La propiedad y la soberanía

El tema pasa relativamente inadvertido en Lima, pero es de importancia fundamental para el Perú. Se trata nada menos que de la propiedad privada extranjera y la soberanía peruana en el área de la franja fronteriza. Se plantea hoy a propósito de una posible gran inversión chilena en una propiedad privada en la Ciudad Heroica, para la construcción de un megacentro comercial. En este mismo contexto, se incluye también el tema de la posible inversión extranjera en la Zona Franca de Tacna, de hasta US$ 15 millones en diversas actividades productivas.

El asunto despierta el recelo de los tacneños, siempre vigilantes del patriotismo. Justificadamente, de otra parte, dados los hechos de la recordada “chilenización” que rodeó el regreso de Tacna a la patria luego de la firma por Leguía del Tratado de Lima de 1929, hace ya 90 años. Al respecto, una iniciativa legislativa del congresista Jorge del Castillo ha propuesto interpretar el artículo de la Constitución que impide la propiedad foránea de tierras dentro de los 50 kilómetros de las fronteras del territorio nacional. El dictamen aprobado en la Comisión respectiva del Congreso interpreta la norma aclarando que la prohibición de la propiedad de tierras se refiere solo a tierras rurales, no así a las urbanas. La ley haría posible, por ejemplo, la megainversión chilena en Tacna. No obstante, no puede descartarse que una acción de inconstitucionalidad detenga esa inversión.

Es distinto el caso de las posibles inversiones chilenas, bolivianas, españolas y chinas en Zofratacna. Se habla aquí de 24 empresas interesadas y de cerca de US$ 15 millones de inversión. Zofratacna propone saltar el problema permitiendo que las empresas se instalen en sus terrenos bajo la figura de una cesión en uso por 30 años. La fórmula no pasa por la compra de los predios, y así no se entrega la propiedad. Esta ingeniosa salida no resuelve el problema, sin embargo. Por ejemplo, no serviría para permitir la inversión en la ciudad de Tacna.

La madre del cordero está en la eterna confusión entre soberanía y propiedad, causa de conflictos territoriales en todo el planeta. Cuando un Estado extranjero adquiere un terreno en propiedad privada en un Estado vecino no adquiere soberanía sobre ese territorio extranjero. Nunca la propiedad privada compromete la soberanía. Es el caso, por ejemplo, del terreno del Chinchorro en Arica, cuya propiedad privada sin soberanía fue adquirida por el Estado peruano precisamente en el Tratado de 1929. Es el mismo caso de la propiedad privada sin soberanía concedida al Estado ecuatoriano en Tiwinza, en virtud del Acuerdo de Paz de 1998.

Capitales peruanos bien podrían invertir en el terreno del Chinchorro en Arica para construir un centro comercial. Podrían incluso adquirirlo del Estado peruano en propiedad. Recíprocamente, el Perú bien podría permitir una propiedad privada sin soberanía del Estado chileno en Tacna. Con mayor razón, por tanto, la de una empresa privada en la Ciudad Heroica.

La propiedad privada en territorio vecino puede servir como una herramienta. Tanto más si puede ser un polo económico en cuya prosperidad ambas partes están activamente interesadas. Mejor aún si se trata de una de las nuevas zonas económicas especiales o de parques industriales en cuyos accionariados participen empresas de ambos países. Una paz duradera entre naciones es necesario coserla cuidadosamente con puntadas e hilo de ambos lados de una frontera.