cuando Vizcarra tomó el cargo escribí que: "Ya tiene una interesante combinación accidental de limeño de nacimiento y provinciano de crianza, de mestizo y de Vizcarra; una combinación vital de líder gremial y social; esperamos, una elegida de técnico y político". Y es que el discurso de Vizcarra ha logrado calar porque está sirviendo de altavoz. ¿Hasta dónde oxigena esto a la gestión? Sorprendentemente más de lo que muchos apostaban. Empezando por el propio referéndum.

La reforma judicial, la no reelección y el financiamiento de los partidos son tres temas que asqueaban al ciudadano de a pie, los temas que han ocupado los titulares de los medios. Los escándalos de los audios del CNM, el escándalo de Keiko Fujimori y Fuerza popular con el financiamiento ilícito y por supuesto, la "vaga idea" de que la clase política corrupta se ha eternizado en el poder. Y digo la vaga idea porque no es cierto que sean mayoría los congresistas reelectos. Pero qué se le va a hacer, si la gente cree que "todos son iguales".

En este sentido las reformas adoptadas por mandato popular entrarán en vigencia. Y lamentablemente no creo que solucionen los dramas de los problemas ciudadanos. Empezando porque no atienden a esos problemas ciudadanos.

La reforma política, profunda, aún está pendiente. Era un paso lograr la bicameralidad, que en los términos planteados por Vizcarra era más equitativa. El hecho de volver a las dos cámaras era un paso interesante para contener el descalabro político, además de que permitía pasar a dos momentos electorales en el Legislativo, cosa que bastante falta hace para dotar de mayor protagonismo a los legisladores que candidatean en medio de la avasallante campaña presidencial. Y que trae como consecuencia el "arrastre" del candidato a la casa de Pizarro, por encima de la elección consciente de representantes al Poder Legislativo.

Los problemas ciudadanos ligados a la política obedecen a la calidad de representación, en términos directos, ligada a la coherencia entre el actuar del representante y la expectativa del representado. En términos indirectos, a la calidad profesional del representante; es decir, su capacidad para operar en la política como estructura y producir en la política como resultados: políticas públicas. Y ahí entran nuevamente los partidos. No hay reforma política real si no hay reforma partidaria.

Una reforma política partidaria debe empezar por garantizar estándares mínimos de democracia interna, de capacitación de liderazgos, de producción de candidatos (líderes genuinos) y burócratas (funcionarios públicos). Además del aprovechamiento de las tecnologías de la información y comunicación para dinamizar la lógica partidaria. Es esencial que repensemos la política con la tecnología como aliada.

Repito; cuando los partidos pierden el cable a tierra, el rol de puente entre actores sociales y políticos, no producen candidatos sino que "los compran" o "se venden", cuando no generan funcionarios capacitados para operar en el ámbito público sino "hermanitos". O cuando las políticas públicas propuestas son "mamarrachos" porque no miden el impacto en el todo de la nación, los partidos son inexistentes, meras "carrozas electorales". Y el fracaso, los cambios abruptos, los outsiders, los antisistemas, los defraudados y los problemas ciudadanos siguen marcando los bajos niveles de aceptación y la inestabilidad del sistema democrático. Esto debe cambiar a tiempo.

Vizcarra tiene una oportunidad de oro en este momento. ¿Sabrá aprovecharla?