Darío Enríquez

La prohibición de usar el automóvil familiar durante la cuarentena

No hay razones válidas para continuar con esa medida

La prohibición de usar el automóvil familiar durante la cuarentena
Darío Enríquez
26 de mayo del 2020


Un miembro del denominado “Observatorio Lima cómo vamos” (OLCV) –entidad privada sin fines de lucro que, según su página
web, es auspiciada por Grupo RPP, la Universidad Católica y Rímac Seguros– publicó hace unos días un “hilo” en Twitter tratando de sustentar por qué era una buena medida la prohibición del auto personal o familiar durante la crisis sanitaria en Perú. Entendemos que el esfuerzo de brindar hasta siete razones como sustento (tratando de explicar lo que el Gobierno y sus voceros nunca hicieron) bien merece que revisemos y comentemos tal “hilo”.

Sin embargo, pocas horas después, el Gobierno dio marcha atrás en esa prohibición y ahora permite que se use el auto personal o familiar para hacer compras de víveres dentro del mismo distrito de residencia, con lo que la presentación del “hilo” por parte del OLVC quedó fuera de contexto. Pese a ello, vale la pena revisar y comentar sucintamente punto por punto. OLVC dice:

Razón 1: Reduce la movilidad. Y esta es la razón principal, pues el Estado nos pide que nos quedemos en casa y que no nos vayamos a otro lado lejos para evitar “dispersar” el virus. Esto es muy fácil de hacer en auto particular (aunque tú seas la excepción y no salgas del auto). 

Se diluye este argumento cuando solo se restringe la salida a compra de víveres o trámites esenciales dentro del distrito de residencia. Además, OLVC añade:

Aprovecho para hacerles notar a quienes tienen auto y no tienen “nada cerca” que el modelo de urbanización residencial en el que eligieron vivir: por ejemplo, un condominio cerrado, no solo no es sostenible ambientalmente sino que tampoco te permite ser “auto sostenible” en pandemia.

No hay rigor académico aquí, sino sesgo ideológico. Se invoca un criterio de “sostenibilidad ambiental” inaplicable para una dinámica urbana como Lima, y que solo corresponde a deseos de activistas que pretenden convertirlos en una “ley científica socioambiental”. Expresión que alude “modelo [...] en el que eligieron vivir” muestra una preocupante animadversión y un prejuicio absurdo contra “los ricos”. Además, se ignora otros casos, como urbanizaciones progresivas, espacios precarizados o extensiones de asentamientos humanos periféricos, que tampoco tienen “nada cerca”. Más allá de falaces alusiones a tal “sostenibilidad ambiental”, la realidad de nuestra gran urbe sin duda debe abrirse al debate, discusión y análisis en busca de mejoras, pero es inaceptable que se “condene” a muchos ciudadanos por “elegir” su lugar de residencia fuera de parámetros que ciertos activistas pretenden imponer. Además, recordemos que en zonas periféricas también hay muchos propietarios de autos y pueden combinar usos, tanto para prestar servicios a terceros (taxis o colectivos) como para la familia. 

RAZÓN 2: Tu auto también mata. De hecho, la OMS ha declarado a los siniestros de tránsito como una pandemia. Con más gente caminando y montando bicicleta hay mucho más riesgo de que atropelles y mates a alguien. Y no, no queremos más muertos.

Coincidimos que nadie quiere más muertos. Pero manipular de este modo un problema real, como los siniestros de tránsito, no luce adecuado ¿La solución para accidentes de tránsito sería entonces que autos personales o familiares dejen de circular? Curioso.

RAZÓN 3: Liberas espacio en las pistas. ¿Y para qué queremos más espacio? Para guardar distancia social en veredas para los peatones y ofrecer más espacio para los ciclistas. Recuerda que el porcentaje de personas que usa auto particular es mucho menor que los que usamos TP, bicicleta o caminamos.

Ese espacio “liberado” no tiene mayor sentido ni utilidad cuando desplazamientos son restringidos por causa de la crisis sanitaria, más aún si auto personal o familiar solo es usado para compra de víveres dentro del distrito de residencia. No es cuestión de números ni porcentajes, pues todos los ciudadanos –sean cuales fueran nuestras formas de desplazarnos– tenemos derecho a la ciudad.

RAZÓN 4: Puedes salvar la vida a los usuarios del transporte público. Sí a los que no les queda otra más que subirse al bus y que se exponen muchísimo cada día. Necesitamos que el transporte público sea más fluido para reducir el tiempo de exposición al contagio y atender la demanda de viajes.

De acuerdo, pero nuevamente si no hay desplazamientos interdistritales en auto personal o familiar (solo para compra de víveres dentro de distrito de residencia), transporte masivo de pasajeros podrá circular con mayor fluidez. Además, para FF.AA. y FF.PP. será mucho más fácil controlar accesos en troncales y grandes vías, con lo que las unidades de transporte masivo de pasajeros se desplazarán con mayor fluidez.

RAZÓN 5: No se podrá fiscalizar ni controlar el tránsito adecuadamente. A más autos menos capacidad de identificar si están siendo bien usados y, la policía de tránsito tendrá que volver a dedicarse a tocar el pito y no atender otras necesidades en la pandemia.

Se olvidan de que no solo se facilita el control si se efectúa en troncales y grandes vías, sino que la tecnología puede ayudar a que estos controles sean más eficaces. Dicho sea de paso, inaceptable esa frase peyorativa de “dedicarse a tocar el pito” en contra de los policías de tránsito. Mi solidaridad con ellos que están arriesgando sus vidas en esta crisis sanitaria.

RAZÓN 6: Nuevos ciclistas sin experiencia estarán más en riesgo. A partir de la promoción de la movilidad sostenible impulsada por el Gobierno (para descongestionar el transporte público) hay personas que optarán por caminar y montar bicicleta y estarán expuestos a atropellos.

¿Ciclistas sin experiencia? Disculpen, pero no es el mejor momento de aprender a manejar bicicleta, ya habrá espacios y tiempos para eso después de superar crisis sanitaria. Se está promoviendo asumir riesgos innecesarios que incluso podrían afectar capacidad de atención en emergencias. 

RAZÓN 7: La contaminación del aire hace más vulnerables a las personas ante el coronavirus ¿Adivinen qué cosa contamina más?

Puede que sea cierto o no, pero de hecho no está probado que la contaminación por CO2 favorezca propagación del virus o amplifique su siniestralidad. Cuesta mucho trabajo determinar científicamente tanto relaciones como influencias y condicionamientos de fenómenos en estudio. Hay quienes parecen ignorarlo y lanzan de propia inspiración cualquier estribillo que suene bien. No se puede basar políticas ciudadanas en supuestos como esos. Es más, aún conocemos muy poco del virus que ha desencadenado esta crisis sanitaria, de modo que afirmar algo al respecto es más que temerario.

En general, vemos asomar en estas siete razones del OLVC parte de esa misma visión que un conocido (y fallido) experto perpetró entre las medidas para enfrentar la crisis sanitaria, cuando propuso días de salida exclusivos para hombres y mujeres. Se generaron graves aglomeraciones por tan craso error, cuyas consecuencias nos cobrarán cientos y tal vez miles de vidas. Se desearía “aprovechar” medidas en esta crisis sanitaria para colocar no solo en agenda sino poner en práctica, ideas y formas de organizar la ciudad sin seguir el correcto camino democrático, respetuoso e inclusivo.

Detrás de las buenas intenciones para enfrentar la complejidad de una urbe como Lima, tenemos la impresión de que se pretendería imponer una visión constructivista de “otra ciudad”. Esperemos que no sea así. Sabemos que Lima necesita muchos cambios, adaptaciones y reorientaciones, pero no es la forma correcta de introducirlos desde una visión particular, en forma subrepticia y por demás ventajista a partir de la emergencia que vivimos.

Darío Enríquez
26 de mayo del 2020

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